CRÓNICA DE LA CORONACIÓN
LITÚRGICA DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA
PALMA
José Ramón
Yébenes Canuto
Hermano Mayor
Valdepeñas, 11 de octubre de 2015
TRASLADOA
LA ASUNCIÓN, LA VÍSPERA DE LA CORONACIÓN
En
la tarde noche del sábado,
10 de octubre, con unos minutos de retraso respecto
a la hora prevista, las 20:45 h., debido a la aparición
repentina de la lluvia, se abrían las puertas
del antiguo templo del Stmo. Cristo para comenzar el
Traslado de María Santísima de la Palma
hasta la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora.
El cortejo era abierto por la Cruz de Guía, escoltada por dos faroles
de acompañamiento, y seguida por tres tramos de hermanos que abrían
las insignias marianas de la Cofradía: el Simpecado y el Guión
Asuncionista, cerrando el Estandarte Corporativo.
Tras él, fue portada en unas andas la Corona de María Stma. de
la Palma, llevada por los cuatro hermanos más antiguos del cortejo de
la Cofradía. Por último, el cuerpo de acólitos turiferarios
y ceroferarios precedía ya al paso de palio de María Stma. de
la Palma.
La Stma. Virgen apareció por el dintel de la antigua iglesia de manera
inusual, desprendida de todo ornato, revestida por un tocado que envolvía
la sencillez y dulzura de esta dolorosa que la Hermandad venera desde su llegada
a la Hermandad en el año 1725.
El cortejo fue acompañado por numerosos fieles de la Parroquia que, junto
al Párroco y Consiliario, D. Emilio J. Montes Romero, rezaron el Santo
Rosario durante la hora aproximadamente que duró el Traslado hasta la
Iglesia de la Asunción de Ntra. Señora. Un recorrido que se hizo
por el camino más corto y recto posible, las calles Cristo y Virgen, por
donde la Stma. Virgen de la Palma fue recibiendo muestras de amor y devoción
con varias petaladas.
Al filo de las 10 de la noche, el paso de palio
arrió metros antes de la Puerta del Sol
de la Asunción mientras el cortejo de la
Cofradía ya había ingresado por completo
en el templo asuncionista. A tres golpes de martillo
levantó al cielo de Valdepeñas el
palio de cajón de la Stma. Virgen para,
a continuación, iniciar la maniobra de entrada
al templo, dificultosa por la arquitectura de la
misma pero salvada con maestría por la cuadrilla
de hermanos costaleros de la Hermandad.
Todo
lo que vino después fue una
explosión de emociones, sensaciones y sentimientos
desbordados. El órgano de la Asunción
comenzó a interpretar la Marcha Real mientras
los carrillones del Altar comenzaban a girar y emitir
ese inconfundible sonido que anunciaba la presencia
de la Madre de Dios. De una chicotá el palio
entró por la puerta de la Asunción, con
los vivas de los fieles y hermanos, y reviró hacia
el Altar Mayor donde se posó el paso para
vivir otro emotivo momento.
Con el paso encarado
hacia la Virgen de Consolación, Patrona de Valdepeñas,
el órgano comenzó a interpretar el Himno
a la Virgen de Consolación que fue cantado por todos
los presentes en el templo.
Finalizado el
mismo, la Hermandad de la Virgen de Consolación, Patrona
de Valdepeñas, actuó como anfitriona de la que es la "Casa
de la Virgen" y dieron la bienvenida a la Hermandad del Stmo. Cristo de
la Misericordia y María Stma. de la Palma. La Virgen de Consolación
vestía de gala para la ocasión: con su Corona de salida, con la
medalla de la ciudad de Valdepeñas en su pecho y con la medalla de Oro
de la Hdad. del Stmo. Cristo de la Misericordia y María Stma. de la Palma,
que esta última le entregó en el año 2008 en la celebración
del 200 aniversario de la llegada definitiva de la Patrona a nuestra ciudad.
Además, como recuerdo del día, la Hdad. de la Virgen de Consolación
entregó una medalla de la Patrona de Valdepeñas a la Santísima
Virgen de la Palma que llevaría al día siguiente en su Coronación
Litúrgica.
Tras
las palabras de bienvenida del Párroco
de la Asunción, D. Enrique Galán Ruedas,
el paso de palio procedió a realizar las maniobras
para situarlo delante del Altar Mayor en el lugar reservado únicamente
para la Patrona de la ciudad cada 8 de septiembre.
