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Jesús

Prueba de fe:

  • La ciencia investiga quien fue realmente el profeta de Nazaret.

El contexto histórico:

  • Análisis de la época en que vivió y del surgimiento del cristianismo.

Vivió hace dos mil años en Palestina y es el personaje que más ha influido en la historia de la Humanidad. ¿Qué evidencias históricas hay sobre su figura?

De él conocemos algunos datos: se llamaba Jesús, nació en el seno ole una devota familia rural de Galilea, se expresó en arameo -su lengua materna-, fue bautizado por el profeta Juan, predicó el reino ole Dios y fue condenado a muerte y ejecutado en Jerusalén hacia el año 30 de nuestra era. Ante una figura tan fascinante, toda información es poca y las preguntas se agolpan. ¿Qué más sabemos de este hombre que cambió la historia? ¿Dónde y cuándo nació? ¿Hizo milagros? ¿Por qué y quién le ajustició exactamente?

Un judío de a pie

Desde hace unos doscientos años, los historiadores trabajan para dar respuesta a todos estos interrogantes. La empresa no es fácil, primero, porque su figura suscita muchas pasiones v cualquier afirmación que se salga de los cánones puede levantar ampollas. La gente espera que las pinceladas que, poco a poco, nos dan a conocer los estudiosos sobre su persona coincidan con la imagen que cada uno tiene formada de él.

Y no es tarea sencilla sobre todo porque, a diferencia de los grandes filósofos de la Antigüedad, Jesús no dejó escritos propios, ni nada que venga de él sin intermediarios. No fue ningún rey, vencedor de esta o aquella batalla, ni una alta autoridad religiosa del Judaísmo. Socialmente hablando fue un judío de a pie, un aldeano conocedor de las Escrituras. "Jesús ha llegado a ser un hombre tan importante en la historia universal que a veces resulta difícil creer lo poco importante que fue durante su vida", afirma el estadounidense E. P. Sanders, una de las máximas figuras en la investigación actual sobre el profeta de Nazaret.

Con este panorama, no es de extrañar la relativa escasez de documentos históricos que tenemos sobre su persona. Hasta ahora, las principales fuentes de información son, sin duda alguna, los Evangelios. Pero el investigador ha de acercarse a ellos con cautela, pues están viciados. La razón es que sus autores, al fin y al cabo, no fueron historiadores o cronistas que quisieran informar -como si de un periódico o de una enciclopedia de hoy se tratara- sobre el personaje histórico Jesús, sino que eran más bien teólogos que pretendieron ensalzarle y que, por tanto, estructuraron sus relatos para apoyar esa teología. "El historiador", dice a este respecto el citado Sanders en su obra La figura histórica de Jesús, "tiene que ser alguien que someta los Evangelios a malos tratos".

Durante un tiempo, en la época moderna, se dudó incluso de la existencia de este profeta. Hubo quien pensó que era un mito y que no existió. Pero ¿hay, aparte de las cartas y Evangelios cristianos, otros testimonios que confirmen su vida? La respuesta es afirmativa. El historiador judío Flavio Josefo habla en dos de sus obras -La guerra judía, escrita después del 70 d. de C. y Antigüedades judáicas, del 93-94- del profeta de Nazaret. Los romanos Tácito, Suetonio, Plinio el Joven y Luciano también le mencionan, aunque se limitan más bien a contar lo que hacen o dicen los primeros cristianos; y sus obras, además, dependen de informaciones cristianas.

¿Es esto mucho o poco? Para el estadounidense John P. Meier, autor del libro Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, es más que suficiente si se tiene en cuenta que, como afirma, "nadie cuestiona hoy día a figuras como David y Salomón y fuera, de la Biblia no hay ni tina sola prueba capaz de demostrar su existencia y mucho menos algo de sus notables realizaciones".

No nació en Belén

Pero, ¿cuándo y dónde nació Jesús? Dos de los evangelistas -Mateo y Lucas- dicen que fue en Belén, un pequeño pueblo de la provincia romana de Judea. Hoy día, sin embargo, la mayoría de los especialistas creen que vino al mundo en la aldea galilea de Nazaret y que lo hizo en el año 4 ó ,5 a. de C., aunque algún autor llega hasta el 7 a. de C. ¿En qué se basan estas afirmaciones? La explicación de la fecha es sencilla: los expertos piensan que Dionisio el Exiguo, el monje que en el siglo VI ideó el recuento de los años a partir del nacimiento de Jesús, se equivocó en la datación. Y consideran también que es más probable naciera en Nazaret debido a ciertas evidencias, como su nombre -Jesús de Nazaret-, el hecho de que su infancia transcurriese en dicha aldea y de que predicase casi siempre por la región. Y, sobre todo, porque se sabe que muchas de las afirmaciones de los relatos de la infancia que aparecen en los Evangelios son teologúmenos, es decir, datos que no son históricos, sino interpretaciones de valor teológico. Así, por ejemplo, ante la ausencia de información sobre su infancia, los evangelistas habrían escrito que Jesús nació en el pueblo de Belén con el fin de hacerle descender del rey David; o que huyó con su familia a Egipto para vincularle a Moisés.

