La
tradición
de la Semana
Santa de Padul,
hunde sus raíces
en la larga
noche de los
tiempos. De
generación
en generación,
se ha ido transmitiendo
de padres a
hijos el legado
ancestral de
una vivencia
religiosa sellada
con marca indeleble
en el corazón
de los paduleños,
siempre abierta,
por otro lado,
a los habitantes
del Valle de
Lecrín,
que año
tras año,
nos acompañan
y nos honran
con su presencia,
en la solemne
Procesión
del Entierro
de Cristo que,
cada Viernes
Santo, recorre
las calles
de Padul como
culminación
de los Actos
Litúrgicos
de todos estos
días.
Desde
tiempo
inmemorial
la Semana
Santa
ha gozado
en Padul
de
un afecto
y devoción
especiales.
Precedida
siempre de
una nutrida
Cuaresma
de preparación,
con Charlas
propias
del tiempo,
Viacrucis,
Celebraciones
de la
Penitencia
etc.
En
el
umbral
de la Semana,
el Domingo
de Ramos,
abre
la
puerta
de las
celebraciones
con la
hermosa
Procesión
que entre
palmas y
ramas de
olivo, se
dirige desde
la Ermita
a la Iglesia,
conmemorando
la entrada
triunfal
de Jesús
en Jerusalén.
El acto culmina
con la solemne
celebración
de la Eucaristía
en la Parroquia
Sta. María
la Mayor.
Por
la
tarde,
la Procesión
de la Borriquilla
de reciente
incorporación,
preparada
con mimo
y todo lujo
de detalles
por los mayordomos
y cofrades
de la Hermandad
de Ntro.
Padre Jesús
de la Victoria
y Ntra. Sra.
del Valle,
cierra los
actos de
este día.
Y así llegamos
a los Oficios
del Jueves
Santo con
una emocionante
celebración
de la Cena
del Señor.
Es justo
decir,
que la
afluencia
de personas
y el fervor
de esta
celebración,
no han
decaído
nunca a
lo largo
de la historia.
Después,
cuando
anochezca,
una
hora
Santa
y un
ferviente
Viacrucis
por
las
calles
de
Padul,
cerraran
los
actos
del
Jueves
Santo.
El
Viernes
Santo,
se celebran
los Oficios
en la
Iglesia
con la
solemne
Adoración
de la Cruz.
En las calles,
empieza a
oírse
cierta algarabía
y un ruido
de tambores
cada vez
más
intenso;
son los soldados
romanos que
se dirigen
al prendimiento
de Jesús.
Más
tarde, hacia
el anochecer,
reviviremos
de cerca
los momentos
más
significativos
de la Pasión
del Señor,
representados
en las imágenes
que desfilan
por las calles
en la Procesión
del Entierro
de Cristo.
Pero
no
acaba todo
ahí.
Será también
al tercer
día,
en la hermosa
mañana
del Domingo
de Resurrección,
cuando celebraremos
la gloria
del Señor
Resucitado.
Esta
breve
síntesis
de la celebración
de la Semana
Santa,
tiene una
larga historia.
Todo comenzó en
Padul,
con la
creación
de la venerable
Hermandad
del Santísimo
Sacramento
y Cofradía
del Santo
Sepulcro
y del Señor
Resucitado.
Fue
allá por
el año
1579, cuando
el Rey Felipe
II estaba
al frente
de los destinos
de España,
y la diócesis
de Granada
era gobernada
por el Arzobispo
D. Juan Méndez
de Salvatierra.
A él
le cupo el
honor de
sellar con
su firma
la creación
de esta Hermandad:
la Hermandad
del Señor,
o del Santísimo,
como se dice
normalmente;
y desde entonces
viene cumpliendo
esta triple
misión
cofrade:
Dar
culto
público
al
Santísimo
Sacramento
en
la
procesión
del
Corpus
Christi,
en
la
que
el
pueblo
de
Padul,
acompaña
al
Señor
Jesús
que,
misteriosamente
oculto
en
la
Custodia,
pasea
su
presencia
viva
por
las
calles
cubiertas
de
tomillo
y de
romero,
con
olor
a hierba
verde
recién
cortada
y a
pétalos
de rosa
que caen
pausadamente desde
balcones y
ventanas, como
lluvia y
ofrenda de
reconocimiento y
amor.
La
misión
de promover
y proclamar
la devoción
al misterio
de la Pasión
y Muerte
del Señor,
haciendo
estación
de penitencia
cada Viernes
Santo, junto
con otros
Pasos procesionales.
La
celebración
de la Resurrección
del Señor
en la Procesión
del Domingo
de Pascua
con la imagen
gloriosa
del Resucitado,
entre el
fervor y
la aclamación
de los paduleños,
aumentado
con la tradicional
representación
de los “Juas”,
que simbolizan
el rechazo
del mal,
y la acogida
de lo bueno
y positivo
que nos trae
la presencia
de Jesús
Resucitado.
Ahora
bien,
la Procesión
del entierro
de Cristo,
merece mención
especial:
Al atardecer
de cada Viernes
Santo, cuando
el sol va
camino del
crepúsculo
y las sombras
de la noche
empiezan
a cubrir
con su negro
manto los
cielos de
Padul, los
sones graves
y acompasados
de los Pasos
procesionales
empiezan
también
a proclamar
la fe de
un pueblo
en el Señor
Jesús,
en Cristo
muerto
y resucitado.
Camina
solemne
y majestuoso
en cada
Paso, acompañado
por los miembros
de su Hermandad,
como guardia
noble que
lo custodia;
portado por
costaleros
y costaleras,
que tienen
a gala pasear
la figura
de Jesús
o de la Virgen,
llevando
sobre sus
hombros el
peso de la
imagen venerada.
