RETIRAN DEL
COLEGIO DE ÍLLORA (GRANADA), UN PAR
DE CRUCIFIJOS, POR DENUNCIA DE GRANADA LAICA
Nazareno de Íllora
Í
llora, mayo 2010
EDUCACIÓN
EN VALORES
Casi desde todos
los ámbitos
de la educación,
se resalta hoy
en día,
la importancia
de educar en valores,
de inculcarlos
en todas las materias,
de modo que podamos
aspirar a vivir
en una sociedad,
en la que el respeto
a la diferencia,
el diálogo,
la tolerancia,
y el mutuo conocimiento,
nos ayude a lograr
un mundo más
igualitario y justo.
Para todos, el
que no se imponga
ninguna idea sobre
otra, sino que
la sociedad sea
un espacio en diálogo
constante entre
ideologías,
culturas y religiones,
es un ideal. Y
es un ideal, porque
aún no lo
hemos logrado.
Ahora criticamos
aquéllos
años de
la dictadura, en
que tantas cosas
se imponían
por la fuerza,
o por el miedo
a discrepar. Hoy,
o todos pensamos
de una determinada
forma, y aceptamos
lo que nos imponen
los sabios del
momento, o también
hay miedo a las
consecuencias.
Es curioso que
con los muchos
problemas que tiene
la educación,
de falta de motivación,
de fracaso y abandono
escolar, de absentismo,
de falta de recursos,
sobre todo humanos,
lo más importante
sea puntualmente,
que esté o
no una imagen religiosa
en un centro educativo,
o en un espacio
público.
Esta semana pasada,
en Íllora,
en el Colegio Público “Gran
Capitán”,
el Inspector de
educación
de la zona, hizo
su particular procesión
por el centro,
buscando el par
de crucifijos que
la Asociación “Granada
laica”, había
denunciado que
aún permanecían
en este centro
educativo. Y lo
más curioso,
es que muchos maestros,
incluso no creyentes,
ni se habían
percatado de su
existencia, de
lo bien integrados
que estaban en
el ambiente, y
lamentaban la situación
que se estaba dando.
Vivimos en una
sociedad, en la
que cada vez más,
los símbolos
religiosos de una
u otra confesión,
forman parte del
panorama urbano
de nuestros pueblos
y ciudades. La
mayoría
del personal, tiene
verdaderos problemas
para llegar a final
de mes, para pagar
la hipoteca, teme
perder el trabajo,
si es que ya no
lo ha perdido,
y lo que menos
les preocupa, es
que haya una o
veinte cruces en
un colegio, centro
de salud o ayuntamiento,
sino que sus necesidades
estén cubiertas.
Y unos símbolos,
que precisamente
representan valores
humanos reconocidos
internacionalmente,
porque en caso
contrario, Cruz
Roja o la Media
Luna Roja, dejarían
así de llamarse,
acaban por ser
centro de la polémica,
cuando unos los
quieren quitar
a toda costa, y
los demás
nos preguntamos
que por qué,
si no suponen problemas
para nadie.
Pero es que es
difícil
aceptar que Granada
sea un nacimiento
viviente en Navidad,
y en cada rincón,
el misterio de
un Niño,
llene de luz hogares
y establecimientos.
Cuesta ver a una
Granada Nazarena,
que discurre por
todas sus calles,
acompañando
a un preso, cuyo
delito fue amar
y defender la libertad,
que extiende sus
brazos en una cruz,
perdonando y amando
más intensamente.
Joroba bastante,
que en Mayo, Granada
sea toda ella un
clavel reventón,
formando una inmensa
cruz, dónde
fiesta y tradición
se unen. Y que
en cada barrio,
procesiones, romerías
a la Virgen o a
San Miguel, o a
cualquier otro
Santo, una a las
familias, en unos
muy buenos ratos.
Y que con la Alhambra
por bandera, Granada
se haga rociera,
llenando los caminos
de una amistad
y fe sincera. Y
que sea CORPUS
VIVO, Hostia sagrada,
que se parte para
darse a los que
no tienen nada,
y que con su Cáritas,
su Banco de alimentos,
y cientos de asociaciones
y personas, hagan
que la crisis,
algunos la vivan
con esperanza.
Y que en cada pueblo,
fiestas patronales,
unan a todos en
esfuerzos y voluntades.
Y que en Septiembre,
toda Granada sea
un palio negro,
que a la Señora
cubra por todas
las calles en su
anual paseo. Y
que en Iglesias,
capillas y conventos,
no falten personas,
en todo momento.
Y que Fray Leopoldo
tenga un monumento,
en el corazón
de muchas gentes,
que en él,
han encontrado
consuelo.
Cuesta que en el
fútbol,
en baloncesto,
en sus triunfos
y éxitos,
la Patrona del
Lugar, ocupe un
lugar destacado
en el acontecimiento.
Porque sí,
Granada es Laica,
porque todos no
somos ni curas,
ni frailes, ni
monjas. Aquí hay
obreros, maestros,
médicos,
especialistas en
todos los equipamientos,
y los hay que siendo
de todo, no tienen
trabajo, y lo sufren
en silencio. Y
para la mayoría,
la fe, en lo que
sea y con el nombre
que sea, es su
fuerza, y el motor
para estos tiempos.
Y como joroba,
jode, cuesta, aceptar
las raíces
de un pueblo entero,
hay quiénes
se pasan la vida,
quitando símbolos,
en contra de iglesias,
de fines sociales
de cualquier tipo,
o de cualquier
argumento, que
llene de ilusión
el corazón
humano, porque
consideran que
eso no es bueno.
Pero estos gestos,
más que
un triunfo de nadie,
es razón
para explicar en
los mismos colegios,
en las iglesias,
en las reuniones
con padres, y en
todos los medios,
quiénes
de verdad se apoyan
en el diálogo
y en el respeto,
y quiénes
van por la vida,
añorando
tener el poder
en sus manos de
otros tiempos,
para hacer por
la fuerza, todo
lo que les pasa
por el pensamiento.
Y por mucho que
intenten algunos
quitar lo religioso
de lo público,
en Íllora,
seguiremos celebrando
los ascensos del
fútbol con
San Rogelio; tendremos
el tiempo que se
decida, un alcalde
socialista y costalero;
compartiremos las
habas de izquierda
unida al ritmo
de versos de Miguel
Hernández,
para luego su concejala,
participar de todas
las procesiones
y de todos los
eventos religiosos
del pueblo; nos
mataremos vivos
de boca por política,
pero luego, ante
la fe del pueblo,
el mayor de los
respetos; y seguirán
las catequesis
llenas de niñas
y niños
traviesos, las
primeras comuniones
en las que participa
el pueblo entero,
los campamentos
de jóvenes,
con el cura en
la playa, en inolvidables
momentos, y todos
pendientes de Semana
Santa, de la Cruz,
de San Rogelio.
Tendríamos
que agradecer,
a asociaciones
como “Granada
laica”, que
sigan denunciando
casos como el de Íllora,
porque precisamente
consiguen, que
lo que hasta ese
momento, no era
el centro de atención
de nada, con su
actitud, todos
lo valoren, todos
hablen, y hasta
los más
alejados de la
religión,
se planteen poner
un crucifijo, con
tal de no aceptar
dicha imposición.