La pasada noche
del 26 de marzo, Viernes de Dolores, ha supuesto un punto de inflexión,
un antes y un después, para los cofrades jayeneros y, en
sí, para esta pequeña población granadina.
Por primera vez se oye un Pregón
de Semana Santa en nuestra iglesia. Por primera vez se ha afrontado
el reto de institucionalizar un acto de tan marcado y relevante
carácter cofrade, con todo lo que conlleva de responsabilidad,
en cuanto a la idoneidad en designación del pregonero, como
en la aceptación de tal acto por la población.
Por fortuna, y creo coincidir con
la inmensa mayoría de los que asistieron al acto, y pienso
que se ha acertado de pleno en la designación de D. Francisco
Molina Muñoz, “jayenero
de adopción y ciudadano de a pie esta bendita tierra”,
como él mismo se definió, para que iniciase los que
en pocos años esperamos sea una tradición plenamente
arraigada entre nosotros.
Francisco no es ajeno al devenir cofrade jayenero y se mantiene
informado, a la vez que nos informa a todos, a través de
su portal de información cofrade que
dirige (www.padulcofrade.com),
de cuanto de interés cofrade
ocurre en nuestro pueblo.
Siendo poco más de las ocho
de la tarde dio comienzo la celebración de la Santa Misa,
siendo a la conclusión de la misma cuando se bendijeron
varios objetos de las cofradías y hermandades de la población,
destacando el nuevo manto de Nuestra Señora de los Dolores,
el cual estrenaría en la procesión que tendría
lugar por las calles aledañas a la iglesia al concluir el
pregón, un sudario de seis metros, bordado en tul, para
el Cristo de la Buena Muerte y cuatro imágenes en madera
policromada y pan de oro, para Nuestro Señor de la Columna.
Y llegó el que parecía
ser el momento más
esperado de la noche, por cuanto de novedad entrañaba. Reconozco
que me emocioné y el nerviosismo me traicionó un
poco cuando me tocaba presentar al primer pregonero de nuestra
Semana Santa. Así, con solo unas pocas palabras, cedí mi
puesto en el estrado a Francisco Molina Muñoz.
Comenzó el pregonero con unos versos de introducción
en los que ya dejaba entrever que el discurso que seguiría
iba a ser de calidad y calar hondo entre la multitud que abarrotaba
la iglesia.
Tras los saludos a los presentes, agradeció su designación
como primer pregonero de la Semana Santa de Jayena, por el honor,
dignidad y responsabilidad que conllevaba.
Se inició el pregón en sí con una semblanza
del carácter propio de nuestra gente, de nuestro paisaje,
de la riqueza de nuestras tradiciones. Se podían percibir
las similitudes entre aquel Huerto de los Olivos y el olivar que
nos rodea. A nuestra memoria volvía, al oír las palabras
del pregonero, el recuerdo de cuando éramos niños
y correteábamos de acá para allá visitando
los lugares en los que se preparan los pasos, los olores, colores
y sonidos propios de la Cuaresma y la Semana Santa jayenera.
Hizo especial hincapié el pregonero en el auténtico
sentido de la Semana Santa con frases como:“… la auténtica
Semana Santa fue aquella en que Dios hecho hombre, Cordero Divino,
se sacrificó por todos nosotros, incluso por aquellos a
los que exculpó diciendo: …Perdónales Padre,
pues no saben lo que hacen.”
Siguió el pregón con referencias a peculiaridades
muy propias de nuestra tierra como la de los niños que,
portando pequeños pasos o tronos, forman parte del Via Crucis
del Miércoles Santo.
Paso por paso, tras una poesía recitada a modo de introducción
fue mostrando Francisco el conjunto del Viernes Santo jayenero.
Comenzando por Nuestro Señor de la Columna y siguiendo por
Nuestro Padre Jesús Nazareno, Cristo de la Buena Muerte,
Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores.
Mención aparte merece el que
quizá pueda calificarse
como momento culminante dentro de un excelente pregón. Me
refiero a ese en el que tras la tercera estrofa de una poesía
dedicada a Nuestro Padre Jesús Nazareno, concretamente la
que dice:
Y una saeta se oye
que rasga nuestro silencio
es porque Dios llora sangre
por boca del saetero.
Al concluir
el último verso, un joven se levantó entre
el público y, ante la sorpresa de todos, interpretó una
memorable saeta que nos dejó la piel de gallina y,
a muchos, los ojos enrasados en lágrimas.
Concluyó el pregonero su labor recordando
a todos que aunque no sea jayenero de nacimiento, es y se siente jayenero de
adopción, agradeciendo de nuevo la confianza en el depositada y el respeto
y cariño con que ha sido recibido en tan memorable noche.
Por último, tras el “He
dicho” de rigor, pasó a
presentar al joven saetero, haciéndolo con las siguientes
palabras: “Permítanme presentarles a Víctor
Manuel Domínguez Cárdenas… ¡¡MI
SAETERO!! Que sin dudarlo un instante aceptó poner su voz
al servicio del pregón que acabáis de oír,
contribuyendo con ello al mayor esplendor del acto al que todos
asistimos. Él ha hecho vibrar vuestros corazones con el
cantar por excelencia de la Semana Santa andaluza… ¡¡LA
SAETA!!...”
A mí, como cofrade jayenero,
solo me queda agradecer a D. Francisco Molina Muñoz, a Víctor
Manuel Domínguez Cárdenas
y a cuantos con su colaboración y presencia han contribuido
a que el Primer Pregón de la
Semana Santa de Jayena sea
hoy una realidad.
Ahora nos toca a nosotros hacer que lo que hoya ha sido un acto
novedoso, se convierta en un acto institucionalizado como propio
de los actos de la Cuaresma de Jayena.