…Y EL VALLE DE LECRÍN
SE IMPREGNÓ CON EL OLOR DE LA PÓLVORA Y EL
AZAHAR
Francisco Molina
Muñoz
Director de Padul Cofrade
Béznar, septiembre 2012
Así fue. Un año más los naranjos
del Valle de Lecrín, el Valle de la Alegría,
cambiaron su olor de azahar por el de la pólvora
con la que los mosqueteros de Béznar disparaban
salvas en honor al Santísimo, durante la procesión
que se celebró el pasado domingo, 9 de septiembre.
Lo mismo ocurrió los días 7 y 8.
Este
año, además, la gente, vecinos y visitantes,
comentaban el acierto que se ha tenido, ya que, al
contrario
de
otros años, y así hace
más
de ochenta, San Antón ha vuelto
a procesionar con la hermosísima imagen
de Nuestra Señora
de los Dolores.
Cierto, hacía más de ochenta años
que la sagrada imagen de la Virgen no procesionaba
por las calles de Béznar, por lo que hay que
aplaudir el acuerdo que tan sabiamente se ha tomado.
La procesión ha ganado en esplendor y la imagen
de Nuestra Señora ha podido ser admirada en
la calle por la multitud de vecinos y visitantes.
Hojeando un viejo libro de las fiestas, que en su
día
me ofreció amablemente el cabo de mosqueteros,
Juan José Gijón, en la primera visita
que hice durante las fiestas de Béznar, allá por
el año 2003, me he rencontrado con la historia
de los mosquetes.
Por desgracia, muchos de ellos han desaparecido o
han dejado de cumplir su misión. Pero ayer tuve
la ocasión de tener muy cerca un auténtico
mosquete de los que fueron regalados a los hombres
de Béznar por el propio Don Juan de Austria.
Es un arma magnífica, de casi doce kilogramos,
de la cual pueden ver algunas fotografías en
la galería que seguidamente les ofrezco. Entre
otras se puede apreciar el mecanismo de disparo,
el cual sigue siendo de pedernal.
Para aquellos que deseen saber más sobre estas
armas su procedencia y el por qué fueron regaladas
a los hombres de Béznar, le recomiendo leer
el texto que sigue, el cual ha sido extraído
del que se contenía en el libro de las fiestas
que he mencionado con anterioridad.
Historia de los Mosquetes
“La política intransigente de Felipe II hace crecer
el descontento de la población morisca y el aumento
de los grupos de monfíes. Esta situación
provoca enfrentamientos entre los moriscos y los cristianos
como el sucedido en Béznar en torno al año
1566. Sucedió que una fracción de la partida
de Ibrahim Agad de la Zubia de los monfíes del
Nazcoz de Nigüelas atacó al Beneficiado y
su séquito
cuando se dirigían a dar el Santísimo a
un enfermo. Resultando muerto el Sacristán y un
labrador, siendo cautiva la hija de éste, María
Trinidad, y robado el Santísimo que era conducido
en el portaviático.
Conocido el suceso, el pueblo se reunió en la plaza
y los hombres querían perseguir a los monfíes
si no hubiesen sido impedidos por las autoridades. En esta
confusión se presentó un alférez de
los tercios de Flandes, Don Martín Alonso de Frías,
el cual organizó una Hermandad cuya principal misión
era rescatar el Santísimo, para ello acudieron al
Marqués de Mondejar, Don Luis Hurtado de Mendoza,
que les concedió veinticinco mosquetes y arcabuces.
Por los corredores (prácticos escuchas y enlaces)
se conoció que el campamento de los monfíes
se hallaba a la parte izquierda del Barranco de Tablate
sobre un Tajo y entre dos pequeñas lagunas.
El ataque de treinta mosqueteros, auxiliados por once corredores,
bajo el mando de Don Martín Alonso de Frías,
sorprendió a los monfíes de la Lagunilla
sufriendo una terrible derrota. Se liberaron nueve cautivos
de los veintitrés que tenían y entre ellos
María Trinidad, que portó entre sus manos
el portaviáticos con el Santísimo hasta Béznar,
donde lo entregó al Beneficiado. La sagrada forma
fue conducida al vacío sagrario, al tiempo que se
producían las primeras descargas en honor al Santísimo.
Como premio, los mosqueteros recibieron coronas de flores,
origen de los adornos de flores que llevan sus sombreros.
Los solteros recibieron de sus prometidas las cintas
de los cuellos de sus camisolas, aquí está el
origen del adorno de las nueve moñas de seda y de
los dos lazos de mayores dimensiones llamados EME, inicial
de Ave María.
También recibieron manteles de Valencia, que cubrían
las cabezas de las mujeres, así como mantones, los
cuales colgaron de sus correas (hoy fajas de granas).
Don Juan de Austria conoció de todas estas hazañas
por boca del alférez Don Martín Alonso de
Frías. El Príncipe concedió a María
Trinidad una pensión como premio a su heroísmo
y a los mosqueteros el privilegio de escoltar al Santísimo,
a la vez que los uniformaba. Todo esto sucedió en
una breve estancia de Don Juan de Austria en Béznar,
según constaba en el manuscrito de 1571 que existía
en el Archivo Parroquial de Béznar…”