Lucía
Lázaro
María Angustias García
Magdalena García
Antonia Santiago
Padul, 12 de abril de 2019
Semana Santa Lucía Lázaro
En la historia de una niña costalera, en los brazos
de su abuelo despertaba, era chica y escucho “con
ella al cielo” y los vellos se le pusieron de punta.
Desde pequeña, para ella y su familia, la semana
Santa ha sido la mejor semana de todo el año. Los
primeros recuerdos que tiene esa niña, es llegar
la cuaresma y todos los viernes, no comer carne, por lo
que se le dice, la vigilia, también recuerda, ayudar
a su abuela como cada viernes hacer unas torticas con
miel típicas de la Semana Santa.
El Viernes Santo de Padul para ella, lo mejor era ir a
acompañar al Nazareno, ya que su padre era costalero
y su abuelo también lo fue hace ya muchos años.
Un día como muchos, en un ensayo del Nazareno,
la niña con dos años, se cogió al
palo delantero del trono y iba marcando el ritmo de las
marchas y mirando los pies de los costaleros y desde ese
momento, se dio cuenta de que cuando fuera más
mayor quería ser costalera.
Hasta que llegara ese momento, ella ha salido todos los
años el viernes santo, de “pipotera”,
dónde recuerda que cuando el pipote se vaciaba,
iba a cualquier casa a llenarlo de nuevo, también
ha salido de “monaguilla” y por último
de penitente. Uno de los peores castigos que le pueden
hacer a una niña que siente tanto la semana Santa,
es no poder salir el viernes santo acompañando
al Nazareno.
Esa niña costalera que en los brazos de su abuelo
despertaba, se hizo mayor y buscaban costaleras para llevar
a la VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS y ella tan emocionada, fue
corriendo a su abuelo a contarle la gran noticia y vio
su cara mirándola con tanta emoción, se
dio cuenta de que él estaba orgulloso de su nieta.
Iban pasando los ensayos, y ella con más ganas
de que fuera viernes santo por la tarde.
Llegó el jueves santo, recuerda que esa noche no
pego ojo, pensando en cómo iba a ir toda la procesión
y si iba a poder terminarla entera.
Como cada viernes santo, esa niña y su familia,
lo primero que hacían era encender Incienso y poner
una estampa del Nazareno, y ese año que iba a salir
de costalera pusieron también una de la virgen
de las angustias, le rezo un Padre Nuestro, y le pidió
que ese año aunque no acompañará
al Nazareno, le diera fuerzas en los hombros, para mecer
y llevar a su madre por todo el Padul y aguantar hasta
llevarla a su casa, la ermita.
Iba pasando el día, y esa niña tan emocionada
y nerviosa a la vez, fue a preparar su faja, sus zapatillas
de costalera, el traje, la sudadera, la camiseta, los
guantes y sobre todo la medalla de la virgen de las angustias.
Llegaron las 7 de la tarde, y ya si era el momento de
salir, tocaron tres veces y ella se puso en su sitio,
un toque meterse y cuando escucho a la capataz “a
esta es” y las lágrimas se le cayeron por
toda la cara y los vellos se le pusieron de punta.
Abrieron las puertas de la ermita, escucho las zapatillas
rachear y de pronto el himno de España, la virgen
ya estaba en la calle. Esa niña costalera ya si,
estaba cumpliendo el sueño que desde pequeña
había soñado. Al salir vio a sus padres
y a sus abuelos, los cuales, hoy aquí presentes,
les da las gracias por confiar en ella y ellos son los
promotores de que esa niña costalera, que en los
brazos de su abuelo despertaba, tuviera el sueño
de ser costalera.
La niña de esta historia se llama Lucía
Lázaro y se encuentra aquí enfrente de todos
ustedes, contándoos que es para mí la Semana
Santa y mi sueño de ser costalera.
Si, habéis oído bien, esa es mi historia
de la Semana Santa Paduleña y quisiera agradecer
a Magdalena por confiar en mí, para estar aquí
encima de este escenario y enfrente de este público
maravilloso, espero que os haya gustado, lo he escrito
desde el corazón y el recuerdo.
…/…
Viernes Santo de 1992 María Angustias García
Viernes Santo de 1992 fue el primer año que la
Virgen de las Angustias procesionó con Costaleras,
pero yo decidí a salir por primera vez en el año
1997.
Fue un momento muy especial, muchos sentimientos a la
vez: nervios y emoción a flor de piel. Cuando vas
debajo, rezas y pides por tus seres queridos, haces promesas,
y también, se llora mucho.
Cuando empecé tenía a mis hijos pequeños.
Mi hija siempre quería venir conmigo a los ensayos
y decidió que saldría detrás de la
Virgen, vestida igual que yo. En el año 2004 empezó
a formar parte de la cuadrilla, ya como costalera. Compartir
tu pasión con tu hija es muy emocionante, pero
a la vez me preocupaba porque sabía que era muy
duro, muchos kilos en su espalda. Años después
empezó mi hijo como costalero de la Flagelación
y después de la "Borriquilla".
