ERMITA DE NUESTRA
SEÑORA DEL SOCORRO Y SU RELACIÓN HISTÓRICA
CON BREÑA ALTA Y BREÑA BAJA
José Guillermo Rodríguez Escudero
Santa Cruz de la Palma, agosto 2008
ORIGEN DE LA ERMITA
Esta ermita, dedicada a la Virgen María, bajo la advocación
de “Nuestra Señora del Socorro” o “de
Los Reyes”, fue fundada por Don Pedro Fernández Camillón
y su esposa, Doña Ana Hernández, entre 1615 y 1621,
con licencia obtenida del Sr. Obispo de la Diócesis, Don
Antonio Corrionero. La fábrica se realizó en una
hacienda de viña y malvasía que poseía junto
al barranco de Aguacencio. El motivo de ponerla bajo esta advocación
mariana fue “por el voto y promessa que en cierto peligro
de mi vida que me vi en un biaje que Dios fue servido librarme
hice de erigir una ermita yglesia a deuocion de nuestra señora
del socorro en esta ysla”.
Construida la ermita, Pedro Fernández Camillón solicitó en
1627 licencia para poder celebrar misa en ella, en atención
a la utilidad que recibían los vecinos del lugar, distantes
de la cabeza del curato, la iglesia de San Pedro de Buenavista, “porque
la una de la otra estan distantes muy gran trecho y la dicha ermita
muy sercana al comun de los besinos y sabe que de aberse echo la
dicha ermyta en la parte y lugar donde esta es muy útil
y probechosa y a nadie daña y de conserbarse se seguira
mucha onrra y gloria a dios nuestro señor y questa fuera
de peligro de barranco y arrimaditos y otras cosas que le pudieren
dañar... y sabe que de aberse echo ally no tyene inconveniente
nynguno para que se dexe de dar lysensia para decir mysa antes
la tyene por muy útil y necesaria para los dichos besinos
del dicho termyno como para los camynantes que por el pasan...” Así consta
en el Archivo de Protocolos Notariales de la capital palmera (escribanía
de Juan de Alarcón).
La primera representación de la advocación titular
fue un cuadro, como atestigua un inventario fechado el 26 de junio
de 1650, durante la visita efectuada por don Pedro de Escobar Pereyra.
Allí consta “un quadro de nuestra señora del
socorro”.
Así, la ermita se había fabricado en la parte norte,
junto al cauce del barranco, en la jurisdicción de Breña
Alta, “en terreno propio e inmediata a las casas de su habitación,
la cual se bendijo en 13 de febrero de dicho año por el
Dr. Don Pedro de Guisla Corona, venerable vicacio de esta isla”.
El alcalde constitucional de la capital palmera y cronista de la época,
Lorenzo Rodríguez, tomó estos datos del libro de
la ermita, informando de que “las que resultan del libro
de visitas de San Pedro están equivocadas, porque confunden
la primera edificación con la segunda”.
En 1695 y en 1700 fue tan grande el temporal y tan fuertes las
lluvias, que el cauce del barranco se desbordó y causó muchos
deterioros a la pequeña iglesia y “la colocó en
inminente peligro”. Fue entonces cuando se debió sustituir
aquella representación pictórica por una de talla.
La preciosa imagen de la Virgen del Socorro fue llevada procesionalmente
a la parroquia de San Pedro de Breña Alta, donde fue custodiada
con gran cariño y fervor por los fieles. Ante esta situación,
los vecinos de este municipio instruyeron expediente ante el vicario
insular, aconsejando sobre la conveniencia del traslado de la ermita
a otro terreno más seguro. La autoridad eclesiástica
autorizó la nueva construcción, que fue finalizada
en 1706. El solar fue cedido por Don Manuel Pérez Corral,
en la jurisdicción de Breña Baja. “Se cercó desde
luego de paredes, por la misma causa, y en este recinto no sólo
funciona el señor cura de Breña Alta, sino que siempre
hemos visto presidir con bastón al alcalde de dicho pueblo
en la procesión el día de la festividad del Socorro”.
