Ángel León/Rafael Pérez Castillo/DonaldPress
Ayamonte, abril 2009
Rafael
Pérez Castillo desde Ayamonte, nos describe la “Madrugada”
cofrade: Padre Jesús y “La Villa” Reunión
de Familias.
Como
no podría ser menos, al igual que en todas partes
incluida la mismísima Sevilla, la “Tierra de
María Santísima” a pesar de que, cualquier
día es bueno de la Semana Santa, para ver unas bellas
imágenes y unas hermandades maravillosas y diremos
que como sabemos todos “los amantes” de la Semana
Mayor, deberíamos “crear” una semana
especial de nueve días, para que estuviesen dentro
de ellas, hasta las Hermandades de las Vísperas que,
también tienen su encanto y aportan algo tan positivo
como: el fervor, la devoción y la forma tan especial
de “volcarse barrios enteros” con sus también
hermandades, le pese a quien le pese…
Ya que lo importantes
es llegar a Dios y todos los caminos conducen a EL y a su
Hijo Jesús Triunfante: entrando en Jerusalén,
en esos grandiosos Misterios,- que nos ofrecen casi todos
pasajes de la gran y grave “injusticia” que tuvo
que soportar por hacerse HOMBRE – con mayúsculas
– con: la Cruz al hombro, clavado en ella antes y después
de morir, siendo enterrado, para después resucitar
Triunfantemente al tercer día, como recogen las Sagradas
Escrituras. Jesús Cristo, bajo cualquier Advocación…
Por supuesto también a su Stma. Madre la Virgen María,
venerada bajo cualquier Advocación… Una vez aclarado
esto y dicho de una forma amplia que, todas y cada una de
las Hermandades son muy importantes.
Tenemos que reconocer que la
Madrugada del Viernes Santo en Sevilla, sin menos preciar
a ninguno de los demás días es “Algo Muy
Especial” que, debemos reconocerlo todos los COFRADES
y eso lo muestran cientos de encuestas y estadísticas…
Bueno y pienso que para ser un prologo, bastante he escrito
por hoy y lo he hecho sin citar ninguna Advocación.
Porque reconozco públicamente que TODAS LAS HERMANDADES
tienen sus fieles hermanos y Jesús Cristo es uno y
la Stma. Virgen en sola una y desde aquí, os animo
queridos amigos COFRADES a velar cada uno por su Hermandad
y todos por TODAS.
Ahora veamos que nos dice nuestro
buen amigo Rafael Pérez Castillo desde la bella Ayamonte:
PADRE JESÚS Y “LA VILLA”,
REUNIÓN DE FAMILIAS.
La madrugada del Viernes Santo, en
Ayamonte, es de día.
La Amargura entró en su casa,
pero no cerró las puertas ni puso fin a la jornada de vivencias
de nuestra Semana Santa. Justamente a las dos de un viernes que
acaba de comenzar, unas viejas hojas de madera antigua, goznean
con la alegría de alumbrar a Dios a la calle.
¡Se trata de Padre
Jesús!
Es
muy difícil digerir la idea de que todas las Cofradías
son iguales. Empezamos por anotar que no se trata de una Hermandad,
es la única Cofradía a secas de Ayamonte, porque
todo es absolutamente único; tan los es, que le sobran
los nombres y adjetivos con los que se quiera resaltar en la
escritura, en los periódicos, en las revistas, en los
reportajes y, en general, en cualquier medio en el que se difunda
el compromiso tácito que con Ayamonte tiene Padre Jesús.
¡Padre Jesús es Padre Jesús! Lo lamento
por quienes puedan esbozar una sonrisa, porque los comprendo,
por fuerza han de ser allende nuestros límites, y jamás
vivieron el día que supone la noche de Padre Jesús.
Escribiendo con rotundidad, me responsabilizo
de mi decir cuando afirmo que, primero que nada, Padre Jesús
es ayamontino, pero luego, luego Padre Jesús es cuento. A
su sol, nunca se podrá hablar de sombras, se han criado,
educado, comido, y vestido, niños y niñas que hoy
son hombres y mujeres de bien, que carecían de condiciones
de crianza, de ambiente educativo, de despensa con capacidades de
atención, y de una sastrería al corte, capaz de vestir
a personas que van a desarrollar un perfil especial. Cierto que
también algunas ovejas fueron negras. Todo esto lo pudo el
cumplimiento de los objetivos que daban sentido a una generosa Fundación
ayamontina, el soporte de una institución, y el amor desmedido
de unas Hijas de San Vicente de Paúl que daban y administraban
lo que tenían y que, con sus defectos y virtudes, ocuparon
en mi vida y en la de miles de niños, el espacio de la madre.