Desde aquel Viernes Santo de 1997 han pasado ya 22 años,
sin fallar ni uno, y de momento espero seguir algunos
más, hasta que el cuerpo lo permita.
Sin más, me quiero despedir animando a todo aquel
que le guste la Semana Santa, a que pruebe a meterse debajo
de un paso, pues no le será fácil dejarlo.
…/…
Al cielo con ellos Magdalena García
Hermanos cofrades, hermanos costaleros, y todos los aquí
presentes.
Difícil me resulta estar aquí y mantener
la calma para poder transmitiros en palabras lo que mi
corazón siente.
No sé por dónde empezar, pues son tantas
experiencias vividas durante veintisiete años ya,
que se agolpan en mi memoria en tropel para explicar,
toda una forma de sentir y vivir el amor a nuestra madre,
Nuestra Señora de Las Angustias.
Imagino que cada cual, por sus titulares, aunque todos
son lo mismo, son sentimientos y fe que compartimos hombres
y mujeres en las trabajaderas, a costal o a hombros, diferentes
formas de llevar, de ser los pies de nuestras imágenes,
para que puedan caminar por nuestras calles, ellas derramando
luz y nosotros penitentes.
Comienza un verso del himno de la Virgen (Caminaré
junto a tu lado…..), con nuestro paso tranquilo
y pausado, arrastrando con ello nuestros pesares, queriendo
que el suyo sea aliviado, y esta noche de Viernes Santo,
te llevamos sobre nuestros hombros con gran orgullo de
hijos enamorados de tu belleza sin pecado.
Pasamos por calles repletas de gente que nos miran con
emoción creyendo que vamos sufriendo. Pero nosotros
vamos contentos de poder por unas horas, protegernos bajo
tu sagrado manto.
Y con estas palabras quiero colmar mis ilusiones ensalzando
a nuestro Padre del cielo y a su Madre de las Angustias.
Y por último, a las hermanas y hermanos costaleros,
que siempre en primavera andamos pasito a pasito llevando
en el alma una oración.
“Al
cielo con ellos”
…/…
II Pregón del Costalero
de Padul
Antonia Santiago
Costalera de la Virgen de las Angustias
Buenas tardes hermanos/as costalero/as, hermanos/as cofrades
y paduleños en general, gracias por estar aquí
y hacer que la organización de estas actividades
cuaresmales afiancen la Fe en un pueblo tan cofrade y
costalero como el nuestro.
“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre,
la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás,
y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre
y junto a ella al discípulo a quien amaba, dijo
a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Después dijo al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquel momento, el discípulo
la recibió como suya”. Jn 19,26-27
De estas palabras de San Juan, “ahí tienes
a tu Madre”, Jesús, en el lecho de su muerte,
nos la entregó a todos nosotros como Madre Santísima.
Esas mismas palabras explican que nosotras, desde muy
niñas aprendiéramos, en nuestras familias,
en la catequesis o como miembros de la comunidad parroquial,
a tener una devoción especial a la Virgen María,
en su advocación como Virgen de las Angustias,
sobre todo en esta tierra, donde es nuestra Patrona. Patrona
lo es en Granada capital y en nuestro pueblo. ¡Qué
honor es llevar en esta tierra ese nombre!
Como no ser así, sí todas las Gracias vienen
a través de María porque Jesucristo, El
Salvador del mundo, vino a través de ella. No hay
mayor Gracia aparte de Jesús.
¿Cuantas veces le pedimos, a través, de
nuestras oraciones, que interceda por nosotros ante Dios
nuestro Señor? Muchas ¿verdad?
Por ello, allá por el año 1992, cuando
la aquí presente se enteró de que se buscaba
cuadrilla de costaleras para llevar a Nuestra Madre y
Patrona, el Viernes Santo, por las calles de nuestro pueblo,
no dudó en acudir a ese llamada. El primer Viernes
Santo que procesioné con Ella, 17 de abril de ese
año 1992, solo veinte años tenía,
pero sabía que esa fecha sería muy importante
en mi vida.
Primero vinieron los ensayos, en los barrios de la Fuente
y las Tres Cruces, primeras llamadas, primeros pasos,
primeras marchas. Ilusión toda y más, pero
se hizo largo esperar ese primer Viernes Santo.
Llegado el día soñado, ya no solo era emoción
e ilusión, a ello se añadían sentimientos
a flor de piel por portar a esa Madre, llena de dolor,
con su Hijo en los brazos y que a todos nos protege con
su manto. Mi sitio la trasera, junto a ese manto, al que
me aferré y toqué pidiendo su intersección,
por mi gente, por la de todas, por la humanidad en general
y especialmente por aquellos que más sufren.