Los hermanos
cofrades,
los penitentes,
las camareras
de la Virgen,
y tantos
otros que
avanzan pausadamente,
al son piadoso
y lastimero
de las bandas
de música,
interrumpidas
solo de vez
en cuando,
por el quejido
de una saeta
que rompe
el aire y
detiene el
tiempo, para
llegar al
corazón
de Jesús
doliente,
o de la Señora.
Y
de
lado a
lado
del cortejo
procesional,
la gente
que se
agolpa
en cada
calle,
arropando
con su
presencia
viva,
la estela
de
fe que
llena el
ambiente,
contemplando
y percibiendo
cada
cual
a su
manera,
el mensaje
de la
catequesis
viviente
que los
Pasos
van pregonando
con las
voces del
silencio:
el gran
misterio
de Cristo
Salvador,
el Dios
que se
solidarizó con
la especie
humana y
que en un
injusto y
penoso proceso,
murió clavado
en la Cruz,
proclamando
el perdón
y el amor
como bandera...
Es Cristo,
el Señor
de la Historia,
cuya Pasión
se conmemora
cada
Viernes
Santo:
Así fue
hace mucho
tiempo,
así sigue
en la actualidad,
y así creemos
que seguirá en
el futuro,
puesto
que cada
año
aumenta
la presencia
de niños
pequeños
en el cortejo
procesional,
ataviados
con los
ropajes
propios
del momento,
para acompañar
a la imagen
venerada
por su
familia.
Esta semilla
fructificará y
crecerá en
ellos.
Es una
manera
de sembrar
la fe sin
palabras.
Los gestos,
las actitudes
de los
adultos,
y más
aún
de los
padres,
son un
lenguaje
silencioso,
cuyo mensaje
cala en
el corazón
mucho más
que
las
palabras.
Una
larga
lista de
Hermandades
y Cofradías,
en un singular
Viacrucis,
representa
los episodios
de la Pasión
del Señor
en grupos
escultóricos
de gran belleza
y maestría,
realizados
por prestigiosos
escultores
como,
Pablo
de Rojas,
Navas
Parejo,
Espinosa
Cuadros,
etc.
Son los
siguientes:
Nuestro
Padre
Jesús
en
Oración
en el
Huerto de
los Olivos.
Nuestro
Padre
Jesús
de
la Flagelación.
Nuestro
Padre
Jesús
Nazareno.
El
Señor
de las Tres Caídas.
La
Verónica,
paso
viviente,
como el
de la Virgen y las tres
Marías.
Cristo
Crucificado.
Cristo
Yacente,
llevado
por cuatro nazarenos
(los “Nicodemos”,
en terminología
popular),
vestidos
con túnicas
moradas. Junto a él,
va la Virgen acompañada
de las tres Marías.
El
Señor
en el
Santo Sepulcro,
custodiado
por
Los Soldados
Romanos.
La Virgen
de las
Angustias,
con el Hijo
muerto sobre su
regazo.
Y
después,
ya
sola,
llorando
su
soledad
la
Virgen
de
los
Dolores.
San
Juan
viene
detrás,
acompañando
siempre a la Señora.
Finalmente,
la Cruz
del
Santo
Sudario que cierra
la Procesión.
Pues
bien,
No
se
puede
precisar
la
fecha
exacta
en
que
procesionaron
juntos
estos
Pasos.
Probablemente,
desde
1934
(salvo
el
período
de prohibición
de la República),
puesto
que, según
consta
en los
archivos,
fue en
ese año
cuando
se adquirió la
imagen
de El Señor
caído,
la última
encargada
por el
Párroco
D. Adrián
López
Iriarte,
que firma
en esa
fecha,
junto con
el escultor
D. Eduardo
Espinosa
Cuadros
el contrato
efectuado
por ambos
para la
realización
de la imagen,
costeada
por cierto,
por la
Hermandad
del Señor.
Entre
la
más
reciente
de El Señor
Caído,
y la más
antigua:
La Hermandad
del Señor,
hay un precioso
ramillete
de Cofradías
y Hermandades,
cada una
de las cuales
merecería
con razón,
una mención
especial.
Permítaseme
reseñar
solamente,
por razón
de brevedad,
las tres
más
longevas
por su antigüedad
de siglos,
sí,
digo bien,
de los siglos
XVII, XVIII,
y XIX, según
consta
en el
archivo
parroquial:
La
Hermandad
de
San Juan.
En
un
antiquísimo
Libro de
Actas dice
así: “En
la Villa
del Padul
el primer
día
del mes de
Enero de
mil seiscientos
ochenta y
cuatro años,
se juntó la
Hermandad
del Señor
San Juan,
a nombrar
mayordomo”.
Existe otro
dato, más
antiguo aún,
grabado en
la Corona
del Santo:
dice que
fue donada
el año
1620.
Le
sigue
en
antigüedad
la Hermandad
de Esclavitud
y Caridad
de María
Stma de las
Angustias...,
fundada en
once de Mayo
de mil setecientos
ochenta y
tres años...
Y,
finalmente,
la
Muy Antigua
e
Ilustre
Hermandad
de
Nuestra
Señora
de los Dolores,
fundada el
año
1854.
En
fin,
queda clara
una cosa.
Padul
es cofrade
por
la raigambre
de sus
antepasados,
lo lleva
en la
sangre,
está vinculado
a su Historia.
Padul es
así:
Son lentos
los sones,
lentos son
los pasos
de los que
caminan en
pos de la
Cruz
es un pueblo
entero, es
Padul, mi
pueblo
que sigue
a la
Virgen
y al
Señor
Jesús.