Cofradía de la Santa Vera Cruz
Alhaurín el Grande, abril 200
¡Cristo ha resucitado!
Pasada la media noche, la
losa que cubría la entrada del Sepulcro de Jesucristo,
se movía lentamente sin que nadie la tocara, ¡Cristo
había resucitado!
El vacío de nuestros
cofrades corazones, resucitan un año más en
el atrio del Convento con la representación de unas
impactantes escenas que tuvieron como protagonistas las
personas más allegadas a Jesús.
Después
de su Crucifixión, el cuerpo sin vida del Maestro fue
embalsamado y enterrado en el Sepulcro de José de Arimatea.
Hasta allí y por orden el procurador Pilato, se trasladó
la guardia romana para sellar la sepultura y montar guardia.
Había rumores que sus discípulos querían
robar el cuerpo de Jesús y los romanos estarían
allí para impedirlo. Pero lo que no pudieron impedir
fue que la losa que cubría la entrada del sepulcro,
se moviera lentamente sin que nadie la tocara... ¡Cristo
había resucitado!.
En la casa de Tomás, Pedro
aparecía tras la muerte del Señor. Entre sus discípulos
sólo quedaba resignación, dolor, impotencia y soledad.
Los mismos sentimientos que en el resto de la humanidad cuando duerme
cada Viernes Santo. María Magdalena, quiso volver al lugar
donde yacía el cuerpo de su Maestro. Pero al llegar allí,
se encontró una tumba vacía, para un corazón
desecho. Su fe y sus lágrimas tendrían justa recompensa;
"¿Mujer porque estás
llorando?
-Porque se han llevado el cuerpo de mi Señor.
-¡María, María...!
-¡Maestro.....!
-¡No, no me toque! porque aún no he subido hasta
mi Padre..."
Los discípulos estaban reunidos
cuando María Magdalena, llegó para transmitirle la
buena nueva. Pero sus palabras no eran consuelo para la debilitada
fe de los apóstoles.
-"Pedro y todos vosotros, algo
maravilloso ha sucedido. Lo he visto."
Tomás incrédulo, miradas vacías, silencio
y más silencio. En un ambiente de pesimismo, Pedro alza
la voz para recordar lo que en su día Jesús dijo
que sucedería. Tomás insiste;
-"Yo, si no veo en sus manos la marca de los clavos y meto
mis dedos en su costado, jamás creeré."
-La paz sea con vosotros, hermanos.
Al tercer día de aquella dolorosa muerte, Jesús
se apareció a sus discípulos, antes de subir a la
derecha del Padre, para dejarles un último mensaje..."recorred
los caminos predicando la buena nueva... Id y enseñad a
la gente de todas las naciones, santificándoles en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
Y así sucedió, hasta
tal punto, que dos mil años después los cofrades de
la Vera-Cruz, seguimos celebrando y venerando el Mensaje que aquel
Hombre nacido en Nazaret, dejó para toda la humanidad.
El vacío ha dado paso a la
plenitud del alma. En el atrio del Convento, esta noche vuelve a
resucitar la esperanza y la fe, bajo el amparo de la próxima
llegada gloriosa del Señor del Convento. La primavera está
a punto de estallar en mil colores.