LA HERMANDAD DE
NUESTRO PADRE JESÚS DE LA VICTORIA Y NUESTRA SEÑORA
DEL VALLE ABRIÓ LA SEMANA SANTA DE PADUL
Padul Cofrade
Padul, abril 2009
El
paso de Nuestro padre Jesús de la Victoria, “La
Borriquilla” se ha convertido, desde el Domingo de
Ramos de 2008, en el inicio oficial de la Semana Santa paduleña.
Los
nervios previos a la salida, marcada para las cinco de la
tarde del Domingo de Ramos, daban paso a la meditación
y la oración cuando se daba lectura a una carta en
la que se reflexionaba sobre el verdadero ser del acto que
iba a dar comienzo, redactada por el Señor Cura Párroco
y Consiliario de las Hermandades y Cofradías de Padul,
Don Cristóbal Sánchez, dirigida a las Hermandades
paduleñas y el rezo de un Padre Nuestro y un Ave
María.
Previamente el Hermano Mayor, Don Andrés
Rejón Sánchez, hizo entrega a Don Manuel Carlos Molina
Muñoz de un cuadro en el que se le reconocía su entrega
y se le felicitaba al cumplirse este año sus bodas de plata
como costalero en activo. Han sido veinticinco años ininterrumpidos
de trayectoria costalera, iniciada en la Cofradía de Nuestro
Padre Jesús Nazareno, donde formó parte de la primera
cuadrilla de costaleros de la hermandad y de Padul, ya que fue esta
cofradía la primera en contar con ellos. Siguió en
la Hermandad del Santísimo Cristo Crucificado, en la que
aún aporta su experiencia y trabajo. Desde 2007, además
es costalero del paso de Nuestro Padre Jesús de la Victoria
(La Borriquilla) de Padul.
El homenajeado, visiblemente emocionado,
agradeció el gesto que se había tenido para con su
persona, afirmando que seguiría siendo costalero mientras
Dios le diera fuerzas.
Con
puntualidad se abrió el toldo que cerraba la carpa en la
que se monta el paso y la hermandad inició su estación
de penitencia, partiendo desde la casa de Hermandad, sita en la
calle Vergel, 18, popularmente conocido como Barrio de San Antonio,
para enfilar la cuesta de la calle San Sebastián.
Una
“petalá” que como poco cabe calificar
de espectacular recibió a Jesús de la Victoria
en el entronque de Vergel con San Sebastián. Miles
y miles de pétalos de clavel caían del cielo,
cubriendo el paso, mientras la Agrupación Musical
María Santísima de la Estrella, a la que aprovechamos
para felicitar por sus treinta años de trayectoria
musical, ponía el ritmo cofrade en las calles causando
la admiración de los asistentes y dando alas a los
costaleros para afrontar el difícil tramo que iniciaban.
Siguió avanzando la hermandad
por las calles Doctor Rejón Delgado y Real hasta la Ermita
de San Sebastián, lugar en que se encuentran los Santos Patronos
de nuestra Villa, la Virgen de las Angustias y San Sebastián,
ambos representados en las cartelas laterales del paso de Nuestro
Padre Jesús de la Victoria. Un leve giro a la izquierda fue
el saludo de la hermandad a los Santos Patronos, tras el cual prosiguió
la procesión hasta la residencia de la tercera edad de la
calle Convento.
Los residentes recibieron con vítores
y aplausos a Jesús de la victoria y agradecieron vivamente
la dedicatoria de la levantá que realizaron frente a ellos
los costaleros.
Siguió
avanzando la hermandad por las calles Doctor Rejón
Delgado y Real hasta la Ermita de San Sebastián,
lugar en que se encuentran los Santos Patronos de nuestra
Villa, la Virgen de las Angustias y San Sebastián,
ambos representados en las cartelas laterales del paso de
Nuestro Padre Jesús de la Victoria. Un leve giro
a la izquierda fue el saludo de la hermandad a los Santos
Patronos, tras el cual prosiguió la procesión
hasta la residencia de la tercera edad de la calle Convento.
Los
residentes recibieron con vítores y aplausos a Jesús
de la victoria y agradecieron vivamente la dedicatoria de
la levantá que realizaron frente a ellos los costaleros.
Colegios,
Nuevo Mercado, Eras y Molino fueron las calles por las que fue
pasando sucesivamente La Borriquilla, hasta llegar a la calle
San Isidro donde, frente a la casa de Hermandad de San Juan
Evangelista, esperaba una representación de la Junta
Directiva de esta Hermandad. Tras encarar el paso hacia la casa
de San Juan, se rezó un padre nuestro por todos los asistentes.
Tras el agradecimiento del Hermano Mayor y el Capataz del paso
de San Juan, prosiguió la estación de penitencia
por las calles Blas Infante y Escuelas, para adentrarse por
la cale Horno, camino de la Casa de Hermandad de la Cofradía
de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
En el interior se encontraba el titular
del cofradía, dispuesto sobre unas andas y listo para formar
parte del Vía Crucis que se celebra el Jueves Santo.
De
nuevo se realizó un giro a la derecha, hasta dejar el paso
de Jesús de la Victoria encarado frente a la puerta de la
casa de hermandad, labor esta muy complicada por la estrechez de
la calle y la multitud que se agolpaba para no perderse nada de
cuanto acontecía. De nuevo el rezo del Padre Nuestro puso
el vello de punta a más de uno de los asistentes.
La
Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor, con su
torre del reloj quedaba casi al alcance de la mano. La Madre,
Nuestra Señora del Valle, casi podía ver el
paso de su Hijo camino de entrar victorioso en el Jerusalén
paduleño.
Calle
Iglesia abajo y, enseguida, la entrada a la calle Alcarceles
y el estrechamiento de “La Buega”. Labor costalera
de finura extrema, milímetro a milímetro,
picando el paso para no mecer. Apenas cinco centímetros
separan la parte inferior de la farola del guardabrisas
del candelabro derecho. A la izquierda un balcón
queda a solo un palmo. Órdenes precisas del capataz
y los contraguías, seguidas inmediatamente al pié
de la letra, hacen que el problema se convierta en un elemento
más de la procesión, dejando con la boca abierta
a cuantos piensan que se va a producir el choque.
Abenhamar
y Lavadero, desembocan en Mariana Pineda y Don José Garrido,
abriendo al calle Real y el Calvario a la Hermandad de la Borriquilla.
Los niños hebreos, con ramas de olivo y palma, por delante.
Detrás penitentes, palmas, cera e incienso.
De
nuevo en la calle Vergel, ya en el barrio, sin prisas con
toro el tiempo por delante, la Agrupación de la Estrella
comenzó a desgranar, marcha tras marcha, lo más
granado de su repertorio, haciendo que los costaleros, pese
al cansancio que debían sentir, no dejasen de trabajarlas
una tras otra y que, si notaban que avanzaban demasiado
deprisa, no dudasen en hacer de vez en cuando un paso atrás,
como queriendo hacer que todo esto durase más.
Tras la llegada del paso a la Casa
de Hermandad, entre los vítores y aplausos de la multitud
congregada, los costaleros salieron del paso y aplaudieron largamente
a la Agrupación de la Estrella y a cuantos se habían
dado cita para ver la procesión y el encierro de la Hermandad.
El trabajo de todo un año
había dado sus frutos y ahora daba comienzo un nuevo año
de trabajo, ilusiones y fe.