Chamalú
Indio Quechua
Extraído del texto Las estrellas hablan el idioma
del corazón
Enero 2014
“¿Cómo
sentirme solo, entre tantas estrellas…? Dios enciende
luces cada noche para recordarnos que la vida es una
fiesta”.
Saboreo cada acto. Antes cuidaba que los demás
no hablaran mal de mí, entonces me portaba como
los demás querían y mi conciencia me
censuraba. Menos mal que a pesar de mi esforzada buena
educación siempre había alguien difamándome. ¡Cuánto
agradezco a esa gente que me enseñó que
la vida no es un escenario!
¡Desde entonces me
atreví a ser como soy!
He viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas
las religiones; conozco gente extraña: vegetarianos
que devoran al prójimo con su intolerancia,
personas que caminan con un cartel que dicen: “Yo
sé más que tu”; médicos
que están peor que sus pacientes, gente
millonaria pero infeliz, seres que se pasan el
día quejándose, que se reúnen
los domingos para quejarse por turnos.
El árbol anciano me enseñó que
todos somos lo mismo. La montaña es mi punto de
referencia: ser invulnerable, que cada uno diga lo que
quiera, yo sigo caminando indetenible, soy guerrero: mi
espada es el amor, mi escudo el humor, mi hogar la coherencia,
mi texto la libertad, y si mi felicidad resulta insoportable,
discúlpenme, prefiero la imaginación a lo
indio, es decir inocencia incluida.
Quizás solamente
teníamos que ser humanos.
El
que tu no veas los átomos, no significa que no
existan. Por eso es muy importante que sea el Amor
lo único que inspire tus actos. Sin Amor
nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos,
sin Amor
corremos el riesgo de estar de nuevo transitando
de espaldas a la luz.
En realidad, sólo hablo para recordarte la importancia del silencio. Anhelo
que descubras el mensaje que se encuentra detrás de las palabras; no soy
un sabio, sólo un enamorado de la vida.
El silencio es la clave, la simplicidad es la puerta. No es suficiente querer
despertar, sino despertar. La mejor forma de despertar es hacerlo sin preocuparse
porque nuestros actos incomoden a quienes duermen al lado. Recuerda que el
deseo de hacerlo bien será un interferencia; es más importante amar lo
que hacemos y disfrutar de todo el trayecto; la meta no existe, el camino y la
meta son lo mismo, no tenemos que correr hacia ninguna parte, sólo saber
dar cada paso plenamente.
La vida es un canto a la belleza, una convocatoria a la transparencia,
cuando esto lo descubras desde la vivencia, el viento volverá a ser tu amigo,
el árbol se tornará en maestro y el amanecer en ritual, la noche
se vestirá de colores, las estrellas hablarán el idioma del corazón
y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.