Francisco
Molina Muñoz
Hermandad de “La Borriquilla”
Padul, abril 2010
Un
año más,
coincidiendo con
la celebración
de la festividad
de Nuestra Señora
la Virgen de la
Cabeza, nos hemos
puesto en marcha,
como viene siendo
tradicional, para
asistir a las fiestas
de Moros y Cristianos
que se celebran
en el Altiplano
Granadino en tan
señaladas
fechas.
Este
año
hemos cambiado
parte de nuestro
programa por lo
que hemos decidido
centrarnos en la
localidad de Benamaurel,
pueblo de apenas
2.700 habitantes
enclavado en la
comarca de Baza.
La razón
de este cambio
se basaba en la
invitación
hecha por Miguel Ángel
Martínez
Pozo, autor de
los libros “Descubre
el origen”:
Moros y Cristianos
de la Comarca de
Baza y “En
busca de la verdad”:
Fiestas de Moros
y Cristianos de
la Comarca de Baza.
Miguel Ángel,
persona joven,
afable y profunda
conocedora de las
tradiciones y costumbres
del lugar nos explicaba
que las fiestas
que se celebran
en Benamaurel,
en las que él
mismo participa
activamente, son
en ocasiones dejadas
de lado por el
aparente mayor
esplendor de las
que se celebran
en poblaciones
vecinas. Quizá se
trate, como él
dice, de una falta
de información.
No hay que dejarse
llevar por los
rumores y si por
el saber.
Lo dicho, una
vez decidido que
nos quedábamos
en Benamaurel,
partimos de Padul
a las nueve y media
de la mañana
del pasado domingo
25 de abril. Tras
una breve parada
en el camino, llegamos
a Benamaurel justo
cuando se iniciaba
la Procesión
y Desfile de Moros
y Cristianos en
Honor a Nuestra
Señora la
Virgen de la Cabeza.
Como
cada año,
un derroche de
colorido e imaginación,
al son de marchas
moras y cristianas,
recorría
la empinada cuesta
que lleva a la
ermita. Filas y
filas de Pakkos,
Moros y Cristianos
se sucedían
sin solución
de continuidad,
desfilando unos
con aire marcial
y otros con aire
festivo. El caso
es que mayores,
hombres, mujeres
y niños
se integran como
uno solo en el
desfile, dando
a la fiesta un
aire propio, un
aire que pensamos
que les distingue
de otros lugares
y que por eso mismo
es una seña
de identidad que
no debería
cambiarse en pos
de un mayor valor
comercial una mayor
estandarización.
Acabado
el desfile, todos
a las barracas.
Cerveza, refrescos
y “zurra” (bebida
típica de
estas fiestas que
sube
el ánimo
y debilita las
piernas...)
gratis para todos,
acompañadas
con aceitunas,
pepinillos, cebollitas,
patatas fritas,
etc. por aquello
de no coger el “puntito” demasiado
rápido.
La
charanga no cesa
de tocar ni
un instante y,
entre tema y tema,
ritmo de batucada,
para que nadie
pare de moverse.
Y si esto fuera
poco, los músicos,
se bajan del entarimado
y se ponen a bailar
con los que allí estábamos
mientras seguían
tocando. Algo genial.
A las tres cada
uno a comer, donde
puede. Nosotros
de bocadillo, en
el merendero que
hay en el pinar
de la ermita. Un
excelente lugar
este para comer
tranquilo y relajarse
un poquito antes
de seguir el programa.
A las cinco y
media de la tarde,
siguiendo el consejo
de Miguel Ángel,
nos posicionamos
en el puente, en
el margen derecho
según se
entra a Benamaurel,
ya que allí iba
a tener lugar la “Pelea” entre
Moros y Cristianos
por la posesión
de la imagen de
la Virgen.
De nuestra izquierda,
bajando con la
imagen de la Virgen
desde la ermita,
el bando Cristiano.
De nuestra derecha
al acecho y esperando
el momento de atacar,
el bando Moro.
En
un momento dado,
tras saludarse
los reyes y reinas
de ambos bandos,
se inicia una breve
lucha a espada
entre ambos reyes.
A una señal
las huestes de
ambos bandos se
lanzan a la carrera
una contra la otra
y, con una coreografía
perfectamente improvisada,
reparten mandobles,
tajos de espada
y golpes de lanza.
Tan pronto como
comenzó cesa
la feroz batalla
entre Moros y Cristianos,
siendo vencedor
de este primer
envite el bando
Moro.
Por
desgracia no pudimos
asistir,
a pesar de la insistencia
de nuestro amigo
Miguel Ángel,
a uno de los actos
más cargados
de simbolismo y
valor artístico-histórico
de los que tienen
lugar en estas
fechas. Me refiero
a la
representación
del Primer
Acto del Auto Sacramental “Cautiverio
y Rescate de Nuestra
Señora de
la Cabeza”.
No obstante queda
para una próxima
ocasión
la promesa firme
de asistir a este
acto, ya sea de
forma colectiva
o a título personal.
En resumen, un
día fantástico
de convivencia
con los Benamaurelenses,
gente acogedora
y hospitalaria
que tiene la virtud
de hacer que ninguno
de nosotros nos
hayamos sentido
forasteros ni fuera
de lugar, haciendo
que disfrutásemos
de su fiesta tanto
como si fuese nuestra
propia fiesta.
Gracias a todos
vosotros por vuestra
acogida y por hacernos
sentir Benamaurelenses
por un día.
Les
ofrezco una sección
de fotografías,
divididas en cuatro
apartados en las
que podrán
ver algunos aspectos
de lo que les ha
relatado, así como
cuatro mantajes
fotográficos con
fondo musical de
marchas moras.