Cien años y cinco meses de historia
y devoción avalan el hecho acontecido en la noche del Sábado
9 de Septiembre en Chauchina, la coronación canónica
de Nuestra Señora del Espino, el mismo tiempo transcurrido
desde que la Santísima Virgen se apareciera y curase a
Rosario Granados en las inmediaciones del cementerio de esta localidad
de la Vega granadina.
Este es sin duda alguna el acto más
relevante de los convocados dentro del Año Jubilar del
Centenario de la aparición, que transcurre desde el 6 de
Abril de 2006 hasta Abril de 2007, estando este mes de Septiembre
dedicado al enfermo y a Rosario Granados ya que el día
23 se cumple el aniversario de su muerte.
Día grande para Chauchina, su
Virgen por excelencia, que no su patrona ya que este título
lo ostenta la Madre de Dios en su advocación del Rosario,
iba a ser ensalzada con el máximo honor con que la Iglesia
Católica digna y reconoce a las imágenes marianas,
la coronación canónica como Reina de cielos y tierra,
aunque desde hace muchos años ella es Reina de los chauchineros.
Para este día estaba convocado
el Rosario de la Aurora por los alrededores del Convento de Madres
Clarisas Capuchinas, donde recibe culto la sagrada imagen, para
las 7 de la mañana. Ya por la tarde estaba prevista la
salida de la imagen del templo para las 7, con motivo de trasladar
a la Virgen hasta el parque del Sauce, lugar escogido para celebrar
el Pontifical de Coronación; pero la presencia de una fuerte
tormenta que descargaba agua y rayos sobre el pueblo desde las
cinco y media hizo retrasar los actos previstos. Con más
de una hora de retraso se hizo la devota imagen de la Virgen del
Pincho a las calles, tras anunciarlo el Sr. Arzobispo desde el
presbiterio del templo, lo que valió el aplauso de los
presentes. Se presentaba con su ajuar de manto y saya estrenados
en Abril pasado y sin ningún tipo de elemento real sobre
su testa; cubierta por un plástico y exornado el trono
con esquinas de gladiolo y nardo, ánforas y frisos de pequeña
flor de pato, todo en color blanco; saliendo del templo a los
sones del Ave María que provenía de la megafonía
y de los aplausos de la gente allí congregada, la cual
siguió tras el trono de la Virgen. El cortejo, formado
por la cruz de guía, corona sobre andas, estandarte, hermanas
cofrades con negra mantilla y el trono de Ntra. Sra., tomó
la calle que discurre por el lateral del templo hasta llegar al
parque del Sauce, donde miles de personas esperaban en la explanada
presidida por el altar montado para la ocasión. La imagen
fue recibida en el parque con el canto del Stabat Mater, que sonó
mientras discurría por el centro de la explanada entre
la multitud para alcanzar el altar. Una vez allí fue descubierta
del plástico y ubicada en el lateral izquierdo entre dos
paños de candelería y enmarcada por un dosel burdeos;
la parte central estaba ocupada por el altar de la celebración
y de la Palabra, estando presidido por un Crucifijo de tamaño
académico; en el extremo derecho aparecía una gran
estampa de la aparición de la Virgen a Rosario Granados,
también sobre paño burdeos, el mismo que enmarcaba
la parte central.
Con la presencia de varias decenas de
sacerdotes, con Monseñor Martínez Fernández
a la cabeza, comenzó la misa Pontifical de coronación,
cuya parte musical corría a cargo de la Coral Polifónica
de Dúrcal. Tras la homilía, pronunciada por el Arzobispo
de Granada, se dio paso al acto de coronación de la imagen.
El Arzobispo se accedió al trono y colocó la corona
sobre la Santísima Virgen del Espino, momento que tampoco
quiso perderse la tormenta ya que entonces se vio descargar un
rayo que se partió en dos en la misma dirección
en que se encontraba la imagen. El himno de España y una
gran salva de cohetes anunciaron a los cuatro vientos que Nuestra
Señora del Espino era ya Madre Coronada, a continuación
se entonó el himno a la Virgen del Espino estrenado con
motivo del centenario. Se continuó con la celebración
de la Eucaristía cuando de nuevo una gran tromba de agua
sorprendió a los presentes, debiendo ser despojada la imagen
de su corona para poder cubrirla en su totalidad. Culminó
la celebración con el canto de Salve Regina y la ofrenda
a la Virgen de bailes regionales.
A continuación comenzó
la procesión de gloria y alabanza por la calles de Chauchina,
la cual se visto bastante mermada en su recorrido por las inclemencias
citadas, hacia la una de la madrugada resonaban por la vega y
la capital infinitud de cohetes, lo que hacía intuir que
la Santísima Virgen del Espino, ya coronada, era devuelta
a las Madres Capuchinas, grandes ausentes en el acto de coronación
por su voto de clausura.
A continuación reproducimos la
letra del Himno a Nuestra Señor del Espino:
Salve Señora,
sol de Chauchina,
eres su gloria, Tú su alegría.
Del cielo bajas a nuestra vega,
Tú del Espino eres su estrella.
Tú eres bálsamo
de nuestras penas,
por ti Rosario salud encuentra.
Vuelve tus ojos Reina y Señora
a los que ahora penan y lloran.
Chauchina te aclama,
¡Oh! Madre de Dios,
Tú eres de este pueblo su orgullo y honor.
Salve Señora, sol de Chauchina.
Salve, Salve, Salve Regina, Salve.
Letra y música de Cesáreo
Bermuda Guerrero. Pbro.
(Tomado del ejemplar de la misa pontifical)