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Los Evangelios,
principal fuente de información
Las
principales fuentes de información sobre Jesús son
los Evangelios, término griego que significa "buena
noticia". La Iglesia distingue entre dos tipos:
CANONICOS:
Los
considera "inspirados" por Dios y son cuatro. Los de
Marcos, Mateo y Lucas reciben el nombre de sinópticos,
porque presentan muchas coincidencias entre sí y pueden
ser leídos disponiendo el texto en columnas paralelas denominadas
sinopsis. El de Juan difiere en muchos aspectos de los otros tres.
El más antiguo de todos ellos parece ser el de Marcos,
que habría sido elaborado en torno al año 70. En
cualquier caso, es muy probable que no fueran escritos por testigos
oculares de los hechos. En realidad, no se conoce tampoco a sus
autores -la atribución a los que ahora conocemos se produjo
en el año 150-. Y es lógico, dado que no fueron
redactados de un tirón. El material circuló durante
años entre las primeras comunidades cristianas de forma
oral. Hubo después colecciones de frases de Jesús,
los llamados "ipssisima verba" (palabras textuales)
y después se recopilaron por escrito. No son los primeros
documentos cristianos: este honor le corresponde a las cartas
de Pablo a los tesalónicos.
APÓCRIFOS:
Fueron
apareciendo a partir del siglo II, pero la Iglesia no los aceptó
como auténticos al tratarse de obras legendarias y mitológicas
con las que se trató de cubrir las lagunas informativas
de los Evangelios anteriores, en especial acerca de la historia
de Jesús. En ellos es fácil encontrar a un niño
Jesús engreído y caprichoso, que mata y resucita
a los demás niños a su antojo o que les convierte
en carneros. En todo caso, han tenido bastante influencia en devociones,
fiestas populares y el arte. La Iglesia rechazó estos Evangelios
cuando, a partir del siglo II, comenzó a fijar las escrituras
que consideraba "inspiradas" por Dios. Los criterios
que siguió para aceptar o desechar los libros fueron tres:
la apostolicidad -que el escrito fuera atribuido a un apóstol
o a uno de sus seguidores-, en el siglo II; la conformidad con
la tradición de la Iglesia, en el siglo III; y la aceptación
por las iglesias de toda la cristiandad (siglos IV -XVI). Además
de los libros apócrifos, en la literatura judía
también se habla de Jesús. Uno de los episodios
más llamativos es la atribución de su paternidad
a un soldado romano llamado Pandera o Pantera. El erudito judío
Klausner cree que esta historia circuló para burlarse de
la doctrina cristiana de la concepción virginal.
José
Irija y Emilio Silva
Publicado en Quo número 67
Abril 2001 |
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