Fiestas
patronales de Béznar una tradición que perdura
Del
5 al 7 de septiembre, la pequeña localidad granadina de
Béznar, enclavada en el corazón del Valle de Lecrín,
ha vivido sus tradicionales fiestas en honor del Santo Patrón
San Antón.
Este
año ha sido la segunda vez que he estado presente en el
desfile procesional, pero el pasado año, he de reconocerlo,
me cogió por sorpresa la forma tan peculiar que tienen
de rendir honores al santo.
Pregunte
a un hombre mayor, cosa que aconsejo a todo aquel que quiera saber,
por la historia que rodea tan singular celebración y este
buen señor me indicó que en el libro de las fiestas
de este año venía parte de la historia de los mosquetes.
Por
el camino encontré a un chiquillo ataviado con un llamativo
atuendo y armado con un mosquete casi tan alto como él.
No me pude resistir, le hice una fotografía y le pregunté
por su nombre. Iván Ríos Morillas me dijo, añadiendo
que tenía seis años. En él vi la continuidad
de una arraigada tradición.
Encontré
al Cabo de los Mosqueteros integrado ya en el cortejo procesional
y tras presentarme como Corresponsal en El Padul de La Voz del
Valle de Lecrín y Redactor de Padulcofrade.com me dio el
libro de las fiestas que tenía en su casa, y al ver mi
reparo, por dejarlo desprovisto de ese recuerdo, me dijo que si
el libro no servia para promocionar y dar a conocer las fiestas
de su pueblo entonces no tenía sentido hacerlo, que ya
buscaría otro y si no lo encontraba no pasaba nada.
Por cierto, se me olvidaba decir que el atento Cabo se llama Juan
José Gijón. Aunque habitualmente reside en Granada,
no deja pasar la ocasión de estar en su pueblo.
Hojeando
el libro de las fiestas he encontrado dos páginas, lástima
que no sean más, que hablan de la historia de los mosquetes,
que me permito reproducir en su totalidad por el interés
que para el conocimiento de la historia y tradiciones del Valle
de Lecrín aporta.
Historia
de los Mosquetes:
“La
política intransigente de Felipe II hace crecer el descontento
de la población morisca y el aumento de los grupos de monfíes.
Esta situación provoca enfrentamientos entre los moriscos
y los cristianos como el sucedido en Béznar en torno al
año 1566. Sucedió que una fracción de la
partida de Ibrahim Agad de la Zubia de los monfíes del
Nazcoz de Nigüelas atacó al Beneficiado y su séquito
cuando se dirigían a dar el Santísimo a un enfermo.
Resultando muerto el Sacristán y un labrador, siendo cautiva
la hija de éste, María Trinidad, y robado el Santísimo
que era conducido en el portaviático.
Conocido
el suceso, el pueblo se reunió en la plaza y los hombres
querían perseguir a los monfíes si no hubiesen sido
impedidos por las autoridades. En esta confusión se presentó
un alférez de los tercios de Flandes, Don Martín
Alonso de Frías, el cual organizó una Hermandad
cuya principal misión era rescatar el Santísimo,
para ello acudieron al Marqués de Mondejar, Don Luis Hurtado
de Mendoza, que les concedió veinticinco mosquetes y arcabuces.
Por los corredores (prácticos escuchas y enlaces) se conoció
que el campamento de los monfíes se hallaba a la parte
izquierda del Barranco de Tablate sobre un Tajo y entre dos pequeñas
lagunas.
El
ataque de treinta mosqueteros, auxiliados por once corredores,
bajo el mando de Don Martín Alonso de Frías, sorprendió
a los monfíes de la Lagunilla sufriendo una terrible derrota.
Se liberaron nueve cautivos de los veintitrés que tenían
y entre ellos María Trinidad, que portó entre sus
manos el portaviáticos con el Santísimo hasta Béznar,
donde lo entregó al Beneficiado. La sagrada forma fue conducida
al vacío al tiempo que se producían las primeras
descargas en honor al Santísimo.
Como
premio, los mosqueteros recibieron coronas de flores, origen de
los adornos de flores que llevan sus sombreros.
Los solteros recibieron de sus prometidas las cintas de los cuellos
de sus camisolas, aquí está el origen del adorno
de las nueve moñas de seda y de los dos lazos de mayores
dimensiones llamados EME, inicial de Ave María.
También recibieron manteles de Valencia, que cubrían
las cabezas de las mujeres, así como mantones, los cuales
colgaron de sus correas (hoy fajas de granas).
Don
Juan de Austria conoció de todas estas hazañas por
boca del alférez Don Martín Alonso de Frías.
El Príncipe concedió a María Trinidad una
pensión como premio a su heroísmo y a los mosqueteros
el privilegio de escoltar al Santísimo, a la vez que los
uniformaba. Todo esto sucedió en una breve estancia de
Don Juan de Austria en Béznar, según constaba en
el manuscrito de 1571 que existía en el Archivo Parroquial
de Béznar…”
Fotos y Texto: F. Molina |