Ahí arrió el paso y, sin pausa alguna, comenzaba una íntima
y silenciosa Vigilia de Oración por los mártires y perseguidos
por la fe en Cristo Jesús. La Hermandad del Stmo. Cristo de la Misericordia
y María Stma. de la Palma quiso tener presentes a todos los perseguidos
cristianos que dan su vida por la fe, tantos mártires anónimos
que los presentes quisieron encomendar a la Santísima Virgen de la Palma,
Reina de los Mártires, Madre de la Misericordia.
Con la exposición del Santísimo, el rezo de la Coronilla de la
Misericordia, el canto de las Cinco Llagas al Stmo. Cristo de la Misericordia
y la Bendición del Señor terminaba esta Vigilia de Oración
que ponía el broche final a la víspera del día grande, tan
esperado desde hace años.
FUNCIÓN SOLEMNE DE CORONACIÓN
Las horas posteriores fueron de gran intensidad para los miembros de
la Hermandad que, hasta altas horas de la madrugada, estuvieron preparando
todo lo necesario
para la Función Solemne de Coronación, al tiempo que la imagen
de la Santísima Virgen de la Palma era vestida de Reina para su día
de gloria.
Amanecía el domingo, 11 de octubre, con el cielo cubierto y una lluvia
fina que, poco a poco, fue desapareciendo mientras que el sol iba ganando terreno
a las nubes. Por todo el barrio y centro de la ciudad se escuchaban los "salvas" que,
desde primera hora, anunciaban a la ciudad la celebración de este día
de gracia.
Al filo del medio día, los fieles fueron llegando al templo de la Asunción
de Ntra. Señora para, poco a poco, colmarse de hermanos, fieles, miembros
de otras Hermandades de Valdepeñas y fuera de la ciudad, invitados particulares
y demás pueblo católico de la ciudad que querían estar en
este día con la Santísima Virgen de la Palma.
Destacaba la presencia de las hermanas de la Cofradía vestidas con mantilla
negra y los hermanos con traje negro y corbata dorada, utilizada exclusivamente
para esta Coronación Litúrgica, que hacía abandonar el habitual
tono burdeos que rige a la Hermandad en todos sus actos. También, los
hermanos presentes en la Coronación recibieron un broche dorado, con forma
de Palma, por la celebración extraordinaria.
Más de 500 personas llenaron el templo de la Asunción, donde no
había un hueco libre, y aguardaron a las 13:00 horas cuando la puerta
de la Sacristía se abría para dar comienzo a la Procesión
de Entrada que iniciaba la Cruz Parroquial del Stmo. Cristo de la Misericordia
escoltada por dos ciriales, continuaba la Corona de María Stma. de la
Palma portada por las Madrinas de la Coronación, la Congregación
de Franciscanas de la Purísima, y cerraba el clero presente en la ceremonia:
Padres Trinitarios, D. Pedro Lozano (sacerdote valdepeñero en Almagro),
D. Enrique Galán (Párroco de la Asunción), D. Tomás
Ruiz Novés (Canónigo de la Catedral de Toledo, hermano de la Hermandad
y maestro de ceremonias) y D. Emilio Jesús Montes Romero (Párroco
del Stmo. Cristo de la Misericordia) quien presidía la celebración.
En ese momento el Coro "Dulcimer" interpretó el Canticorum Iubilo
de Haendel junto al que sería organista de la ceremonia, Marcos Nájera
Sánchez. Un acompañamiento musical que resultó prodigioso
y sobrecogedor gracias a la maravillosa interpretación del Coro, del organista
y a la exquisita selección de obras realizadas para la ocasión.
La
Función Solemne de Coronación,
considerada como Celebración Jubilar dentro
del Año Jubilar concedido por Su Santidad el
Papa Francisco a la Hermandad en su 300 Aniversario
Fundacional, se fue desarrollando con suma delicadeza
creándose un ambiente íntimo y elevado
que fue preparando el momento álgido de la celebración.
Tras la homilía, comenzaba el rito de Coronación de la imagen de
la Santísima Virgen de la Palma. Las Madrinas de la Coronación
llevaron hasta la Sede la corona para que fuera consagrada y rociada con agua
bendita por el Presidente. Posteriormente, las Madrinas acompañadas del
Párroco del Stmo. Cristo de la Misericordia, del Párroco de la
Asunción de Ntra. Señora y del maestro de ceremonias, llevaron
la corona hasta el paso de palio de María Santísima de la
Palma.
