EL PREGONERO DE LA SEMANA
SANTA DE PADUL TIENE ALGO MÁS QUE CONTAR A LOS NIETOS
Lourdes Maldonado
Alconada
Madrid, marzo 2013
Algo
más que contar a los nietos,
o mejor dicho recordárselo porque tuvieron la
suerte de estar allí y de aplaudir a su abuelo
Pepe en el vibrante y solemne pregón de Semana
Santa de Padul que pronunció ante sus paisanos,
familiares y amigos el 16 de marzo de 2013. Mi padre
se ha encargado de que sus más pequeños
descendientes echen raíces en su tierra y es literal,
porque el día que nació la mayor, Ana Marina
sembró un nogal, Alba tiene su albaricoque, Icíar
un laurel que crece fuerte en la Cima, el día
que vino al mundo Daniel su abuelo plantó un naranjo
que nos da la vitamina C más saludable todas las
mañanas y Sacha tiene un olivo con su nombre.
Está claro que las nuevas generaciones tienen
más que un simple apego a la tierra de
sus abuelos y bisabuelos.
Con
emoción y nervios a partes iguales viví el
pregón de papá. Antes de que subiera al escenario,
me senté detrás de él y me permití el
lujo de darle unos cuantos consejos (habla despacio, cuidado
con el escalón, bebe agua), pero en cuanto tomó la
palabra, el que me dio una buena lección fue él.
Un discurso pronunciado desde el fervor, la devoción,
el respeto y el profundo cariño a su pueblo en el
que la cruz es una presencia y una referencia constante a
la fe. Lo tenía tan interiorizado que, para asombro
de todos, apenas miró al papel. Sonreí con
sus chascarrillos, cada vez que se le hacía un nudo
en la garganta deshacía el mío, veía
con nitidez los paisajes infantiles que él describía
y sufría con sus inocentes miedos de ver al Cristo
crucificado. La empatía fue total para mí y
creo que para todos los que estábamos allí.
Desde que se enteró de que su pueblo le había
hecho el regalo de su vida, se dedicó al pregón
en cuerpo y alma, con el primor y el cariño que le
pone a todo lo que tiene ver con Padul, le ha dedicado horas,
días mañana, tarde y noche… le preocupaba
no estar a la altura… y digo si lo estuvo. Soy su hija
pequeña, puede que no sea objetiva, pero creo que
no es exagerado si digo que fue un pregón directo
al corazón de Padul y de los paduleños, un
diario de una infancia repleta de recuerdos, historias en
las que reconocía al niño que fue mi padre.
Mientras le escuchaba atentamente pensaba en cuánto
nos parecemos, cada vez más. Somos personas sentimentales,
con apego al terruño, amigos de nuestros amigos y
queremos a nuestra gente... ese día sentí que
ese amor es mutuo, que Padul también le quiere a él.