Quienes hoy no sepan decirle, ¡gracias! creo que están
desacertados con el tipo de valoración que emplean.
Amigos, hermanos de techo y soledades,
contabilizad así, y nadie tendrá dudas: DABAN
LO QUE TENÍAN.
Esta afirmación está
repetida, pero es el escudo de la verdad que defiende a unas santas
mujeres que no han sido bien tratadas, en el final de su misión
en la Casa Cuna. Y no había más, pero llegó
un tiempo en el que la educación – nuevas técnicas,
corrientes y factores sociológicos – reclamaba, en
justificado y subido tono, una reforma radical de este tipo de establecimientos,
sin estar pidiendo que desapareciesen y que se prescindiera de las
Hermanas de la Caridad sin mucho ruido, algo así como final
de contrato. A quienes estuvieron en esa rescisión, decirles
que se trataba de rehabilitar, y no de destruir. Sobre la promesa
de una reforma, nos dejaron un solar; y se quiso indiferenciar la
Gloria, que es lo mismo que sembrar el olvido, pero ahí,
justo en esa encrucijada, estaba Padre Jesús. Más
adelante, diremos cómo.
La Cofradía de Nuestro Padre
Jesús Nazareno y María Santísima del Socorro
no existe en ningún otro lugar, por muchas historias que
se cuenten. Su fundación está comprendida en un intervalo
antiguo, tanto como 1596/1604, y de las autorías casi no
se puede hablar. Se cree que Padre Jesús se identifica con
ciertos rasgos, aztecas o cubanos, que lo encajan en una posible
donación fervorosa de algún ayamontino colonizador.
Se comenta de su presencia en una de nuestras más céntricas
calles y de la casa en que vivió, pero nada se da como origen
definitivo al que unir tan entrañable y querida historia
de amor ayamontina.
La Virgen del Socorro, que ni sonríe
ni llora, pero tiene lágrimas y son de las madres de Ayamonte,
se atribuye al escultor italiano Giacome Valandi. La noticia acerca
de esta atribución, me parece estar seguro, que llega de
la mano del fallecido artista local Don José Vázquez
Sánchez, cuyas razones técnicas o de procedencia nunca
han estado totalmente confirmadas, por lo que para los ayamontinos,
no existe problema alguno, la Virgen del Socorro es nuestra y, ¡fin
del capítulo!
La vida de Padre Jesús y su
Madre, es la vida de Ayamonte. Mi mente proyecta borrosamente una
lejana procesión que apenas entendía.
Parece que fue ayer cuando unos niños
de la Casa Cuna, cargaban su cruz pequeña, la que se veía,
sus ciriales y sus incensarios; y unos hombres, ya mayores, revestidos
de túnica y situados delante del paso del Señor, protagonizaban
“la burla” con sus viejas y ruidosas trompetas. Cincuenta
metros por delante, otro de aquellos hombres, llenaba las calles
con el ruido de la matraca. Era Colijo. Se despertaba al pueblo
porque venía el Señor. Días antes, unos emisarios
de la Cofradía, hábito morado y vara de madera, pedían
ayuda económica por las casas: eran “los
votitos” de Padre Jesús. Las cosas han
cambiado, pero Padre Jesús, sigue igual. La Cofradía
mantiene sus características esenciales. En muchos casos,
las túnicas siguen heredándose de padres a hijos;
ropa de gloria y honor, morada para el Señor y negra para
la Virgen, con corona de espinas sobre la sien.
Seis horas antes de que se produzca
la salida de la Cofradía, recién puesta en la calle
la Hermandad de la Amargura, se hace la convocatoria de las cuatro
remudas de “cargaores” de cada paso, es como pasar lista,
pero mucho más sublime, puesto que desde el inicio de tan
numerosa reunión, además de que los capataces controlen
las posibles novedades que hubiere, tiene lugar el rezo de “la
Salve”, empezando en la Capilla del Socorro ante los pasos
ultimados en todos sus detalles. Largo y ancestral poema de cariño
y tradición dedicado a la Virgen, que también se repetirá
en la Iglesia de San Francisco, en la Parroquia de las Angustias
y en la Iglesia de la Merced, con esa música borrosa y vieja,
cuya partitura se va reescribiendo según van naciendo los
ayamontinos.