Los dos presbíteros subieron hasta el paso de palio por una escalera engalanada
que había dispuesto la Hermandad, accediendo por el hueco lateral izquierdo
entre el tercer y cuarto varal del palio. El primero en subir fue D. Enrique
Galán Ruedas quien tras besar las manos de la Virgen se dispuso a la derecha
de la misma, después subió hasta las plantas de la Señora
D. Emilio J. Montes Romero, quien besó las manos de la Virgen y se dispuso
a su izquierda. Recibió D. Emilio la corona de manos de D. Tomás
Ruiz Novés, maestro de ceremonias, y, con sumo respeto, ciñó las
sienes de la Madre de Dios con la corona que los hermanos y fieles han regalado
a la Virgen realizada en plata de ley, con incrustaciones de piedras preciosas,
y bañada en oro de 24 quilates, realizada por la Orfebrería Hnos.
Fernández de Sevilla, en un estilo sobrio, clásico y decimonónico.
El estruendo de los carrillones de la Asunción agitados por los miembros
de la Hermandad de la Virgen de Consolación, la interpretación
de la Marcha Real por el órgano y un largo y emocionado aplauso de más
de un minuto de duración, entremezclado con unos espontáneos vivas
a la Reina de los Mártires, anunciaban al pueblo católico de Valdepeñas
que María Santísima de la Palma había sido coronada.
Mientras los sacerdotes descendían del paso de palio e incensaban la imagen
coronada de la Madre de Dios, el Coro estremecía de nuevo a los fieles
con la interpretación del Aleluya del Mesías de Haendel, que hizo
que las emociones se desbordaran y las lágrimas brotaran de los ojos de
los fieles y los hermanos de la Hermandad en un momento que quedará grabado
en los corazones de todos aquellos que aman y veneran esta imagen de María
Santísima.
Todo lo que ocurrió después mantuvo el carácter extasiado
que inundó la hora y media de ceremonia litúrgica de Coronación.
Las interpretaciones musicales elevaban a los presentes y envolvían la
espléndida liturgia de Santa María Reina que celebró D.
Emilio J. Montes Romero desde el Altar Mayor en un ejercicio sobresaliente
de solemnidad, elegancia y pulcritud.
Fue antes de la Bendición final cuando las Madrinas de la Coronación,
las Franciscanas de la Purísima, quisieron tomar la palabra para agradecer
a la Hermandad y al pueblo de esta ciudad de Valdepeñas, los vínculos
que aún unen a estas hermanas con la ciudad, tras 33 años desde
que se cerrara su casa en Valdepeñas. El nombre de Sor Querubina, religiosa
que salvó esta talla de María Stma. de la Palma en la Guerra Civil,
vertebró la estrecha unión que la Congregación
mantiene con la Hermandad desde entonces hasta ahora.
La Hermandad recibió un regalo de manos de la Congregación de Franciscanas
de la Purísima y, a su vez, la Hermandad hizo entrega de un recuerdo de
agradecimiento por el Madrinazgo de la Coronación. También, la
Hermandad quiso testimoniar públicamente su muestra de gratitud a los
Párrocos de la Asunción de Ntra. Señora, D. Enrique Galán
Ruedas, y al Párroco del Stmo. Cristo de la Misericordia, D. Emilio J.
Montes Romero, por haber acompañado a la Hermandad en este camino de preparación
de la Coronación Litúrgica.
Finalizaba la Función Solemne con el recordatorio de la gracia de la Indulgencia
Plenaria que podía alcanzarse en este día de gracia por los presentes,
con la entonación del Salve Regina, la incensación de nuevo del
paso de palio y de la imagen de María Santísima de la Palma y con
los "vivas" dirigidos desde el Altar por la que es la Madre de Dios.
Concluía la ceremonia de Coronación pasadas las dos y
media de la tarde.
Momentos de abrazos, de lágrimas, de emociones rebosadas, de satisfacción
y de gratitud que se vivieron nada más acabar la ceremonia por parte de
los hermanos de la Hermandad que recibieron, a su vez, las felicitaciones de
los fieles y de todas las Hermandades presentes en el templo de la Asunción
de Ntra. Señora.
PROCESIÓN TRIUNFAL EXTRAORDINARIA
Pocas horas hubo para digerir las emociones cuando a las cinco y media
de la tarde la puerta de San Lorenzo de la Asunción se abría
para ir recibiendo a los hermanos, Hermandades, autoridades e invitados
que acompañarían a María Santísima de la
Palma en la Procesión Triunfal Extraordinaria por las calles
de Valdepeñas.
