En la noche del ansiado Viernes
de Dolores, alrededor de las nueve y media de la noche, la majestuosa
presencia de Nuestro Padre Jesús del Rescate, se ponía
en las calles para presidir el ejercicio del Vía Crucis que
su hermandad organiza cada año por las calles de la feligresía
de Santa María Magdalena.
La imagen, que vestía
la nueva túnica burdeos con piezas bordadas de un castillo
y dos leones, fue procesionada sobre la peana su peana de plata
exornada con iris morado, estando iluminada por cuatro faroles pequeños
de su paso procesional.