José Villena Molina
ideal.es 22.07.09
Padul, julio 2009
Padul
rescata la imagen que presidió una antigua cárcel
durante la Guerra Civil.
Leopoldo García Villena y la escultura
La
Guerra Civil ya estaba muy avanzada cuando en Padul se instalaron
tres centros de detención conocidos como El Olivarillo,
el Corralón de Negocios y La Casa Grande. Por ellos
pasaron entre tres y cuatro mil hombres procedentes, en su
mayoría, del llamado Cascajar Negro, en La Alpujarra,
uno de los frentes donde se libraron los más duros
combates.
De
aquellas prisiones provisionales, la de más larga duración
fue la de la Casa Grande, el castillo-palacio de los Pérez
de Herrasti.
Entre los retenidos hubo un alto
porcentaje de gudaris, los conocidos como soldados vascos cuya huella
se dejó sentir en Padul ya que, autorizados a trabajar fuera
del recinto, lo hicieron en los pequeños talleres de carretería
y, sobre todo, en la agricultura.
De hecho, todavía se conserva
el llamado 'camino de los gudaris' construido por ellos en El Manar
para facilitar la repoblación forestal de la montaña'.
La Casa Grande estuvo dotada de todos
los servicios, entre ellos, los religiosos. Los presos, como eran
conocidos en el pueblo, levantaron en uno de los patios una hornacina
con una imagen de la Virgen de la Merced patrona de prisiones y,
bajo ella, un rústico altar de madera sobre el que el párroco
de Padul celebraba todos los domingos la Eucaristía.
Andando el tiempo, la imagen y el
altar desaparecieron sin que se supiera más de ellos. Ahora,
sorprendentemente, ha llegado a las manos del restaurador paduleño
Leopoldo García Villena que dice haberla recibido de un señor
que asegura la encontró en un contenedor de basura.
Sea como fuere, Leopoldo ha realizado
una minuciosa labor dejando la imagen, si no igual, sí casi
idéntica a la que hicieron aquellos presos hace más
de setenta años. El artesano ha expresado su deseo de que
la imagen se coloque en un lugar destacado de la Casa Grande como
homenaje permanente a la tragedia de aquellos hombres.