Durante
una hora los fieles fueron acudiendo al paso de
palio de María Santísima de la Palma,
ya coronada, para elevar sus oraciones. Al tiempo que
los Priostes iban encendiendo el reguero de luz natural
que alumbra a la Reina de San Andrés en su paso
de palio. Destacaban entre las 60 luces que componen
esta candelería la inclusión, en las
dos filas más altas, de los escudos de todas
las Hermandades de Semana Santa de la ciudad, el de
la Agrupación de Hermandades, el de la Hermandad
de la Virgen de Consolación, Patrona de Valdepeñas
y el de las Madrinas de la Coronación, las Franciscanas
de la Purísima. Con este detalle quiso también
la Hermandad hacer partícipe al resto de Cofradías
de la ciudad de esta celebración de coronación
de la Madre de Dios. Las dos filas más bajas
de la candelería llevaban también insertos
los escudos del 300 aniversario de la Hermandad y del
Año Jubilar concedido por el Papa Francisco
a la Hermandad.
A las seis y veinte de la tarde, con diez minutos
aún de margen respecto
a la hora prevista, el cortejo de Hermandades y de hermanos estaba prácticamente
dispuesto por la nave central y del Sagrario a expensas de que se abriera la
Puerta del Sol de la Iglesia de la Asunción, pasados unos minutos
de las seis y media de la tarde y con el repique de campanas de la monumental
torre
asuncionista.
Abierto
por la Cruz de Guía de la Hermandad y escoltada
por dos faroles de guía, se abría el
cortejo compuesto, primero, por las Hermandades venidas
de fuera de Valdepeñas: Flagelación
de Ciudad Real, Resurrección de la Rinconada,
Amor de Tarancón, Soledad de Ciudad Real y
Soledad y Esperanza de Membrilla. Tras ellos las
Hermandades penitenciales de Valdepeñas con
sus respectivos estandartes y una representación
de la Agrupación de Cofradías. Cerrando
el cortejo ajeno de hermanos, la Hermandad de la
Virgen de Consolación, Patrona de Valdepeñas.
Tras ellos, el tramo de hermanos era abierto por el Simpecado, escoltado
por dos varas de escolta. Pero antes de que los hermanos comenzaran
a abandonar el templo de la Asunción, la Hermandad quiso hacer un regalo a los mismos.
En ese momento, el paso de palio de María Stma. de la Palma realizó su
primera levantá y, a los sones de "La Virgen de Sevilla", interpretada
por la Banda de Música desde dentro del templo, reviró sobre misma
para encontrarse, cara a cara, con la Virgen de Consolación, Patrona de
Valdepeñas. Breves minutos que, de nuevo, envolvieron el ambiente de emociones
contenidas y de una estampa histórica difícil de olvidar.
El
cortejo fue abandonando las naves asuncionistas.
Abría el segundo tramo de hermanos
el Guión Asuncionista, también escoltado
por dos varas, compuesto por el cuerpo de hermanas
con mantilla y el cuerpo de monaguillos de la Hermandad,
el futuro de la Cofradía.
El tercer tramo lo abría el Estandarte Corporativo, también escoltado
por dos varas, en el que estaban los hermanos más antiguos de la corporación
y que precedían a la Presidencia de la Procesión, formada por una
representación de la Congregación de Franciscanas de la Purísima
y por los Hermanos Mayores de la Hermandad en el último medio siglo.
Tras ellos el cuerpo de acólitos turiferarios y ceroferarios de la Hermandad
y el paso de palio de María Santísima de la Palma. La maniobra
de salida mantenía la dificultad que el día anterior tuvo la entrada
pero, al igual que ocurría en la víspera, la cuadrilla de hermanos
costaleros solventó el dintel de la puerta con el paso "a tierra" y
lo levantó al cielo de la ciudad a los sones de la Marcha Real y la marcha
Coronación de la Macarena que, aún desde dentro de la Iglesia de
la Asunción, interpretaba la Sociedad Filarmónica "María
Inmaculada" de Linares, la cual brilló con luz propia en todas las
interpretaciones del repertorio seleccionado para la Procesión Triunfal.
El recorrido, decorado con más de cien palmas que la Hermandad repartió los
días previos entre los vecinos, comenzaba en la Plaza España, continuó por
el Andén del Ayuntamiento, C/ Escuelas, C/ Castellanos y C/ Pintor Mendoza.
