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Preguntas y respuestas sobre Juan Pablo II
¿Cómo
fue la infancia y la juventud de Juan Pablo II?
Karol Wojtyla nació el 18 de Mayo de 1920 en Wadowice,
sur de Polonia. Su familia estaba compuesta por su padre, de nombre
Karol, un militar del ejército austro-húngaro, su
madre, Emilia, una joven sileciana de origen lituano, y un hermano
adolescente de nombre Edmund. Los padres de Karol Wojtyla lo bautizaron
a los pocos días de nacer en la Iglesia de Santa María
de Wadowice. A los 9 años de edad recibió un duro
golpe: el fallecimiento de su madre al dar a luz a una niña
que murió antes de nacer. Años más tarde
falleció su hermano y en 1941 murió su padre.
Uno de sus profesores, el Padre Zacher, recuerda a Karol como
un niño muy inteligente, en algunos momentos de mirada
triste, muy emotivo y amante de la libertad. Se le daban de maravilla
las lenguas antiguas y modernas, un poco peor la física
y la química, y muy bien la literatura, la historia, el
deporte (todo tipo de deporte: el esquí, el remo, la natación,
el montañismo), la música, la poesía. Pero
lo que más le gustaba era el teatro, llegando a fundar
el grupo de teatro Estudio 39. Al tiempo que se ganaba el pan
de cada día picando piedra, a veces a treinta grados bajo
cero, Karol y sus amigos se servían del teatro en esos
años durísimos del nazismo para llenar de contenido
su vida y la de los demás, entre arrestos de la Gestapo
y bombardeos de la Luftwaffe.
¿Cómo Juan Pablo II descubrió y desarrolló
su vocación al sacerdocio?
Dada su gran inquietud por el teatro y las artes literarias polacas,
cuando aún estaba en el colegio Karol Wojtyla pensaba seriamente
en la posibilidad de continuar estudios de filología y
lingüística polaca, pero un encuentro con el Cardenal
Sapieha durante una visita pastoral, le hizo considerar seriamente
la posibilidad de seguir la vocación que tenía impresa
-entonces aún sin develarse plenamente- en el corazón:
el sacerdocio.
Al desatarse la segunda guerra mundial los alemanes cerraron todas
las Universidades de Polonia con el objetivo de invadir no sólo
el territorio sino también la cultura polaca. Frente a
esta situación Karol Wojtyla con un grupo de jóvenes
organizaron una Universidad clandestina en donde estudió
filosofía, idiomas y literatura. Poco antes de decidir
su ingreso al seminario, el joven Karol tuvo que trabajar arduamente
como obrero en una cantera. Según relata el hoy Pontífice,
esta experiencia le ayudó a conocer de cerca el cansancio
físico, así como la sencillez, sensatez y fervor
religioso de los trabajadores y los pobres.
En 1942 ingresó al Departamento teológico de la
Universidad Jaguelloniana. Durante estos años tuvo que
vivir oculto, junto con otros seminaristas, quienes fueron acogidos
por el Cardenal de Cracovia. El 1 de Noviembre de 1946, a la edad
de 26 años, Karol Wojtyla fue ordenado sacerdote en el
Seminario Mayor de Cracovia y celebró su primera Misa en
la Cripta de San Leonardo en la Catedral de Wavel.
¿Cómo fue la vida de Karol Wojtyla de joven
sacerdote y obispo?
Al poco tiempo de su ordenación obtuvo la licenciatura
de Teología en la Universidad Pontificia de Roma Angelicum
y más adelante se doctoró en Filosofía. Si
en filosofía se especializó en la ética de
Max Scheler, en teología lo hizo en nuestro místico
español San Juan de la Cruz. Durante algún tiempo
se desempeñó como profesor de ética en la
Universidad Católica de Lublin y en la Universidad Estatal
de Cracovia. Junto a la docencia ejerció una intensa labor
apostólica, especialmente con los jóvenes, con quienes
compartía tanto momentos de reflexión y oración
como espacios de distracción y aventura al aire libre.
