HOMILÍA DEL
CARDENAL DE SEVILLA EN LA PASADA MISA DE PENTECOSTÉS EN EL
ROCÍO
Damián Cruz Martínez
Tertulia Cofrade “El Capirote”
Baeza, junio 2009
Lo hizo en conmemoración
del 90ª Aniversario de la Coronación Canónica
de la Reina de las Marismas. En la misma valoró de
forma muy positiva la romería, en su verdadero espíritu
así como criticó el aborto y alabó
la labor de los donantes de órganos.
Texto íntegro:
1. ¿Por qué
te sorprende ver llorar a ese hombre ante la imagen de la Virgen?
Es que ha llegado a él el Espíritu Santo y le ha hecho
sentir el arrepentimiento de sus pecados; le ha hecho recordar los
buenos consejos que le daban sus padres cuando, entonces niño,
le traían al Rocío.
¿Por qué te extraña
la alegría de ese hombre, de esa mujer que, sin dar tregua
a la fatiga, trabajan de la mañana a la noche para llevar
el bienestar a su casa? Porque ha llegado el Espíritu Santo
y le ha hecho reconocer el valor de la familia.
¿Por que os extrañáis
de quien perdona sinceramente a quien le ofendiera, del que ayuda
generosamente al necesitado, de quien compromete su vida en el empeño
de conseguir una sociedad más justa para todos, del que sabe
llorar con el que llora y tiende la mano al que le volviera la espalda?
Porque ha llegado el Espíritu Santo y nos ha abierto los
ojos para ver la huella de la mano de Dios metida en los hondones
del corazón del hombre.
2. Con la venida
del Espíritu Santo todo ha ido recobrando su primer valor
y hermosura y se nos hace ver el resplandor de lo verdadero, la
grandeza de la justicia y de la bondad, el inigualable gozo de poder
vivir como auténticos hermanos.
Con el Espíritu Santo se
viven con gozo las esencias más puras del ser cristiano.
El Espíritu lo llena todo de una vida admirablemente nueva.
Cuando salía tu hermandad y emprendía el camino, te
parecía que ibas andando hasta el mismo cielo. Al pasar el
río Quema sentías que las aguas se abrían para
dejar paso a la carreta donde llegaba el simpecado con la imagen
de la Señora, pero también recordabas el agua bendita
que te hizo cristiano en el bautismo. Cuando se rompían vuestros
pies entre las arenas, sentías que lo peor de las heridas
y de la cruz es tener que sufrirlas sin esperanza.
3. Así lo
dice Cristo en los últimos momentos y en la cruz: todo está
cumplido. Aquella vida que me diste para que pudiera realizar tan
santa misión, ahora la pongo en tus manos. El Padre recibe
la vida de su Hijo y el día de Pentecostés, como lo
había Prometido Jesucristo, nos la da a nosotros. ¡Cristo
vive y está a nuestro lado! El Espíritu Santo se encarga
de hacernos ver y sentir la presencia del Resucitado.
Sin el Espíritu Santo, el
Rocío es una fiesta como otra cualquiera; la aldea de Almonte,
lugar de encuentro y convivencia; las marismas, terreno que se inunda
con las aguas; la Hermandad, grupo de amigos unidos para la fiesta;
el Simpecado, estandarte vistoso; la carreta, carruaje y poco más;
el Quema, agua y río; el camino, fatiga y cansancio; el puente
del Ajolí, obligado tránsito para cumplir el programa
del itinerario...
Pero con la gracia del Espíritu
Santo, el Rocío es devoción sincera a la Madre de
Dios y que se vive todo el año; la aldea de Almonte, santuario
y casa de la Señora más querida y venerada; las marismas,
lugar hermoso que habla del cielo; la Hermandad, escuela donde se
aprende la mejor de las lecciones: el mandamiento nuevo del amor
fraterno; el Simpecado, icono querido de la Blanca Paloma; la carreta,
trono bendito de la más preciada imagen; el Quema, agua que
recuerda el bautismo que nos ha purificado; el camino, peregrinación
santa para encontrase con Cristo y su bendita Madre; y el puente
del Ajolí es tránsito que anuncia la llegada a un
lugar santo.
Todo ha cambiado por obra y gracia
del Espíritu Santo. Por obra y gracia del Espíritu
Santo recibimos la bendición santificadora del bautismo.
Por obra y gracia del Espíritu Santo se perdonan nuestros
pecados. Por obra y gracia del Espíritu Santo el pan se convierte
en Eucaristía. Por obra y gracia del Espíritu Santo
el Verbo se hizo hombre y la Virgen se convirtió en Madre
de Dios. ¡Bendita sea esa Blanca Paloma del Espíritu
que tantas maravillas realiza en favor de los hijos de Dios!