En este punto del recorrido comenzaron los momentos tan emotivos que salpicaron
todo el recorrido procesional:
A todas las Hermandades y Congregaciones Religiosas por las que
discurría
la Procesión Triunfal, la Hermandad fue entregando un recuerdo en forma
de cuadro conmemorativo del día de la Coronación Litúrgica
y el Hermano Mayor de la Hermandad o el Superior de la Congregación Religiosa,
realizaba la llamada al martillo del paso de palio de María Santísima
de la Palma en una levantá dedicada a cada una de las instituciones que
agasajaron a la Santísima Virgen de la Palma.
En
primer lugar, la Hermandad de la Soledad recibió al paso de palio en el inicio de Pintor
Mendoza. Unos metros después fue la Hermandad
de la Virgen de Consolación la que recibió a
la Virgen de la Palma y donde comenzó una apoteosis
organizada por la Hermandad de la Patrona de Valdepeñas
en el que se lanzaron 65.000 aleluyas blancos y celestes
durante toda la calle Pintor Mendoza mientras el paso
de palio caminaba a los sones de "Madrugá Macarena".
Indescriptibles los momentos vividos en esta calle,
donde los "vivas" y alabanzas a la Madre
de Dios se sucedían sin solución de continuidad.
Al llegar a la C/Real fue la Agrupación de Hermandades la que recibió al
paso de palio y comenzó el trayecto hasta la capilla de Ntra. Sra. de
los Dolores, de las Madres Salesianas, en el que la Stma. Virgen de la Palma,
a los sones de "Madre Hiniesta", llegó a la puerta de la capilla,
reviró y se puso frente a frente a María Auxiliadora. Petaladas
naturales y de aleluyas antecedieron la llegada del paso a este lugar tan emblemático
para la Cofradía cada noche de Jueves Santo. Las Madres Salesianas, junto
a la comunidad educativa salesiana, ofreció un agasajo musical a María
Stma. de la Palma, mientras de la calle pendía una gran bandera con la
inscripción: "Auxilio de los cristianos".
Metros más abajo, en las confluencias de la C/ Real con C/ Cruz Verde,
esperaba la Hermandad del Santo Sepulcro y la Cofradía del Prendimiento
con la que se quiso tener también el detalle de llegar con la marcha "Mi
Amargura", dedicada a la dolorosa de esta Cofradía
de la tarde del Jueves Santo.
Tras el paso por el lateral este de la Plaza España, el cortejo se introdujo
en la C/ Virgen. En los primeros metros, fue la Hermandad de la Virgen de la
Cabeza la que recibió a la Santísima Virgen de la Palma y le regaló un
pañuelo de encaje para la dolorosa recién coronada. Y unos metros
más adelante, era el Coro Parroquial de la Parroquia de Ntra. Señora
de la Paz y San Juan Bautista quien esperaba a María Stma.
de la Palma para brindarle una emotiva ofrenda musical.
El
cortejo discurrió posteriormente
por las calles Bataneros y Tomás de Antequera
para llegar al Paseo Luis Palacios donde esperaba la
Hermandad de la Esperanza Macarena a la Stma. Virgen
de la Palma. Fue entonces el momento de la llegada
a uno de los puntos del recorrido más esperados
por la Hermandad y por el público: los Jardines
del Convento.
La entrada a los Jardines del Convento se hizo por
la puerta lateral este, desde la C/ Lorenzo Luzuriaga.
Precisaba de una maniobra complicada que el paso
realizó con
solvencia a los sones de la marcha: "Valle de Sevilla". Fueron unos
momentos únicos donde el público, congregado en multitud, aplaudió la
difícil maniobra de entrada y contemplaba la estampa única de una
Cofradía discurriendo por este rincón tan bello de la ciudad.
El caminar del paso era lento, como si no quisiera avanzar.
Se inició entonces el giro que llevaría el paso hasta la misma
puerta de acceso al Monasterio de San Diego de las Madres Agustinas. A los sones
de "Coronación de la Macarena" el palio de María Stma.
de la Palma se puso frente a frente y allí estaban las Madres Agustinas,
visiblemente emocionadas con la visita de la Virgen. Junto a ellas la comunidad
educativa del colegio "San Agustín" y el coro de niños
del colegio, que recibieron a la Virgen de la Palma con una gran pancarta de
cariño a la Virgen. Indescriptible el momento allí vivido mientras
las dulces voces infantiles, junto a las de las madres agustinas, le cantaban
a María Stma. de la Palma.