El 29 de abril de 1778 la autoridad eclesiástica concedió permiso
para que los vecinos de Breña Baja, “que lo solicitaban
con empeño”, llevasen en rogativas a la Virgen del
Socorro a la Parroquia de San José, “y conservarla
allí todo el tiempo que conviniese por la falta de lluvias
que se experimentaba”. El párroco y síndico
de San Pedro de Breña Alta, al enterarse, se opuso tajantemente
a la procesión, haciendo ver que la ermita pertenecía
a su jurisdicción y por lo tanto, la autoridad residía
en su persona. Los obstinados vecinos nuevamente le pidieron que
fuera él quien entregase a la Virgen al de San José “fuera
de muros sin que éste ejerciese jurisdicción y lo
mismo al recibirla”. Tras las duras negociaciones, se determinó hacer
la rogativa el 2 de mayo. Sucedió que ese mismo día
llovió tan copiosamente que “terminó este litigio
en que se empeñaban con acaloramiento ambas partes”.
El mismo cronista aseguraba que el expediente de este curioso acontecimiento
se custodiaba en el “archivo grande de la parroquia del Salvador”.
Según la resolución que se guarda en el archivo
de la parroquia de Breña Alta y está transcrita en
el libro de la ermita, se volvió a reclamar la propiedad
de esta iglesia por parte de los curas de Breña Baja. Finalmente
el Vicario Capitular de la Diócesis, en auto de 12 de diciembre
de 1886, “resolvió y declaró corresponder a
la jurisdicción eclesiástica de Breña Alta,
a la que siempre había pertenecido”.
LA IMAGEN DE LA VIRGEN
La majestuosa talla de la Virgen es una escultura en madera policromada
de 99 cms., obra del célebre artista palmero Bernardo Manuel
de Silva (1655-1721). Esta magnífica escultura, salida de
la “mano del mejor pintor que tiene esta isla” – según
constaba en un auto de la época-, al igual que otras tallas
marianas del maestro, tiene una gran influencia de la imaginería
flamenca. Los débitos flamencos, como nos informa el profesor
Pérez Morera, “se manifiestan especialmente en el
tipo de rostro, que presenta como característica común
dulce expresión ensimismada y abstraída, mente amplia
y abombada, ojos semiabiertos, pintados al temple, cejas finas
y curvas, labios pequeños, barbilla prominente y redondeada
y cabello partido en raya a la mitad, que cae en suaves ondulaciones”.
Pérez Morera también nos informa de que “la
belleza que irradia la majestuosidad icónica de la pieza,
manifiesta el elevado nivel alcanzado por los escultores palmeros”.
La autoridad eclesiástica tampoco quedó al margen
de estas alabanzas a la talla. Así, su acabado llamó la
atención del primer obispo de Tenerife, Don Luis Flojeras
Sión. Prueba de ello fue lo que consta en el Libro de Visitas,
en 1831: “En esta Iglesia hay una imagen de nuestra Señora
con una disciplina en la mano en ademan de azotar al Diablo que
tiene a los piez; se encargo al Señor Visitador que indagara
el origen de esta singularidad”.
A este tipo iconográfico de la Virgen, de pie con el Niño
Jesús en brazos, corresponden varias imágenes del
artista, como la “Virgen del Rosario” (1690) de la
Parroquia de San Andrés (en San Andrés y Sauces)
y la “Virgen del Carmen” (1703) de la de Villa de Mazo.
Son piezas que presentan idénticas características
formales, “de ahí la supuesta filiación flamenca
que se les ha querido dar”. La elegante y suave caída
de los pliegues, el tipo de calzado y los motivos de los estofados
apuntan su paternidad, al igual que el acabado posterior de la
pieza – repetido en casi todas las esculturas por Bernardo
Manuel de Silva-, con manto que cruza diagonalmente desde el hombro
izquierdo hasta la altura de la cintura, cayendo por la espalda
en pliegues paralelos y rectos. Pérez Morera también
compara la imagen del Niño, cuya cabeza se asemeja con la
de la talla de “San José” de Los Llanos de Aridane.