Con 38 años fue consagrado Obispo Auxiliar del Administrador
Apostólico de Cracovia, Monseñor Baziak, convirtiéndose
en el miembro más joven del Episcopado Polaco. Participó
activamente en el Concilio Vaticano II, especialmente en las comisiones
responsables de elaborar las constituciones Lumen Gentium y Gaudium
et Spes. Con el fallecimiento, en 1964, de Monseñor Baziak,
Wojtyla ocupó la sede de Cracovia como titular. Dos años
después, el Papa Pablo VI convierte a Cracovia en Arquidiócesis.
Durante su labor como Arzobispo, el futuro Papa se caracterizó
por la integración de los laicos en las tareas pastorales,
la promoción del apostolado juvenil y vocacional, la construcción
de templos a pesar de la fuerte oposición del régimen
comunista, la promoción humana y formación religiosa
de los obreros y el aliento del pensamiento y las publicaciones
católicas.
¿Cómo fue la elección de Juan Pablo
II?
En mayo de 1967, a los 47 años de edad, el Arzobispo Wojtyla
fue creado Cardenal por el Papa Pablo VI. En 1974 el nuevo Cardenal
ordenó a 43 nuevos sacerdotes, en la ordenación
sacerdotal más numerosa desde que terminó la Segunda
Guerra Mundial.
En 1978 muere el Papa Pablo VI y es elegido nuevo Papa el Cardenal
Albino Luciani de 65 años quien tomó el nombre de
Juan Pablo I. El “Papa de la Sonrisa”, sin embargo,
fallece a los 33 días de su nombramiento. El 15 de octubre
de 1978, luego de un nuevo cónclave, el Cardenal polaco
Karol Wojtyla es elegido como el sucesor de San Pedro, rompiendo
con la tradición de más de 400 años de elegir
Papas de origen italiano. El 22 de Octubre de 1978 fue investido
como Sumo Pontífice asumiendo el nombre de Juan Pablo II.
Si al asomarse al balcón principal de la fachada de la
Basílica de San Pedro el nuevo Papa se presentó
como un obispo “de un país lejano”, el primer
comentario que minutos antes había hecho Juan Pablo II,
mientras el sastre le retocaba una de las tres sotanas bancas
preparadas de antemano para el Papa recién elegido, fue:
“Desde luego, por falta de valor de los señores cardenales
para elegir a un Papa de Polonia no ha quedado…”.
Y añadió, resignado y sonriente, la frase con la
que empieza y termina todas y cada una de sus intervenciones públicas:
“¡Alabado sea Jesucristo!”.
¿Por qué es excepcional el pontificado de
Juan Pablo II?
Dice el Padre Joaquín Alliende, uno de los hombres de confianza
del Papa para las catequesis de las Jornadas Mundiales de la Juventud,
que si todos los papas son providenciales, algunos, como Juan
Pablo II, además son excepcionales.
“He visto que un Papa no es bastante para abrazar a cada
uno. Sin embargo, no puede haber más que un Papa y no sé
como multiplicarlo”, dijo en su primera audiencia el Papa
Wojtyla. Lo cierto es que este Papa, que será recordado
por muchas cosas, lo será también por haber sabido
como solucionar este problema. El ha llevado el barco de la Iglesia
como un Padre que bendice a cada uno de sus hijos antes de acostarlos
cada noche. Ciertamente se ha multiplicado más que nadie,
más que ningún otro Papa había podido hacerlo,
y en este multiplicarse ha alcanzado muchos récords que
bien podrían aparecer en el libro del guinness: Casi un
centenar de viajes fuera de Italia, muchos de ellos a más
de cinco países a la vez, trece encíclicas; más
de ochenta exhortaciones y cartas apostólicas, miles de
alocuciones y mensajes, la personal atención a numerosos
movimientos y comunidades eclesiales, que sigue personalmente;
las novedosas jornadas mundiales de la juventud -año tras
año desde 1985- con las que se ha convertido en la persona
que más gente ha congregado en la historia, llegando a
reunir varios millones de jóvenes.
¿Por qué
el Papa es tan comunicativo y televisivo?
Juan Pablo II no es un hombre de multitudes, sino de personas.
El siempre esta entre personas, se dirige a personas, provoca
la reacción y la respuesta de personas, y nunca de masas.