Con la presencia del Párroco y Consiliario de la Hermandad, D. Emilio
J. Montes Romero, delante del paso de palio, se solicitó la presencia
de la Madre Superiora para hacer la levantá del paso. Su emoción
representa la de sus hermanas que tanto quieren a esta dolorosa
del Jueves Santo.
Sin pausa para las emociones, el paso de palio volvió sobre sus pasos
para dirigirse ahora al edificio contiguo del Convento de la Stma. Trinidad,
donde los Padres Trinitarios y la Archicofradía de Ntro. Padre Jesús
Nazareno Rescatado esperaban el paso de la Virgen. De manos del Hermano Mayor
se recibió un ramo de rosas para María Stma. de la Palma que se
dispuso entre la candelería del paso.
Allí también
esperaba la Coral del Centro de Mayores quienes se
sumaron a la celebración y entonaron un bello
canto de amor a María. Y, como anteriormente,
se solicitó la presencia del Padre Superior
de la orden trinitaria, el Padre Antonio. En este caso,
por su juventud y por su origen sevillano, fue el propio
padre trinitario quien cogió las riendas del
martillo y se dirigió a la cuadrilla de hermanos
costaleros con unas bellas palabras para, a continuación,
dar los tres golpes de martillo y levantar al cielo.
"Hosanna in Excelsis" de fondo musical para una revirá histórica
en la que la Virgen de la Palma quiso asomarse al templo conventual, abierto
de par en par para la ocasión, y posteriormente girar para encarar la
salida por la puerta principal de los jardines del Convento. Chicotá eterna,
donde el tiempo se detuvo en una imagen histórica y única.
Así lo
entendió también la Archicofradía
de Ntro. Padre Jesús Nazareno Rescatado
quien realizó la levantá del paso
antes de iniciar el descenso por los escalones
de los Jardines. Su Hermano Mayor dedicó unas
emocionadas palabras a la cuadrilla de hermanos
costaleros recordándoles que habían
hecho historia llevando a María Stma. de
la Palma por donde sólo Ntro. Padre Jesús
Nazareno Rescatado camina cuando sale de su templo
conventual.
Destacar
la gran colaboración mostrada por la Archicofradía
que cedió el uso de una de las rampas de
subida al paso del "Señor de la ciudad" para
que la Hermandad pudiera realizar unas rampas de
salida que salvaran los escalones de la puerta
principal.
Un gran gentío se congregó frente a la Glorieta del Convento para
ver el complicado descenso del paso de palio el cual se realizó con
cautela y sin incidencia alguna.
Desde ese momento, la Cofradía aceleró su
ritmo de paso para recuperar el retraso acumulado respecto
a los horarios previstos y, con prontitud, el cortejo discurrió por
calle Virgen y Cristo para llegar a Cárcel Vieja,
una de las calles propias de la Hermandad.
Para
este momento se había
guardado una de las joyas de la música procesional: "La
Madrugá". En ocho minutos de ensueño,
con el hilo musical celestial de esta marcha de Abel
Moreno, el paso de palio entró en Cárcel
Vieja y subió esta bella y recóndita
calle de la ciudad de una chicotá, produciendo
el colapso de un cortejo que no quería caminar
para ver este momento único y originándose
una enorme bulla delante del paso, que apenas podía
caminar, hasta que reviró de nuevo a C/ Balbuena
y arrió al son de los últimos compases
de la marcha.
Para ese
momento, las Hermandades que abrían el cortejo ya habían llegado a
la Plaza de España, lugar donde concluía
el recorrido oficial para Hermandades, autoridades
y clero. El acceso a la Plaza de España
se hizo por el lateral oeste.
Las Hermandades quisieron despedirse de la Virgen
formando un pasillo por el que el cortejo, ya solo
compuesto por los hermanos, discurrió camino del
Andén del Ayuntamiento. "Coronación" fue la marcha con
la que María Stma. de la Palma quiso despedirse de las Hermandades que
la acompañaron y la agasajaron durante el recorrido.
Enfilado ya el Andén del Ayuntamiento, fue el Párroco de la Asunción
de Ntra. Señora, D. Enrique Galán Ruedas, quien realizó la última
levantá dedicada a él como muestra de la gratitud de la Hermandad
por el enorme cariño con el que acogió la Coronación Litúrgica
de María Stma. de la Palma.
