En
el mediodía
del pasado
lunes 27
de septiembre,
regresaba
y se volvía
a exponer
al culto,
en la realejeña
Iglesia de
Santo Domingo,
la imagen
de la copatrona
de Granada,
Ntra. Sra.
del Rosario,
tras once
meses de
estancia
en las instalaciones
del Instituto
Andaluz de
Patrimonio
Histórico,
en la isla
de la Cartuja
en Sevilla.
La
restauración
ha tenido
dos ejes
principales,
por un lado
los elementos
escultóricos
de la Virgen
y el Niño,
consistente
en la fijación
de los soportes,
eliminación
de las pequeñas
lagunas de
policromía,
reintegrándose
mediante
técnicas
diferenciadoras,
y eliminación
de repintes
y suciedad
que conferían
un aspecto
manchado
a la imagen.
El
otro eje
ha sido el
vestido de
plata de
la imagen,
realizado
en 1628,
y que imita
la moda de
la corte
de finales
del siglo
XIX, se han
eliminado
abolladuras,
se han vuelto
a colocar
los elementos
decorativos
que o bien
se habían
desprendido
y estaban
guardados
o bien directamente
estaban perdidos,
y han sido
rehechos
con criterios
diferenciadores,
para que
visto de
cerca, se
diferencie
lo original
de lo nuevo.
Además
se ha limpiado
en profundidad
todo el vestido
y se ha protegido
para evitar
la oxidación
de la plata.
También
se ha verificado
el buen estado
de la peana
y se ha limpiado,
eliminando
la capa de
purpurina,
y reintegrándose
las faltas
en el pan
de oro que
había
debajo.
Todos
estos trabajos
han sido costeados
por la Consejería
de Cultura
de la Junta
de Andalucía,
y con ellos,
se recupera
la imagen de
la Copatrona
de la Ciudad,
para disfrute
de todos los
granadinos,
y que cuyo
mayor valor
no es el de
ser una talla
del siglo XVI,
sino el que
desde el siglo
XVI hasta el
día
de hoy
la imagen
se ha ido
trasformando
y configurando.
En el siglo XVI la imagen era una talla completa,
fácil de trasportar, por ello estuvo en la Batalla de Lepanto, en la galera
del almirante granadino Don Álvaro de Bazán.
En 1670 la imagen estuvo llorando durante 72 horas,
y unas mujeres piadosas vendieron todo lo que tenían para hacerle un vestido
de plata, guarnecido en piedras, que es lo más característico de
la imagen, precisamente, estas piedras, fueron expoliadas por las tropas napoleónicas
del general Sebastiani en 1808.
Pero el acontecimiento más portentoso ocurrió en
el mes de junio de 1679, cuando Granada estaba asolada por la plaga de peste,
cuando se hacían unas rogativas, apareció en la imagen una estrella
y la ciudad recupero la salud. Las consecuencias de este hecho llegan a nuestros
días, tanto por lo que se ha escrito sobre el milagro, como por la construcción
del suntuoso camarín, que esperamos admirar dentro de poco.