LOS MÁRTIRES
DE TAZACORTE: LA ARQUETA DE LAS RELIQUIAS
José Guillermo Rodríguez Escudero
Santa Cruz de la Palma, julio 2008
“Se trata de una arqueta
prismática de madera forrada en cuero gofrado en oro
con tapa semicircular. Asa abatible sobre la cubierta y cerradura
con pasador en el frente, ambas de bronce. La decoración,
a base de motivos vegetales geometrizados y encintados curvilíneos
de diseño simétrico formando bandas y medallones,
se distribuye en una faja principal ceñida por sendos
frisos de hojas de vid y roleos, a modo de cornisa y zócalo.
Todos renacentistas con cabezas de perfil simétricamente
afrontadas femeninas y masculinas – que recuerdan el
busto del emperador Carlos V-, se repiten sobre la tapa y las
caras laterales. Tanto el formato y las proporciones de la
caja como su ornato siguen las nuevas tendencias del Renacimiento
a la italiana”
Jesús Pérez
Morera
Esta arqueta, conocida como la de los Mártires, tiene las
siguientes medidas: 28 x 19 cm (base), 18,30 (altura) y es anterior
a 1570. Contiene las reliquias que el Papa San Pío V entregó en
Roma al padre Ignacio de Azevedo (nombrado visitador del Brasil
por San Francisco de Borja). Son las mismas que este beato jesuita
había regalado en Tazacorte a su amigo, el caballero flamenco
Melchor de Monteverde, esclavón y regidor de Amberes en
prueba de agradecimiento y amistad por su hospitalidad durante
la estancia del grupo de jesuitas en el bello pueblo palmero. Esto
ocurría en julio de 1570, días antes de su martirio.
Entre las veintidós
inventariadas en 1718, el magnífico arcón cuenta
con las siguientes reliquias: una canilla de Santa Cristina
(joven oriunda de la Toscana que sufrió los más
terribles martirios), la quijada de Santa Inés (virgen
y mártir romana degollada tras haber salido ilesa de
la hoguera), huesos del Papa San Gregorio Magno (uno de los
cuatro Padres de la Iglesia Latina y elegido Pontífice
contra su voluntad en el 590), ropa de las Once Mil Vírgenes
(asaetadas junto con Santa Úrsula por los hunos ante
los muros de Colonia), una costilla de los Santos Inocentes
(las ciento cuarenta mil pequeñas víctimas de
cruel Herodes), un pedazo de la cabeza de San Vicente Mártir
(diácono aragonés martirizado en Valencia en
el 304 durante la persecución de Diocleciano), etc.
En 1745 se produjo la visita del obispo don Juan Francisco Guillén
y se dejó constancia durante la misma que las reliquias
las habían dejado en “la dicha hermita de Tasacorte
los venerados Padres Jesuitas Ygnacio de Acebedo y sus treinta
y nuebe compañeros, que pasaban de missión al brasil
en el año de mil quinientos y setenta, abiendo celebrado
missa en dicha hermita el dicho Padre Ygnacio a sus compañeros,
quien las entregó a un caballero Monteverde…”
Otras confusas
noticias y sin fundamento histórico otorgan otro origen
a la llegada de estas reliquias a Tazacorte. Por ejemplo, lo
que se decía de ellas en el diario de noticias del capitán
don Nicolás de Sotomayor Topete y que fueron contadas
a don Diego González Hurtado en 1701. Allí se
contaba cómo fueron traídas por sus antepasados
desde Flandes “que las tenía un caballero
que les debía mucha cantidad de dinero y se las dejó en
prenda”. Así mismo, el Marqués de
San Andrés don Cristóbal del Hoyo y Sotomayor
decía que “nuestras abuelas colocaron en la
iglesia de San Miguel de Tazacorte una arquilla de reliquias
que van con su bula ya para V siglos caminando”.
Se sabe por el inventario de 1613 que, entre la mesa del altar
mayor y la peana sobre la que se venera la imagen flamenca del
Arcángel San Miguel, existía una “caxita o
relicario donde están las reliquias que en la dicha yglecia
están guardadas…” Otras visitas eclesiásticas
en 1672 y 1701 confirmaban que las reliquias de la iglesia de San
Miguel y las que actualmente se custodian en el vecino Santuario
de las Angustias se veneraban conjuntamente en el primer oratorio
dentro de “vn cajonsillo cubierto con vn tafetán donde
estaba vn cofresito aforrado en terciopelo carmesí por dentro
y en él las Santas Reliquias embueltas en vnos paneles y
tafetanes con sus rótulos renobados…”.
El profesor palmero
Pérez Morera también indicaba que, por aquel
entonces, las llaves del cofrecillo y el cajón de las
reliquias se encontraban en la ciudad, en poder de don Juan
de Monteverde, descendiente del primer dueño de las
haciendas de la zona. Luego pasaron al maestre de campo don
Juan de Sotomayor Topete. Más tarde tres de ellas pasaron
a la ermita de Las Angustias – “un pedasito
de pan del que sobró del milagro que Christo hizo con
las turbas, parte del casco de San Esteuan y parte de vna quijada
de Santa Apolonia“ para ser custodiadas en un cofrecillo
pequeño dorado y esmaltado que aún existe dentro
de una hornacina acristalada hecha en una pared lateral de
la capilla mayor. Fue confeccionado en La Palma a fines del
siglo XVII, “a costa y devoción del capitán
don Nicolás de Sotomayor Topete y Massieu (1641-1710)”.
Los dueños del ingenio azucarero de Tazacorte pusieron
en el siglo XVIII nuevo techo a la capilla del patrono San Miguel “figurando
un gran retablo en el cuadro pintado en 1738 por el maestro palmero
Luis José Escultor, que es el que cubre el testero de dicha
capilla”. Así lo recogía don Miguel de Monteverde
Benítez de Lugo en 1854.
Los escritos de la visita de 1745 informan de cómo las
reliquias fueron trasladadas a Santa Cruz de La Palma. Allí fueron
depositadas en el oratorio episcopal mientras se construían
unas urnas “mui decentes” que fueron fabricadas con
tres llaves (una para el vicario, otra para el cura de Los Llanos
y la última “a cuidado del caballero que acostumbra
tenerla”) y de diferentes guarniciones, una para la ermita
de San Miguel y otra para el Santuario de Las Angustias. Es probable
que para la primera iglesia se trate del tabernáculo que
aún se conserva en el retablo colateral de la Epístola.
Se trata de un sagrario de madera pintado exteriormente por escenas
alusivas al martirio de los jesuitas. El Obispo nivariense Rey
Redondo visitó la ermita y las reliquias. Ordenó que
se proveyese al tabernáculo con sólo una llave y
que ésta se guardase en sitio seguro. Indicó que
dicho sagrario no fuera restaurado, ni reformado exteriormente
puesto que está “decorado con las antiguas pinturas
que representan el martirio de los Santos Ynacio de Acebedo y Compañeros,
cuya prevención se extiende también al cuadro que
en dicha yglesia se conserva con el retrato de los Santos Mártires”.
Cada
15 de julio, onomástica de los Mártires de
Tazacorte,
la
imagen del Beato Ignacio de Acebedo y la arqueta de las reliquias
recorren las calles de Tazacorte a hombros
de un pueblo orgulloso
de tener este importante
vestigio de historia y de fe.