EL REGRESO AL TEMPLO
Comenzaba
ya el regreso de la Cofradía
hacia su templo parroquial al filo de las 21:45 horas
y el carácter del cortejo y del ambiente de
los hermanos comenzaba a cambiar. Quiso la Hermandad
dedicar su primera chicotá de regreso a casa
a quienes fueron las Madrinas de la Coronación,
las Franciscanas de la Purísima, representadas
por once hermanas con su Madre Superiora Provincial,
Sor Teresa, a la cabeza. Ella hizo la levantá del
paso de palio en recuerdo de Sor Querubina, la franciscana
de la Purísima que salvara la imagen de María
Santísima en la Guerra Civil guardándola
en el carbonero del antiguo hospital contiguo a la
iglesia del Stmo. Cristo de la Misericordia.
"Virgen de la Palma" era el fondo musical para ir abandonando la Plaza
de España y enfilar la C/ Escuelas, otra de las calles de la Hermandad,
verdadero tributo a la belleza arquitectónica de la ciudad y que la Hermandad
dotó de un cariz festivo con la instalación de banderas con letanías
del Santo Rosario inscritas en su interior: "Reina de los Mártires,
Consuelo de los afligidos, Virgen Clemente, Espejo de Justicia, Puerta del cielo,
Estrella de la mañana y Madre de Dios" eran las letanías en
forma de elogios y piropos que el paso de palio iba levantando a su paso por
la estrechez recóndita de esta calle cofrade por excelencia de Valdepeñas.
Llegados a la mitad de la calle, el Coro Parroquial de
la Parroquia del Stmo. Cristo de la Misericordia recibió a la Virgen interpretándole una
bella y sentida canción dedicada a María. Ya el ambiente era otro:
el cortejo íntegramente formado por los hermanos, miembros de otras Hermandades
acompañando delante del paso, el Párroco colocado con la Presidencia
delante del paso y con el abrigo y la compañía de los fieles de
la Parroquia que querían acompañar a su Virgen
hasta su casa.
La
temperatura de la noche descendía
con el avance de las horas pero la temperatura emocional
y ambiental iba subiendo conforme se recorría
Seis de Junio y Capitán Fillol donde la Hermandad
de la Soledad de Ciudad Real recibió las muestras
de gratitud entre ambas Cofradías y su Hermano
Mayor levantó el paso, así como uno de
los hermanos de la Cofradía en la diáspora,
el periodista Alfonso Fernández Ruiz, quien
también mandó levantar el paso en otra
levantá dedicada a quien abanderó el
desarrollo de la Semana Santa de Valdepeñas
en los medios de comunicación locales. Se acercaba
el tránsito por la C/ Sor Cándida, donde
se sitúa la Casa Hermandad. Allí llegó la
explosión de sentimientos, de emociones... fruto
del trabajo de tantos días de preparación
de esta Coronación Litúrgica y de tantos
años de firme tesón por alcanzar las
metas planteadas por una Cofradía reinventada
así misma y seña de un pundonor elogiable
por situar a sus Sagrados Titulares en el centro
de sus vidas.
Una gran bandera daba la bienvenida a la calle: "Reina de San Andrés",
recordando la capilla donde nació la Hermandad, donde creció el
amor y la devoción por esta dolorosa tricentenaria, pañuelo de
lágrimas de generaciones de hermanos y fieles que llegaron a sus humildes
plantas para confiarse en su protección de madre. Pendones con flores
azucenas en las fachadas, multitud de palmas pendiendo de los balcones y un cielo
cubierto de flores de papel realizadas durante semanas por los hermanos de la
Cofradía. La calle era un hervidero, no cabía más gente,
la Cofradía compacta, el público aguardando la llegada de la Virgen
que llegó poderosa a los sones de "La Virgen de Sevilla". Arrió el
paso metros antes de la Casa Hermandad, allí esperaba el Coro Rociero
Santo Cristo para protagonizar una de las sorpresas de la noche: una sevillana
dedicada a María Santísima de la Palma, ya coronada.
La compostura propia de la Cofradía en sus manifestaciones de fe cada
noche de Jueves Santo y cada último domingo de agosto quedaron solapadas
por la alegría de un cuerpo de hermanos que ya no formaban Cofradía
sino que eran una masa de devoción delante de la Virgen. Los "olés" se
sucedían a cada una de las partes de la sevillana
dedicada a la Virgen, simplemente maravillosa.
El paso levantó entre una enorme petalada, lanzada desde el balcón
de la Casa Hermandad al paso de la Virgen, y los vivas a la Virgen que ya se
adueñarían del ambiente hasta que la Virgen entrara en su casa.
No había el rigor ni el ascetismo propio de esta Cofradía, sólo
había emociones desbordadas, alabanzas a la Virgen y una masa de gente
delante de ella "cangrejeando" a la Reina del barrio, mientras sonaba "Danos
la Paz" en otra chicotá de ensueño.
