ENTREVISTA
CON EL PRESO QUE LIBERARÁ ESTE VIERNES
SANTO LA COFRADÍA DE LA SOLEDAD DE
GRANADA
José Antonio
Alemán
Hermano Mayor de la Hermandad de la Soledad
de San Jerónimo
Granada, abril 2011
El
preso que liberará la
Cofradía
de la Soledad de
San Jerónimo
(vulgo “las
chías”)
el próximo
Viernes Santo cometió un
delito contra la
salud pública
en 2005 e ingresó en
prisión
cuatro años
después.
Se trata de un
joven granadino
que en la actualidad
está bajo
la tutela de las
autoridades penitenciarias,
aunque hace una
vida relativamente
normal. Lleva un
sistema de control
telemático
con el que comprueban
que permanece en
su domicilio entre
las diez de la
noche y las siete
de la mañana.
Le resta aproximadamente
un año para
terminar el cumplimiento
de su condena.
Este reo que será indultado
luego del acuerdo
del Consejo de
Ministros y tras
la firma del Rey
D. Juan Carlos,
está empleado
actualmente como
trabajador agrícola,
aunque a lo largo
de su vida laboral
también
se ha dedicado
a la albañilería
y la pintura. “Cuando
recibí la
noticia – ha
comentado -, lo
primero que pesé era
si debía
de arrastrar unas
cadenas o algo
así para
obtener el indulto.
Era la imagen que
tenía de
las películas” se
mostraba feliz
y sereno, cuando
al día siguiente
de conocer la noticia,
visitó la
Casa de Hermandad
de la Cofradía. “Es
una oportunidad
que quiero agradecer
a la Hermandad
de la Soledad a
la que no conocía
ya que no vivo
en la capital”.
Su caso es, según
se deduce, el de
alguien que en
efecto delinquió,
pero que en el
momento de producirse
su ingreso en prisión,
luego de los dos
años apuntados,
se encuentra absolutamente
reinsertado y al
margen de cualquier
actividad contraria
a la ley. De hecho,
tras llegar al
Centro Penitenciario
de Albolote, tan
solo permaneció en él
el tiempo mínimo
necesario, para
proceder a su traslado
a la antigua Prisión
Provincial, donde
al aplicársele
un régimen
abierto, tan sólo
era necesaria su
presencia en el
mismo horario en
el que ahora debe
hacerlo en su domicilio.
Esto le permitía
poder acceder a
diario a su puesto
de trabajo.
Parece claro el
arrepentimiento
y asunción
de su responsabilidad
penal de este joven
de 24 años. “Yo
me arrepentí en
el mismo momento
que me detuvieron.
A quienes vayan
a cometer algún
delito les diría
que la vida es
muy bonita para
hacer esas cosas.
También
que es muy importante
las personas de
las que uno se
rodea. Hay que
diferenciar entre
los amigos de verdad
y lo conocidos”.
Estamos ante alguien
privilegiado, no
sólo por
el indulto, sino
también
por los apoyos
que ha recibido
de los seres más
cercanos: “Mis
padres, mi novia,
mis suegros, mis
amigos, siempre
han estado conmigo.
Lo que más
me gusta es estar
con mi familia”.
Sobre este tipo
de medidas de gracia
nos dijo que “no
todos los presos
son iguales y hay
muchos presos que
se lo merecen.
Yo lo veo muy positivo.
Además ya
sé lo que
es cometer un error.
Quiero agradecer
a todos los que
me han apoyado,
especialmente a
mi tito, a la Hermandad
de la Soledad y
al C.I.S. Matilde
Cantos Fernández”.
Será el
próximo
Viernes Santo cuando
pueda dejar de
llevar los medios
telemáticos
que actualmente
controla su estancia
en el domicilio.
Ese día,
a la altura de
la Placeta de Villamena,
será entregado
por las autoridades
a la Cofradía
de la Soledad.
Vestirá entonces
el hábito
de la corporación,
pero cubriéndose
el rostro con un
verdugo en lugar
del tradicional
capirote, para
evitarle las incomodidades
de esta prenda.
Se integrará en
una comitiva en
la que también
estará presente
el pergamino que
contiene el documento
del indulto y que
irá depositado
sobre cojín
oscuro que sostendrá un
penitente escoltado
por dos maceros.
Esta comitiva
se dirigirá a
la Catedral, a
la que accederá a
través de
la Puerta el Perdón.
En el interior
del templo metropolitano,
en presencia de
las primeras autoridades
granadinas, se
hará efectivo
su indulto para
a continuación
incorporarse ya
a la procesión,
con la que completará el
recorrido.
La Cofradía
de la Soledad recupera
así un privilegio
que le fue concedido
en 1928, coincidiendo
con el 450 aniversario
de su fundación.
Esta prerrogativa
le permitirá así cumplir
con una de las
siete obras de
misericordia corporales:
redimir al cautivo.