La
devoción que el pueblo de Restábal siente por
la Virgen de Fátima ha quedado patente durante los días
que anualmente visita al pueblo, desde el 13 de mayo, y en su
romería. Este año ha destacado el incremento de
carrozas engalanadas, venidas algunas de otros pueblos del Valle
de Lecrín.
El día 13 de mayo, festividad
de la Virgen aparecida en Fátima (Portugal), a las
cinco y media de la tarde las campanas de la parroquia de
San Cristóbal repicaban llamando a los vecinos para
subir al cerro del Calvario, donde se encuentra la ermita
de la Virgen, y desde donde a las seis de la tarde, salía
camino del pueblo, entre el estruendo de la pólvora.
Divisando el Valle de Lecrín y entre cantos populares
a Ella dedicados, la Virgen del Cerro, como se le llama cariñosamente
en Restábal, llegó al cruce de la cuesta del
Calvario con la Acequia Alta, ya estaba en el pueblo. Los
aplausos de las personas allí congregadas le dieron
la bienvenida, al par que las campanas se lanzaban al vuelo
para anunciar su llegada, incesante repicar que la acompañó
hasta su entrada en el templo, por las calles Calvario, Antonio
Machado, Ayuntamiento, Virgen del Rosario y plaza de la Iglesia.
Una vez en el templo tuvo lugar el rezo del santo Rosario.
El sábado 16 se celebraron
el rezo del Rosario, a las 18’30, y a continuación
la solemne Eucaristía, celebrada por nuestro párroco,
Enrique Martín.
Llegó el domingo, 17 de mayo,
domingo de romería. A las once de la mañana se congregaban
las carrozas en la plaza Joaquín Muñoz, alrededor
de una decena, un incremento importante, con algunas de ellas procedentes
de pueblos vecinos. A las once y veinte las campanas volvían
a perder la mordaza, en honor y gloria de la que manifestó
a los pastorcillos como “Ntra. Señora del Rosario”,
una advocación íntimamente ligada a este pueblo, puesto
que su patrona es la Virgen del Rosario.
Pasadas la doce de la mañana
salía la Virgen a las calles, esta vez para realizar el recorrido
tradicional, con los cantos de la salve en los lugares de rigor.
Llegados a la plaza, las carrozas comenzaron su ascenso al Calvario
delante de la imagen. En momentos puntuales estuvo acompañada
por las voces de un coro rociero. Al comenzar la cuesta del Calvario,
el pueblo despidió a la Señora con el cántico
“Adiós dulce madre querida”. Poco antes de las
dos de la tarde, la Flor del Calvario atravesaba triunfante por
el arco que accede al Calvario, tras las salves rociera, de Fátima
y restabeña, y el estallido de multitud de cohetes y tracas,
entró de nuevo a su ermita arropada por los aplausos y vítores
de los congregados.
La fiesta continuó en la explanada
del Calvario hasta la llegada de la noche, con gran afluencia de
personas y animación musical. Desde su ermita, la Virgen
extiende su blanco manto sobre el Valle y recibe las visitas diarias
de sus hijos.
Salve gran reina del cielo, en
Fátima aparecida.
Vida, esperanza y dulzura del alma que en ti confía.
Que tú hijo nos perdone,
y que nos perdones tú.
Restábal quiere ser tuyo y quiere ser de Jesús.