De rojo liso en su
saya plisada y manto azul cercano a turquesa claro con vuelta
blanca encontramos a la Madre dolorosa del Monasterio de la
Concepción. La Virgen de López Azaustre se nos
entrega, al igual que su hijo Nazareno, con los brazos abiertos
y su faz enmarcada en
rostrillo de tablas en tonos crema, coronada por doce estrellas
y con la luna por pedestal como Reina de cielos y tierra,
como hija de Sión preservada del pecado original.