Estrechamente emparentada con la mencionada “Virgen del
Carmen” de Mazo, la del “Socorro” comparte el
mismo tipo de expresión flamenca, “rostro oval, enmarcado
por la caída ondulada del cabello, partido en dos, que desciende
libremente por la espalda hasta más debajo de los hombros.
Sin embargo, la posición hierática y frontal, así como
el aspecto de tronco, que acusa la disposición vertical
de los pliegues, confieren a la talla un aspecto más arcaizante
y un volumen más concentrado”. El profesor palmero
también profundiza en los motivos y la técnica que
muestran los estofados de los vestidos, comparándolos con
otras obras escultóricas de Bernardo de Silva, “a
base de motivos florales compuestos de trifolias, gruesos roleos
y orlas punteadas en oro”.
A sus pies aparecen dos figuras que representan el “bien” y
el “mal”, encarnados por las figuras de un angelito
y un diablo. El Maligno está representado por una terrible
figura alada completamente negra con cuerpo humano. Aparece de
pie con una cara de bestia demoníaca y grandes cuernos.
Los afilados dientes blancos, sobre todo los caninos, sobresalen
de una boca grande de fondo rojo. Realmente impone respeto. Nos
recuerda a la figura del “Diablo de Tijarafe”. Se cuenta
que hace unas décadas, allá por los años ochenta,
uno “medio loco de San José”, no se sabe cómo,
agarró la talla antigua de Satán y lo destrozó.
Una vecina del barrio fue la que talló la que ahora se ubica
a los pies de la Virgen. Los vecinos cuentan que había unas
piedras en el barranco con unos agujeros que atemorizaban a los
niños del lugar ya que “creían que eran las
huellas de las patas del Diablo”. Según contaba otra
señora, el origen había que encontrarlo en una madre
que, harta de las ruindades de un hijo, le gritó que “se
lo llevara el Diablo”. Se cree que fue así, ya que
el hijo desapareció. Después de la lógica
amargura de esta terrible experiencia, la pobre mujer donó la
figura original de Satanás y la colocó a los pies
de la Virgen para que Ésta lo castigara, como recuerdo a
su hijo y para penar por tal blasfemia.
El último lunes de agosto de cada año, los pureros
de las Breñas celebran con fervor la onomástica de
su patrona. La bonita imagen es homenajeada con novenas y procesiones
y diversos actos, entre los que se encuentran el tradicional “Baile
de la Escoba”.
Los grandes fuegos artificiales iluminan a la Virgen durante su
recorrido procesional, al igual que a las dos figuras, la del ángel
y la del diablo que la acompañan a ambos lados de la peana
sobre el trono de madera. Los fuegos lanzan luces de colores y
sombras sobre la Virgen y al ángel, y los hace más
bellos, mientras que el diablo presenta un aspecto aún más
sobrecogedor.
POEMA A LA VIRGEN (se conserva enmarcado y colgado en un lateral del interior de
la ermita)
“El SOCORRO de ayer, de hoy y de mañana
en la Ermita flamante y marinera.
La que guarda la Virgen que quisiera
darnos su mano de MADRE y SOBERANA.
Es su imagen la rica filigrana
que nos trae la Fe más verdadera.
El gentío la canta y la venera
y en sus labios el rezo se desgrana.
Tú lo sabes, SEÑORA. Te han traído
con la flor un recuerdo allá escondido
que es su ofrenda de gracia y de fervor.
Bajan y suben; ante Ti se entregan
porque conocen que al partir se llevan
el más dulce SOCORRO de tu amor.”
G. Galván de Las Casas
1966
BIBLIOGRAFÍA
LORENZO RODRÍGUEZ, Juan Bautista: Noticias para la Historia
de La Palma, La Laguna- Santa Cruz de La Palma, 1975, t. I. PÉREZ MORERA, Jesús. Silva.
Bernardo Manuel de Silva, Biblioteca de Artistas Canarios, Viceconsejería de Cultura
y Deportes del Gobierno de Canarias, Litografía Romero,
Santa Cruz de Tenerife, 1994.