Aunque con algo de retraso
hoy quiero hacerme eco de un agradable y hermoso suceso acaecido
el pasado día 11 de junio en Padul. Me estoy refiriendo a
la confirmación de un grupo de mayores, veintitrés
para ser exactos, que tuvo lugar en la Iglesia Parroquial de Santa
María la Mayor de Padul.
Este acto de confirmación en la
fe pone de manifiesto que, a pesar de las apariencias, las creencias
que nuestros padres nos inculcaron desde niños siguen presentes
en nosotros cuando llegamos a la edad adulta.
Teresita, la muy querida
y admirada catequista paduleña, fue guiando al grupo
de adultos, con una paciencia digna del Santo Job y una capacidad
de comprensión digna de una madre, a lo largo de los
meses que duró la preparación a la confirmación.
Mediante la oración, la lectura y el uso de material
multimedia fue haciendo recordar y comprender todo aquello que
de pequeños se nos decía en la iglesia y nuestros
padres y familiares nos recalcaban día a día.
Cada uno podría contar su propia
versión del hecho de haber llegado a la edad adulta sin haber
recibido hasta entonces el sacramento de la confirmación,
pero lo que no se escapa a nadie es el hecho de que, a pesar de
los tiempos que corren, aun se puede comprobar que siempre estamos
a tiempo de reafirmarnos en la fe y ser testigos del evangelio y
dar la buena nueva a cuantos nos rodean.
En un hermoso acto, presidido por el Vicario
de Zona, en representación del Señor Arzobispo de
Granada, y concelebrado por Don Cristóbal Sánchez
Liñán, párroco de Padul, y Don Fernando Muñoz
Pérez, se fue confirmando, en presencia de sus padrinos,
al nutrido grupo de mayores.
Pero no quedó ahí la cosa.
En el mismo acto, otro grupo de más de treinta niños
hicieron lo propio, recibiendo la confirmación mediante la
imposición de manos y la unción con el crisma en la
frente.
En definitiva disfrutamos de un día
de alegría tanto los confirmandos como sus familias y amigos.
Yo, como no, la propia Iglesia se regocijó con esta prueba
de fe en Jesús y sus enseñanzas.