4. Estamos aquí,
con María del Rocío y para llenarnos de la gracia
del Espíritu Santo. Igual que aquel primer día de
Pentecostés. A Jerusalén habían llegado hombres
y mujeres de las más distintas procedencias, con formas distintas
de hablar y de color de piel y de mentalidades diferentes. Pero
todos se entendían. Es que hablaban el mismo lenguaje. El
del Espíritu de amor, de paz, de misericordia, de comprensión,
de respeto mutuo, de caridad fraterna... Este tiene que ser el lenguaje
en que todos hemos de entendernos. No intentéis otro camino
para la comunicación entre las personas. La violencia, el
rencor, la injusticia, los odios, la altanería, el desprecio
de los más débiles, nunca puede ser camino de la paz.
Porque la paz no es solo el final de una contienda y lograr un acuerdo
pactado, sino el principio y comienzo de todo. Solamente quien lleva
en su corazón el sincero deseo de la paz puede emprender
con esperanza el camino de la paz.
Recibiréis el Espíritu
Santo, dijo Jesús. Y como el Padre me ha enviado, así
os envío yo. Después de este encuentro con la Señora
de las Marismas, la Madre de Dios, volveremos a nuestras casas.
Allí nos encontramos con una situación difícil:
falta de trabajo, pobreza, inseguridad, acosos a la familia y a
la misma vida.. ¿Qué hacer?
Como seguidores de Jesucristo, no
tenemos vocación alguna para ser litigantes permanentes contra
nadie, pero sí obligación de acudir en defensa de
los derechos que nos asisten como ciudadanos y como creyentes. No
nos consideramos víctimas de sistema alguno, sino testigos
de Cristo resucitado. Tampoco queremos ser unas gentes destinadas
a vivir en una escondida catacumba, sino dar testimonio del Evangelio
a plena luz. Deseamos el mayor bienestar y la mejor calidad de vida
para todos, pero no a costa de pasar por encima de los derechos
de los demás. No solo no nos dejamos apabullar por lo que
pueda ser innovación y progreso, sino que deseamos ser auténticos
pioneros en el estudio, la investigación y el bienestar social.
Pero, no podemos permanecer impasibles, como hombres y mujeres creyentes,
ante los atropellos a la dignidad de la persona y la defensa de
la vida humana desde su concepción hasta la muerte.
Nadie tiene derecho sobre la vida
del otro. Todos tenemos la obligación de respetar y defender
la vida del hombre, incluida la fase previa al nacimiento. La vida
humana, en cualquiera de las etapas de su desarrollo, no es un producto
negociable.
Una prueba más de nuestro
apoyo y defensa a la vida es la campaña que hemos emprendido
bajo el lema "Un rocío de luz, vida y esperanza",
con la que pretendemos sensibilizar a todos con la necesidad de
hacerse donantes de órganos, para poder seguir viviendo en
aquellos que dependen de esa donación que otra persona puede
hacer: "No te lleves al cielo lo que tus hermanos necesitan
aquí".
5. Con Jesucristo
y con María Santísima, todo es posible y llevadero.
Los mandamientos no son obstáculo y corsé que oprime
y ahoga la libertad de la persona, sino ayuda para caminar con paso
firme y llenos de esperanza. Con Jesucristo, el evangelio no es
carga de leyes y preceptos, sino anuncio de las mejores noticias
para el encuentro con Cristo, Señor y Salvador. Con Jesucristo,
la Iglesia no es muro y parapeto que impide caminar con libertad
y alegría, sino que es madre y ayuda que nos acerca al Señor.
Con Jesucristo, las gentes no son grupo de egoístas entre
el que hay que abrirse camino a costa de lo que sea, sino hermanos
nuestros y los mejores compañeros del camino.
6. Estamos aquí
celebrando esta fiesta del Espíritu, con María la
Madre de Jesús, la Madre de Dios, y recordando este año
el noventa aniversario de la coronación canónica de
la venerada imagen de la Señora del Rocío. Aquella
corona de espinas, que llevara Cristo en su cabeza, ha florecido
el día de pascua de resurrección, y nosotros, en un
nuevo Pentecostés, la hemos colocado sobre la imagen tan
querida de María. Cristo llevó las espinas para que
su Madre pudiera llevar las flores, Cristo sufrió las afrentas
para que su Madre pudiera oír nuestros piropos. Cristo moría
en la cruz para que su madre pudiera ser nuestro consuelo y esperanza.
Aquella corona de espinas florecía
para honra de la Madre que tanto dolor llevara junto a su Hijo.
Por eso, María del Rocío Coronada es Virgen llena
de bondad, Madre de misericordia, resplandor de la justicia, razón
de nuestra alegría. Es caridad ardiente, esperanza cierta...
María del Rocío es la Madre de Dios.
7. En fiesta tan
grande hemos puesto la mejor de nuestras mesas y el pan de cada
día. Por obra y gracia del Espíritu Santo ese pan
se convertirá en Eucaristía. Mejor rocío del
cielo no nos podía llegar. Este pan de vida, cuerpo y sangre
de Jesucristo serán para nosotros comida y bebida de salvación.
Y que todo sea para alabanza de
Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.