NI LA LLUVIA, NI LA NIEVE,
NI EL FRÍO IMPIDIERON A LOS PADULEÑOS HONRAR
A SAN SEBASTIÁN
Francisco Molina
Muñoz
Padul, enero 2014
Tendré que
empezar pidiendo disculpas por si en algún momento
me excedo y peco de pesadez, pero es que así lo
veo y así lo siento: San Sebastián en Padul
es otra cosa. No se sienta nadie aludido, ni ofendido,
ni menospreciado. Lo que quiero decir con mi afirmación
es que la celebración del santo patrón de
la Villa de Padul adquiere en no pocas ocasiones connotaciones
difíciles de asumir por quienes no han vivido -mamado
dirían los castizos- la forma tan peculiar de celebrar
la víspera y el día de San Sebastián
que se tiene en este rincón de Granada.
Comenzaré hablando
de las hogueras, tradición que se pierde en la memoria
y hace retrotraerse al siglo XXVI, cuando Don Juan de Austria
propuso –otros dirán que impuso- a San Sebastián
para que Padul estuviese acogido bajo su patronazgo. Dicen
los relatos históricos que por aquel entonces, en
el patio del Castillo Palacio de los Condes de Padul, nuestra
Casa Grande, se encendieron hogueras para combatir el frío,
mientras las tropas disparaban al aire salvas en honor al
recién nombrado santo patrón.
Posteriormente, como suele suceder, la tradición
oral fue variando, de relato en relato y aquellas primigenias
hogueras pasaron a ser para calentar al Santo, tal y como
se decía había debido hacer Santa Irene cuando,
ayudada por un grupo de amigos, recogió el cuerpo,
aún con vida de San Sebastián, del lugar donde
lo habían dado por muerto sus verdugos, curándolo
y con sus cuidados haciéndole recobrar la salud.
Lo
que curiosamente no ha cambiado es el sentido cuasi militar
de los disparos hechos al aire, ya sea por escopetas de caza,
pistolas u otras armas de fuego. Todos los disparos, sin
excepción, son salvas en honor a San Sebastián
y así se lo confirmará cualquiera de los que
aún conservan viva la tradición.
Bien, tras esta digresión, procuraré centrarme
en las jornadas del 19 y 20 de enero. Comenzaré con
el 19, jornada de monte y leña para los paduleños
y visitantes que gustan de compartir nuestras tradiciones,
haciéndolas suyas también. El día pintaba
feo, lluvioso, frío y con constantes ráfagas
de un viento helador. Incluso en lugares más elevados
como la Venta del Fraile era visible que había nevado
y que la nieve había cuajado.
Puede
lo que antecede hacer retroceder a los paduleños nativos
y visitantes… Ni hablar de eso, provistos de cordeles
y la mayoría con la sola ayuda de sus manos, ocuparon
el monte, abrigados y con paraguas, para hacer cada cual
su hacecillo de leña con el que calentar al santo.
De hecho, las hogueras han sido algo más pequeñas
que cuando ha brillado el sol, pero no por ello tiene menos
mérito el hecho de que, como siempre, se siga cumpliendo
la tradición.
Buena muestra de lo que he relatado, con respecto a la jornada
del día 19, lo pueden comprobar viendo las fotografías
que capté a toda prisa con el móvil.
Por suerte el cielo
se abstuvo de enviar más lluvia en la noche y la procesión
de bajada del santo discurrió con total normalidad.
Así, pues, tras la salida de la ermita de San Sebastián
y la Virgen de los Remedios, al son de las notas del himno
nacional, la multitud congregada entonó, por primera
vez este año, el himno de San Sebastián. Después
se cumplió el ritual y San Sebastián fue conducido
hasta la Iglesia, siguiendo el tradicional itinerario jalonado
de hogueras. Cíc aquíÍ para vel el video
de la salida.
La mañana
del día 20 se presentó sin lluvia, aunque muy
fría y con algunas rachas de viento. Poco a poco,
según avanzaba la procesión, entre hogueras
y disparos al aire, la multitud que seguí al santo
fue aumentando como cada año, llegando el momento
en que al regreso a la Iglesia Parroquial de Santa María
la Mayor, no cabía un alma en su interior. Seguidamente
se celebró la Santa Misa.