En
la fría mañana de hoy, 2 de febrero,
los paduleños hemos vuelto a ser fieles a una
las tradiciones más arraigadas en nuestra Villa.
Hoy hemos vuelto a cumplir con el ritual propio de
una de las tradicionales fiestas de la luz. Cientos
de paduleños acompañaron a la imagen
de la Candelaria (Imagen de la Virgen del Carmen) y
San José por itinerario de costumbre, el cual
discurre desde tiempos inmemoriales por las calles
más céntricas de Padul.
Madres
y padres llevaban en procesión,
ataviados con sus mejores galas, a sus hijos e hijas,
orgullosos de su descendencia. Con ello han rememorado
el tiempo en que los hijos de Israel debían
ser presentados y ofrecidos al Altísimo en el
templo. Hoy han hecho lo mismo presentando públicamente
a sus hijos e hijas, nacidos durante el pasado año,
ante el Padre.
Una
multitud de fieles ha abarrotado las calles por
la que pasó la procesión
y, como San José y la Virgen María presentaron
en el templo a Jesús, así quieren los
padres presentar ante la comunidad a su recién
venida descendencia.
San José, como mandaba la Ley, portaba en su
mano derecha dos palomas, que era la ovación
que se exigía a los más pobres en esta
celebración. Como curiosidad debo significar
que, sobre sus cabezas, portaban ambos animales sendas
pequeñas mitras.
Velas o
candelas, como luz que ilumina la oscuridad de los
corazones y aleja
el temor a lo desconocido
fueron portadas por todos en una procesión,
haciendo que resultase lucida y multitudinaria.
La música, como viene siendo habitual la puso
la Banda de la Asociación Músico Cultural
San Sebastián de Padul.
En definitiva
ha sido una mañana emotiva en
la que, como ya dije al inicio, la fe y la tradición
han vuelto a hacerse patentes ante el constante bombardeo
antirreligioso que viene siendo la tónica
general de los tiempos que nos han tocado vivir.