Por otro lado, desde un punto de vista histórico, muchos pasajes evangélicos son contradictorios y difícilmente conciliables. Según Mateo y Lucas, Jesús nació de una virgen y la Iglesia católica sostiene que María permaneció virgen de por vida. Marcos, sin embargo, cita a cuatro hermanos de Jesús -Santiago, José, Judas y Simón- y dice que también tuvo hermanas. Flavio Josefo habla también del "hermano de Jesús, que es llamado Mesías, de nombre Santiago", quien fue lapidado por orden del sumo sacerdote Anán. Pero ¿qué dicen los estudiosos al respecto? Los historiadores de las religiones constatan que el parto virginal es un mito que en la Antigüedad se extendía desde Egipto hasta la India. Y que en el país del Nilo, por ejemplo, el faraón, que era Rey-Dios, también era engendrado milagrosamente en la figura de la reina virginal. "El relato del parto virginal"-escribe el teólogo alemán Hans Ming en su obra Credo- "no informa sobre un hecho biológico". En opinión de este autor, con esta narración los evangelistas quisieron decir que "con Jesús había tenido lugar, por obra de Dios, un comienzo -de la historia humana- verdaderamente nuevo". Por otra parte, el jesuita uruguayo Juan Luis Segundo explica en su obra La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret lo siguiente: "El que se presente a Jesús naciendo de una madre humana y de un padre divino es uno de los primeros intentos de explicar el misterio de la total humanidad y divinidad de Jesús".

Sí realizó curaciones

Hay autores que se centran en otras cuestiones, como el prestigioso teólogo holandés Edward Schillebeeckx. En su libro Jesús. La historia de un viviente, sostiene que "el primer dato históricamente cierto sobre Jesús es que fue bautizado por Juan Bautista". Sea como fuere, lo cierto es que la predicación de Juan impactó profundamente en Jesús, quien después de bautizarse dio comienzo a su vida pública. En ella, los llamados milagros -los evangelistas no utilizan esta palabra, sino que hablan de "signos", "obras poderosas", "señales" y "prodigios"- ocupan un lugar importante. Son uno de los aspectos más difíciles de aceptar en las sociedades modernas. La inmensa mayoría de la gente de hoy no cree en los milagros... aunque la ciencia continúe sin poder explicar, por ejemplo, las curaciones de muchas personas enfermas que acuden a santuarios como el de Lourdes. En general, el hombre de hoy es de los que piensan, como dijo en su día Cicerón, que "nada ocurre que no pueda ocurrir y cuando lo que podía ocurrir ha ocurrido, no se puede interpretar como un milagro. Por consiguiente, los milagros no existen".

Sin embargo, en el mundo antiguo, en el que se creía en la existencia de espíritus buenos y malos, los milagros eran considerados algo normal. Los judíos, como otros pueblos, rezaban a Dios para pedir la curación de las enfermedades, que eran vistas además como posesiones demoníacas que tenían su origen en el pecado. Presuponían también que había individuos que eran capaces de influir en Dios quien, por supuesto, podía curarles a través de esos intermediarios. Jesús fue considerado uno de ellos puesto que, al parecer, fue un sanador de éxito. Los expertos, en efecto, concluyen que Jesús fue un taumaturgo -otros prefieren utilizar términos como exorcista o mago- que curó a cierta clase de enfermos. Históricamente hablando, sin embargo, no fue el único judío que tuvo ese don para sanar: las fuentes mencionan también a otras personas que se creía eran escuchadas por Dios, como Honi, el trazador de círculos -del que habla Josefo-, famoso por pedir la lluvia con éxito y que vivió a mediados del siglo 1 a. de C., o Hanina Ben Dosa, un sanador que vivió en Galilea una generación después que Jesús. `Nuestro estudio de la literatura no cristiana" -asegura Sanders "indica que los milagros -de curaciones de enfermos- atribuidos a Jesús no fueron muy diferentes de los atribuidos a otros judíos del mismo período general". Este autor sostiene también que esta clase de milagros de Jesús "se exageraron "y que el profeta los interpretó "como signos del comienzo de la victoria definitiva de Dios sobre el mal".