Dios
te Salve, aurora bella,
Madre del Dios del Carmelo.
Hija del Eterno Padre,
Madre del Divino Verbo
Participar en este
acto es como saborear una bella lección de Moral, Teología,
Marianismo, o no se sabe qué extraña y desconocida
ciencia del Tratado de la vida del hombre ante la grandeza de Dios.
Es llegada la hora. En la calle Galdames,
siendo como es de larga, es muy difícil encontrar sitio.
Los que están más lejos tienen la conformidad de decir
que, de lejos se ve mejor;
en verdad, no importa porque Padre Jesús sale y llega a todos.
Su paso, ascua de oro en la zona oscura de los relojes, es un evangelio
de esfuerzo, zarandeado con fe en la noche más
de Dios que tiene Ayamonte.
En el desfile, no hay música,
ni acompañamiento de autoridades eclesiásticas o municipales
u otro orden. En todo el largo itinerario, sólo están
Cristo, María y Ayamonte. Los pasos, que no responden al
esquema habitual, y que pueden catalogarse en capítulo único,
son de una esplendidez indescriptible, y sus zancos los constituyen
los cuerpos humanos de los “cargaores”. Veintidós
hombres repartidos en dos maniguetas laterales, y ocho varas, entre
frontales y traseras, para los de más experiencia, que son
los que portan unas horquetas de hierro, único punto de apoyo
en las paradas, cuyo contacto con el suelo es el acompañamiento
musical, exclusivo y característico que, a mucha distancia,
va avisando: “ya viene Padre Jesús”.
Es necesario aclarar que nadie se
olvida de la Madre, ocurre que está en el Señor, al
darse por sentado, que Padre Jesús, es el resumen de Ayamonte
y, por tanto, el dolor y los sufrimientos de la Madre más
representativa, de la Virgen del Socorro, es la muestra de cómo
sienten y sufren las madres de Ayamonte, y hablan de ello en la
soledad de la Capilla del Socorro, en visita de viernes, cuando
abren sus libros de madre, y los ponen ante María del Socorro,
que los hace suyos y los manifiesta en un pucherete indescriptible,
mitad pena y mitad pena, que reúne la poesía inédita
y sencilla del pueblo que está herido.
¡Y también alegrías!
Primeras comuniones, bodas, proyectos,
ilusiones, oraciones que son conversaciones propias de los hogares,
de los colegios, de las oficinas, de los barcos en los caladeros…,
imposible de enumerar! Con este material se sostiene el monumento
a la fe que Ayamonte tiene en María del Socorro y en Padre
Jesús.
¿Por dónde
viene la Cofradía?
¡Eso no se pregunta!
Lo correcto es: ¿por dónde viene el Señor?
Pues el Señor viene por todos
los caminos de la Geografía mundial, atrayendo, en esta madrugada
a los ayamontinos que un día hubieron de emigrar. Cierto
que el Señor va por la calle de la Amargura, que pasa por
la Tribuna, que entra en la Iglesia de las Angustias y en la del
Salvador, que se asoma al Templo de las Mercedes, pero no menos
cierto es que también “está lejos” donde
hay un ayamontino que “está lejos” y llora el
no poder venir; pero el Señor, ese Señor de nuestra
madrugada ayamontina, está en su corazón en un desfile
de Amor y paisanaje. Es increíble, sólo Ayamonte lo
entiende.
Después de todo el recorrido,
Padre Jesús y la Virgen del Socorro permanecen en unas banquetas
de apoyo en la puerta de la Capilla del Socorro, y allí comienza
“la Rifa” y la Subasta. La Subasta se refiere a las
varas de los pasos de la Virgen y del Señor, que llevan implícito
el ser sus capataces en la próxima Semana Santa, y que es
uno de los honores más grande al que se pueda tener acceso;
y la Rifa es como un pequeño mercado de venta de los regalos
que ha recibido el Señor, y cuyas cantidades puestas por
la puja, son voceadas por personas afectas a la Cofradía,
que igual muestran un ramo de flores, un gallo, un surtido de conservas,
un chivito, y lo más impensado que haya podido ser ofrecido
al Señor y a su Madre. Mientras, todo Ayamonte, y muchas
personas fervorosas seguidoras de esta Cofradía y sus tradiciones,
comen y beben a la espera de que se adjudiquen las varas, que es
el momento en que se recogen los pasos. Padre Jesús y su
Madre, de nuevo en su Capilla de la mano de otros capataces que
ya portan felices las varas, las mismas que dormirán durante
un año en sus casas. Son felices por eso y son felices por
haber alcanzado una ilusión, por haber logrado cumplir una
promesa de su vida, quizás la promesa de su vida.