A duras penas el cuerpo de monaguillos pudo ponerse delante
del paso para cumplir la costumbre de que los más pequeños sean los que acompañen
al Señor y a la Virgen en las últimas calles del recorrido. Así entró el
paso en Caldereros y Dolores, al son de la marcha del mismo nombre, donde las
hermanas de mantilla también quisieron estar cerca de la Virgen. En ese
momento se paró el paso para que el Hermano Mayor de la Cofradía
de la Flagelación de
Ciudad Real realizara la levantá del paso agradeciéndoles, de este
modo, la ayuda prestada años atrás cuando la Virgen precisó del
ajuar de salida de la Virgen de Consuelo.
Comenzaba
la última revirá,
la última calle: Manuel León. "Mi
Amargura" fue el fondo musical elegido para el
lento caminar de la Virgen, casi sin avanzar, pues
nadie quería que aquello acabase. La fotografía
era un poema: la Virgen caminando de frente, toda su
Cofradía andando de espaldas, sin quitarle la
mirada a Ella que todo lo puede. No hacía falta
volverse, la Cofradía ya conoce el camino, son
300 años caminando por esa calle, "su calle".
La luz artificial de la calle Manuel León desapareció. La noche
se paró, sólo brillaba la candelería del paso de palio y
Ella resplandecía como nunca. Parecía Jueves Santo. Marcha seria
para esa última chicotá de frente: "Valle de Sevilla",
el silencio se hizo. Sobran los adjetivos.
Una gran bandera de color burdeos cruzaba la calle, las
letras doradas eran iluminadas por la candelería del palio. Su texto resumía lo que allí se
estaba viviendo: "Orgullo de tu barrio". Nada define mejor lo que era
María Stma. de la Palma en esos momentos: orgullo de un barrio que la
venera desde hace 300 años.
Unos sones de guitarra y una voz rota de emoción y nerviosismo brotaron
de un balcón frente a la Iglesia. Otro regalo para el recuerdo, una sevillana
dedicada a los 300 años de Hermandad y a la Virgen coronada de amor por
sus hermanos. Se alentaron de nuevo los vivas y los "olés" sumergidos
bajo el embrujo de la calle apagada y los sones serios propios del Jueves Santo.
Era momento de dedicar el último esfuerzo: las Hijas de la Natividad de
María, instituto secular consagrado que realiza su servicio en la Parroquia,
fueron quienes representaron a toda una feligresía parroquial que arropó a
la Virgen como nunca. En ellas iban representadas también la Familia Eclesial "Hogar
de Nazaret" que, junto a ellas, tanto bien hacen por los niños más
desfavorecidos de la ciudad.
También estaba allí presente el compositor de una de las dos marchas
que María Stma. de la Palma tiene dedicada. La Hermandad también
quiso tener presente a Gabriel Alcaide Roldán, autor de "Reina de
San Andrés" que sería el epílogo al caminar de la Virgen
por las calles de Valdepeñas.
Aquel sueño de tantos años se acababa, la Virgen ya estaba en su
casa, sólo quedaba despedirse de aquellos que la acompañaron hasta
su casa. Por eso, de manera extraordinaria, el paso giró en el sentido
inverso al habitual y la Virgen entró de frente a la ciudad. Instantánea
para el recuerdo, foto para la historia.
Una última sorpresa esperaba dentro
del templo. Tras la Marcha Real que anunciaba a la
ciudad que la Reina de los Mártires ya estaba
de nuevo en su templo, el paso realizaba las maniobras
propias para su adecuación en el interior del
templo. Era la última levantá y fue dedicada
a toda la Hermandad. El suave caminar hacia atrás
movía lentamente las bambalinas y embelesa a
los hermanos que veían como el sueño
llegaba a su fin. Pero de nuevo una sevillana rompía
la quietud del vetusto templo y recordaba que María
Santísima de la Palma venía de recogida,
ya coronada. Minutos para el gozo de una Hermandad
que ha luchado lo indecible por llegar hasta aquí.
No
hubo más golpe de llamador, el paso arrió,
la cuadrilla de hermanos costaleros abandonó el
paso, no sin antes haber firmado una de las páginas
más hermosas de los 28 años de hermanos costaleros
en la Hermandad y la oración final por los hermanos
difuntos dio paso a la bendición final impartida
por el Párroco y Consiliario, D. Emilio J. Montes
Romero.