Mi primer pensamiento cuando la vi en su trono, tan guapa
y tan humilde: “Madre Mía de Las Angustias,
ningún dolor en este mundo puede ser comparable
al tuyo, contemplando a sus pies la muerte de Tú
Hijo, la peor que pudo tener, en la Cruz, todo por AMOR
hacia nosotros”
AMOR que muchas veces, más de las que quisiéramos,
no se ve correspondido por nuestra parte, por la Suya
siempre. Él nunca nos abandona.
Llanto a la salida y llanto a la entrada, pero enorme
orgullo de haber sido sus pies por las calles de un pueblo
que se emociona y siente verdadera Fe al verla pasar.
Ese día genera, en una costalera, un sentimiento
que no se puede explicar, ir debajo de Ella no se puede
describir, tan solo sabes que el próximo año,
si Dios quiere, vuelves a repetir.
Efectivamente repites y repites, porque sientes que si
no lo haces algo te falta.
Ese fue mi caso, diez años ininterrumpidos, hasta
que por causas de la vida, y con todo el dolor de mi corazón,
me tuve que ir de nuestro querido pueblo por razones laborales.
Pero eso no significa que pierdas ese anhelo de volver
a ser sus pies, que cada cuaresma fuera de tu hogar y
lugar de origen dejes de recordar los ensayos, las marchas,
el olor a roscos y miel. Lo peor de todo que se te hace
eterna la espera para coger un tren y volver a tiempo
ese Viernes Santo para verla salir.
En esos años, si lloras siendo sus pies como ya
he dicho, más lloras cuando no pudiendo serlos
la ves pasar, majestuosa a pesar de su dolor, contemplando
el rostro de su Hijo, nuestro Redentor.
Lloras, aún más, cuando pasando por tu
lado le pides que tu primera hija nazca cuando te encuentres
en tu pueblo, en esa Semana de Pasión, cuando estás
cerca de los tuyos y no en una ciudad lejana, ella intercede
por ti, y nace esa hija un Viernes Santo, 18 de Abril.
Te emocionas, otro año más, si la Capataz,
que va al frente de la cuadrilla de valientes costaleras,
la para junto a ti cuando te ve, y te da una flor de las
que adornan su llanto. Gracias Magdalena, a lo mejor tú
no lo recuerdas pero yo nunca lo olvidaré. En ese
momento embarazada de mi segunda hija, ya de ocho meses,
mi emoción fue tanta que esa bebé en mi
vientre la notó, se movió ¡y como
se movió!
Pasan los años y dices, no puedo dejarlo más,
tengo que volver a llevarla en andas, tengo que agradecerle
su intersección por todos nosotros ante su Hijo.
Vuelves y sientes exactamente lo mismo que el primer
año, no ha cambiado nada, el mismo sentimiento,
la misma emoción y el mismo amor hacia Ella y su
Hijo sobre su falda. Le pides que te de fuerzas para seguir
portándola y que sigas con ella sobre tus pies
hasta que se pueda, al menos ese es mi deseo.
Por ello, leo a continuación y para terminar,
los siguientes versos costaleros, de D. Manuel Rueda García,
extracto del Libro el Legado, Corazón, Costal y
Zapatillas, que un día aprendí y llevo dentro
de mí.
¡Costalero
de Dios y de la Reina de los Cielos!
Más de una vez me han preguntado
¿Qué es ser costalero?
Y no porque no supiera,
si no por falta de tiempo,
no me paré a responder
a los que saber quisieron...
Sin embargo, quiero explicarlo ahora,
aprovechar este encuentro
quiero que tú bien sepas,
que es ser costalero...
Costalero te pare tu madre
el día de tu nacimiento
porque por tu sangre corre
aquella de los que también lo fueron…
El costalero crece y aprende
rodeado de momentos,
distintos puntos de vista
que enriquecen el conocimiento...
El costalero les cuenta
a sus hijos y sus nietos
sentimientos y vivencias
que vivió bajo el madero...
Y el costalero un buen día
se despide de su cuerpo,
ese cuerpo que le sirvió de andas
al hijo de Dios o la Reina de los Cielos...
Le estará esperando a las puertas
San Pedro, que es el listero
para colocarlo en su sitio
como corriente, fijador o costero...
Cuando descalce sus zapatillas
se inclinará de rodillas,
ante El, el verdadero,
para decirle orgulloso:
¡Si tú ya sabes Dios mío
lo que une ese madero!
Y allí estará esperando
para siempre,
opinando en las tertulias,
con otros que aquí en la tierra
también fueron costaleros...
Y cada Semana Santa
desde el balcón de los cielos
se asomará para ver orgulloso
a sus hijos y sus nietos,
que no olvidan transmitir
sus genes de costalero...
Buenas noches, queridos paduleños y que la Virgen
de las Angustias, con su Hijo en sus brazos, interceda
para que todos nosotros aumentemos nuestra Fe, año
a año, siendo ambos nuestro gran amor y consuelo.