Antes, en referencia a la Casa Cuna,
decíamos que en determinada encrucijada estaba Padre Jesús.
Estaba y está. Está presente en las vidas de quienes
hemos compartido techo, comida y cama con él.
El viejo patio, “la Obra”,
su nombre antiguo, hoy Pistas de la Villa, es el escenario central
de la Rifa. Pues bien, todos los años, todos los “cunetos”
que podemos estamos allí y protagonizamos una convivencia
sincera, o como mínimo un saludo entrañable, igual
que los ayamontinos de Ayamonte la protagonizan con los ayamontinos
de Ayamonte que están lejanos. “Noche de los encuentros”
llamó un pregonero a la noche de Padre Jesús. Con
su permiso, me decanto por “Día de los encuentros”
y ahí queda incluido Padre Jesús y todos los demás.
Ayamonte y Padre Jesús van al encuentro de padres e hijos,
amigos y conocidos que han surcado los kilómetros que los
mantenía unidos con Padre Jesús, hasta sentir el contacto
de su piel, o encontrar esa mirada que antaño pareciera tan
seria y sólo era la mirada del padre que faltaba.
Cuando entra Padre Jesús en
su capilla, aún queda enterrar a Cristo, y el pueblo se arropa,
aferrado a un descanso reparador, mecido por el ritmo incomparable
de la vieja saeta ayamontina que entonaba Gaspar. Sigue entreabierta
la puerta, pero todo parece como un sueño de ángeles
que quieren vivir en Ayamonte, con la música piadosa de esa
“Salve” rancia, heredad de Gloria y fe que se sirve
como tratado de cultura, y que sigue diciendo:
A Ti
Señora, rendidos,
pedimos todo este pueblo
que nos mires con piedad,
con amor benigno y tierno.
…
Digamos Ave María
Para que tiemble el infierno.
RAFAEL
PÉREZ CASTILLO(120409)
Nota del editor y humilde
“prologuista”:
Amigo
Rafael, ha merecido la pena la espera y “entre nosotros quedan”
como pacto entre “buenos caballeros” los 9 puntos del
“ya decía yo…”. Como dijo el otro…
“más sabe el Diablo por viejo que, por Diablo”.
Y
ahora siguiendo la seriedad de este maravilloso artículo
tuyo y de todos, a través del como siempre digo yo “Internet”
bien utilizado que gracias a la Red de Redes, lo leen miles y miles
de lectores o visitantes del mundo entero, a los que les enviamos
un abrazo fraterno en ese “Jesús Cristo Vivo”
que ha Resucitado Triunfalmente para liberarnos a todos.
A
lo que iba yo en el párrafo anterior, lo mismo que las Hermanas
de la Compañía de la Cruz que fundó esta Santa
tan cercana sevillana de nacimiento Santa Ángela de la Cruz
que proyecta todo su amor hacia los más necesitados. Me uno
yo también a tu mención tan especial, como espontánea
y seguro que merecidísima que le has hecho antes a la Hijas
de la Caridad de San Vicente de Paúl, porque me constan que
hacen también mucho bien hoy en día a favor de los
más desvalidos y que no hacen ningún tipo de discriminación.
Mi sencillo, pero sincero homenaje desde aquí a ambas “legiones
de ángeles buenos en la tierra”: Las Hijas de la Caridad
de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac y las Hermanas
de la Compañía de la Cruz, el Gran Legado de Santa
Ángela de la Cruz.
Obviamente
los fundadores de estas grandes congregaciones, forman parte de
estos Santos que yo vengo en llamar cercanos, por su gran labor
y en el tiempo unos y otros en las buenas obras que solo citar sus
nombres, sentimos una gran cercanía.