Isaac Palomino Ruiz
Talará (Lecrín), diciembre 2006
Un año más
llegados los primero días del mes de diciembre, la fe católica
celebra uno de los días más grandes de la Santísima
Virgen María, la festividad de su Pura, Limpia e Inmaculada
Concepción. Bajo este dogma, proclamado en 1854, se acoge
el patronazgo de España y de muchas de sus localidades, es
el caso del pueblo de Talará, que ahora mucha gente conoce
como Lecrín que es el municipio al que pertenece.
Esta pequeña
localidad del Valle de Lecrín espera ansiosa cada año
las fiestas de su patrona, la Purísima Concepción
y del Santo Cristo del Zapato, a quien los vecinos profesan
gran devoción, esta advocación cristífera
goza de gran veneración en el Valle de Lecrín
focalizada en las dos localidades que custodian los piadosos
cuadros, Pinos del Valle y Talará.
Los cultos religiosos de las fiestas
de Talará dieron comienzo el día 7, por la mañana
con la Santa Misa y ya por la tarde con el traslado del lienzo
del Cristo del Zapato desde su ermita, situada en un alto
a la salida del pueblo dirección Restábal, hasta
la Iglesia Parroquial de la Purísima, lo que se conoce
como la bajada del Santo del Cristo.
El día 8 por la mañana tuvo
lugar la solemne Eucaristía en honor de la Purísima
Concepción , y las siete de la tarde se puso en la calle
la procesión que recorrió las calles del pueblo con
salida y entrada en la Iglesia Parroquial, obra neoclásica
de Ventura Rodríguez del año 1876.
El día 9 se dedicó la función
eucarística al Santo Cristo del Zapato, saliendo igualmente
la procesión a las siete de la tarde, esta vez para encaminarse
por la arteria principal del pueblo hacia la ermita del Zapato.
Abrían la procesión la cruz parroquial y dos faroles
, dos filas de fieles formaban cortejo al paso de la Purísima
precedido por dos faroles, tras Ella se repetía el cortejo
que nos llevaba a las andas del Santo Cristo, portado por mujeres,
cerrando venía la banda municipal San Juan Bautista. El trono
de la Santísima Virgen iba exornado en lilium y clavel blanco
para esquinas, centros laterales y pie de la imagen y rosas color
salmón para los centros del frontal y la trasera; mientras
que las andas del Santo Cristo estaban engalanadas con un centro
de claveles blancos y rosas rojas, y lilium y clavel blanco en los
laterales del soporte del venerado lienzo.
Una vez la procesión llegó
a la subida hacia la ermita, el paso de la Virgen de detuvo tras
pasar la primera cuesta, ya que lo empinado y estrecho de las restantes
dificulta en demasía llevarlohasta la ermita, despidiéndose
así de su reinante Hijo que prosiguió hasta alcanzar
la blanca ermita donde fue despedido por su pueblo con una traca,
el himno nacional, vítores y cánticos de alabanza
a Cristo Rey, porque aunque crucificado el Cristo del Zapato es
un Cristo vivo, ataviado de sacerdote y coronado por corona imperial,
además de sus característicos zapatos que lleva uno
en su pie izquierdo y otro sobre el cáliz según cuenta
el milagro. Después de quedar resguardado el Santo Cristo
en su ermita, la procesión prosiguió presidida por
la Purísima que recorrió las calles que le llevan
hasta el puente donde se le ofreció un magnífico castillo
de fuegos artificiales, para llegar después a la plaza de
la Iglesia donde también se le ofrecieron fuegos de artificio
previos a la entrada en su templo. Durante todo el recorrido estuvo
arropada por su pueblo que le brindó su calor y su amor en
una gélida noche, y que se despidió de su Reina Inmaculada
con un tradicional canto en el interior de la iglesia:
Viva la Virgen nuestra
patrona
que en nuestro pecho tiene su altar,
Y reine siempre triunfante Cristo,
que en nuestro pueblo no reine el mal.
Siempre seremos sus fieles hijos,
nuestra abogada siempre será.
Y con su ayuda perpetua siempre
derrotaremos a Satanás.
Viva la Virgen nuestra
patrona,
que en nuestro pueblo tiene su altar.
Y reine siempre triunfante Cristo
en nuestro pueblo de Talará.