Amigo de pecadores

Además de taumaturgo, Jesús fue también, y sobre todo, un profeta que predicó lo que él llamó Reino de Dios. Un profeta itinerante que enseñó fundamentalmente en los pueblos -no así en las ciudades, a excepción de Cafarnaum-, y cuyos más cercanos colaboradores abandonaron sus ocupaciones para seguirle. Desconocemos cómo vivía el grupo, pero no hay duda de que, a diferencia de los sacerdotes judíos, Jesús no evitó las compañías de aquéllos a quienes el Judaísmo consideraba pecadores. Es más, en contra de los dogmas de la época, les dijo que en el Reino de Dios ellos serían los primeros en entrar. Sin duda, su comportamiento escandalizó a determinados sectores de esta religión. De hecho, en algún pasaje evangélico, los fariseos, a quienes los Evangelios presentan sin mucho fundamento histórico como sus enemigos por excelencia, le acusaron, entre otras cosas, de ser un "comilón", un "borracho" y un "amigo de pecadores".

Hoy día, hay autores que piensan que la mayor parte de la predicación de Jesús, si no toda, transcurrió en Galilea, aunque ésta no es una opinión unánime. 'tampoco hay consenso sobre la duración del ministerio público. Hay quien opina que pudo durar unos tres años y quien cree que fue sólo uno. Lo cierto, en cualquier caso, es que entre los años 29 y 31 de nuestra era -hay estudiosos que prefieren el año 33-, Jesús viajó con los suyos a Jerusalén a celebrar la Pascua; que visitó el Templo, en cuyas inmediaciones armó un alboroto; que celebró una última cena y que, poco después, fue detenido, procesado y ejecutado.

Muerte de cruz

¿Quién ordenó la muerte de Jesús y por qué delitos? Los historiadores concluyen que fue detenido por orden del sumo sacerdote judío José Caifás y ejecutado por mandato del prefecto romano Poncio Pilato, el único que a la sazón podía condenar a muerte de cruz en Judea. En la época de Jesús sólo había un caso en el que las autoridades judías podían ejecutar a alguien: si algún gentil -aunque fuera ciudadano romano ignoraba las advertencias y entraba más allá de un determinado lugar en el Templo. A diferencia de lo que narran los Evangelios, parece que Pilato no se lo pensó dos veces a la hora de mandar a Jesús a la cruz. Los historiadores señalan que tenía fama de sanguinario. Y recuerdan que Pilón, en una carta que hizo llegar a Roma, hablaba al emperador Calígula de "los sobornos, insultos, robos, atropellos, daños sin motivo, reiteradas ejecuciones sin juicio y crueldad continua" de Pilato, quien sería destituido.

Agitador de masas

Pero, ¿por qué fue condenado Jesús? Parece ser que las causas hay que buscarlas en su visita al Templo, donde habló de su destrucción y "volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas". El Templo era la esencia del Judaísmo. Y una predicción así debió de ser motivo de alarma para las autoridades: los profetas eran peligrosos, pues la gente creía que Dios les escuchaba. En las fiestas en general, y en la de Pascua en particular, el sumo sacerdote -entre cuyas obligaciones se hallaba la de preservar el orden y evitar así el mal mayor de una intervención romana- tenía que andarse con cuidado, pues un profeta podía soliviantar fácilmente a las masas.

Cada año llegaban a Jerusalén con motivo de la Pascua entre 300.000 y 400.000 judíos, según las estimaciones de Sanders. Y en previsión de posibles revueltas, Pilato mandaba tropas de refuerzo a la guarnición romana que había en la ciudad. Las enseñanzas de Jesús, en concreto ciertas parábolas -que si han sido correctamente interpretadas atentaban directamente contra la autoridad religiosa de Israel-, tampoco debieron de facilitar mucho las cosas. Pero, independientemente de lo que pensaran de él Caifás y el sanedrín, parece claro que fue el acto del "Templo lo que selló su suerte.

Por último, se sabe que Jesús murió en una cruz romana. Los judíos no practicaban la crucifixión, sino la lapidación y otras formas de ejecución. La muerte en cruz era aplicada por el poder romano a los ajusticiados por motivos políticos.

El final es conocido. Jesús murió abandonado por los suyos y, probablemente, creyendo que Dios -a quien llamaba "abba" (papá)- le había abandonado. Lo que ocurrió después no puede ser analizado desde un punto de vista histórico. Pero sí hay constancia de un hecho: sus seguidores creyeron que Dios respaldó los actos de Jesús devolviéndole a una nueva condición de vida. Y proclamaron su convicción de que regresaría a recoger los resultados del Reino que predicó. Esa convicción fue la que les llevó a contar su historia, que calificaron de "buena noticia" y que hoy día creen mil millones de personas.

José Irija y Emilio Silva
Publicado en Quo número 67
Abril 2001

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Arameo
Lengua semítica, enparentada con el fenicio y el hebreo, que se habló en la antiguedad en Judea y Samaria.

Taumaturgo
Término que procede de la unión de las palabras griegas "thauma" (maravilla) y "ergón" (obra). Designa a la persona autora de prodigios y maravillas.

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