DONACIÓN
DE UNA CRUZ DE JERUSALÉN A MARÍA
SANTÍSIMA DEL MAYOR DOLOR, SAGRADA
TITULAR DE LA HERMANDAD DE NUESTRO PADRE
JESÚS NAZARENO DE ALHAURÍN
EL GRANDE
Salvador David
Pérez González
Secretario General
de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús
Nazareno
Alhaurín el Grande, octubre
2011
La
pasada semana,
el Vocal
de Liturgia
y Pregonero
de la Semana
Santa de
2009, Diego
Palomo Molis,
hizo entrega
a María
Santísima
del Mayor
Dolor de
un magnífico
y simbólico
regalo. Nos
referimos
a una Cruz
de Jerusalén
que tuvo
ocasión
de adquirir
para nuestra
Sagrada Titular
el pasado
mes de febrero
durante su
Peregrinación
a Tierra
Santa.
En
Padul Cofrade
nos hacemos
eco del artículo
publicado
en nuestropadrejesusnazareno.com en
el que relata
parte de
sus vivencias,
así como
el significado
de la Cruz
de Jerusalén.
Un
símbolo
religioso
que, lejos
del carácter
decorativo,
responde
a un significado
y un origen
muy concretos.
El de identificar
los Santos
Lugares.
“Con
el Otoño
empezado, es
bueno hacer balance
de un año
tan importante
como éste,
al que apenas
le queda un trimestre
para concluir.
Nuestra Hermandad
ha vivido momentos
muy significativos,
que sin duda
han pasado a
la historia.
El verano
ha sido muy
intenso,
con nuestros
días
grandes, los
de la festividad
de Jesús,
que daban la
bienvenida
al mes de julio.
En agosto,
numerosos hermanos
y hermanas
partimos con
destino a Madrid
para participar
en los diferentes
actos que se
iban a celebrar
con motivo
de la JMJ.
Días
que, como bien
se ha contado
en un artículo
anterior, estuvieron
llenos de intensidad
y fervor y
en los que
tuvimos la
dicha de compartir
con casi dos
millones de
jóvenes
de todo el
mundo la
inolvidable
presencia
de nuestro
Santo
Padre, el
Papa Benedicto
XVI.
Ya
en el
mes de septiembre
que ahora
termina,
celebramos
la Festividad
de nuestra
Sagrada
Titular,
María
Santísima
del Mayor
Dolor. Durante
la Eucaristía,
en la procesión
de las ofrendas,
junto al
pan y el
vino, le
hice entrega
de una Cruz
de Jerusalén,
traída
desde la
Ciudad Santa
en cumplimiento
de una promesa
que realicé un
triste Viernes
de Dolores
de hace ya
31 años.
Y
es que a finales
del mes de febrero
tuve la inmensa
suerte de peregrinar
a Tierra Santa.
Pude recorrer
allí todo
Israel, además
de los territorios
palestinos, para
visitar los Santos
Lugares de la cristiandad.
Cumplía
así con
uno de mis sueños,
pero al mismo tiempo
con una misión
muy especial que
la Hermandad de
Nuestro Padre Jesús
Nazareno me encomendó.
En el Muro de las
Lamentaciones de
Jerusalén,
deposité unas
estampas con nuestros
Sagrados Titulares
y una carta en
la que se pedía,
en nombre de nuestra
Hermandad, por
todos los pueblos
de la Tierra, por
la Paz en el mundo
y por la convivencia
entre todos. Y
muy especialmente
entre las tres
grandes religiones
monoteístas
presentes allí.
Después
de rezar la oración
hebraica del Shema,
y nuestro Credo
cristiano, fue
con el Padrenuestro
cuando introduje
esta carta. Fue
como volver a casa.
Como volver al
lugar donde todo
empezó.
Durante
estos días de
peregrinaje adquirí para
nuestra Virgen
del Mayor Dolor
la Cruz de Jerusalén.
Una cruz que no
es sino el emblema
de los Santos Lugares
y que está formada
por una cruz griega
rodeada por otras
cuatro cruces menores.
La cruz central,
la mayor, que representa
al mismo Cristo,
es de oro, siendo
el resto de plata.
Plata y oro para
simbolizar lo humano
y lo divino, pues
fue en Jerusalén
donde lo Humano
y Divino se besaron.
En mi periplo por
Tierra Santa, llevé siempre
conmigo la Cruz
de Jerusalén,
que pasé por
cuantos lugares
relacionados con
la vida de Jesús
visité.
Desde Nazaret a
Belén, pasando
por Jerusalén,
donde recorrió conmigo
todos los emplazamientos
de la Pasión
de Jesús.
Toda la Vía
Dolorosa. Pasé con
devoción
la Cruz por el
Cenáculo,
y concluí su
peregrinar y el
mío sobre
la losa del Santo
Sepulcro, testigo
mudo del glorioso
momento de la Resurrección.
Desde ahora, nuestra
Madre del Mayor
Dolor llevará sobre
su pecho este emblema
y, cuando la contemplemos
en toda su grandeza
la tarde del Viernes
Santo, sentiremos
también
como Ella lleva
consigo un trozo
de aquellos Santos
Lugares en la otra
orilla del Mediterráneo
donde nacieron
nuestras creencias.
Y
siempre que
hablemos
de Tierra
Santa, habrá que
recordar
también
como en el
Muro de las
Lamentaciones,
un pedacito
de nuestra
Hermandad
es testigo
entre las
piedras del
venir del
todos los
hombres de
buena voluntad
que viven
y trabajan
por la paz
y la concordia,
que viven
su fe desde
la misericordia
y el amor
de un Dios
que ha escogido
al ser humano
como reflejo
de su grandeza
y amor”.