Forma parte de su capacidad de espontánea concentración:
mira a cada persona. Y es indiferente a otra mirada, como la mirada
de las cámaras o de la televisiones, a las que nunca presta
atención. Su telegenia es la telegenia de alguien que no
se deja dominar por la cámara, que no se presta a la servidumbre
de la imagen pública, y menos a la audiovisual. Él
va a lo suyo, y la cámara le sigue. Para él es mejor
así, para la cámara, mucho mejor todavía:
actúa más libremente. En un estudio realizado en
EEUU sobre Juan Pablo II y la televisión, la primera conclusión
fue ésta: “Juan Pablo II domina la televisión
ignorándola”. Y es que la televisión y el
resto de los medios de comunicación quedan fascinados y
atraídos por la peculiar “autenticidad semántica”
de sus gestos.
Ciertamente la telegenia de Juan Pablo II constituye un nuevo
lenguaje religioso, una nueva expresión del mensaje cristiano,
una concreción más, entre muchas otras, de que la
“nueva evangelización” por el propiciada es
nueva “en sus métodos, en su ardor y en sus expresiones”,
tal y como por vez primera la definió en Haití en
1983.
¿El Papa es de derechas o de izquierdas?
El Papa –este Papa y todos los demás Papas- no es
de derechas ni de izquierdas; es de por encima; es decir, de otra
dimensión que no tiene nada que ver con unas categorías
políticas que por otra parte están ya hasta pasadas
de moda. Lamentablemente, caemos todos, de manera especial, los
católicos y desde luego también muchos periodistas,
en las trampas del lenguaje, que la sociedad actual nos tiende
constantemente. Una de ellas, cada vez más evidente, es
la de aplicar al mundo eclesial, al ámbito de la vivencia
de la fe, categorías de orden político, o económico,
o de estructuración de la sociedad, que no tienen nada
que ver con la Iglesia. Ocurre también con la palabra democracia.
El Señor, en el Evangelio, no dijo “vamos a hacer
unas elecciones, unas primarias”; no, dijo: “tú
eres Pedro, y eligió al que iba a ser cabeza de la Iglesia”;
ni tampoco dijo “voy a hacer un referéndum sobre
la verdad” sino “yo soy la verdad”. De modo
que aplicar categorías de otro orden diverso a algo como
la Iglesia, no tiene el menor sentido y quienes lo hacen se equivocan.
Si lo hacen adrede, todavía se equivocan más, obviamente.
¿Quién quiso matar al Papa?
Veinte años después de aquella trágica mañana
del 13 de mayo en la plaza San Pedro, no hay un solo dato incontrovertible
que pueda permitir una respuesta precisa y concreta a esta pregunta.
Sólo quien lo hizo puede saberlo; pero de ninguna de las
investigaciones policiales y judiciales que siguen abiertas se
ha podido demostrar, con pruebas irrefutables, quién quiso
asesinar a Juan Pablo II. Otra cosa es que todas las indicaciones
y pistas hagan pensar razonablemente en que a la Unión
Soviética que estaba dando sus últimas boqueadas
como tal, le interesaba mucho que alguien como Juan Pablo II dejara
de hacer y decir lo que él hacía y decía.
Cuando Mijael Gorvachov, aludió indirectamente a esta cuestión
muchos años después, todo lo que dijo fue que la
caída del muro de Berlín y por tanto del comunismo,
no hubiera sido posible sin Juan Pablo II. En cualquier caso,
esa ignominia tristemente histórica, pese sobre quien pese,
es ya lo de menos; lo que importa es que en cuanto el Papa pudo
salir del hospital, lo primero que hizo fue ir a dar un abrazo
y perdonar a quien había querido asesinarle.
¿Ha cambiado Juan Pablo II el curso de la historia
contemporánea?
La historia, como dijo hace ya muchos años el padre Bartolomeo
Sorge, es como un gran mosaico. Cada uno de los acontecimientos
son las piezas que lo componen. Tomados uno por uno, nada dicen:
no son otra cosa que hechos para la crónica. En cambio,
leídos conjuntamente, componen un diseño que los
trasciende y que desvela su sentido más recóndito:
de crónica se convierten en historia. Se hace crónica
cuando se escribe o se habla sobre el Papa polaco, sus orígenes
familiares, sus episodios de juventud; etc. Se hace historia,
en cambio, cuando, con mirada de fe, se comprende el papel que
el Papa polaco, eslavo, ha tenido en el final del comunismo y
en la superación de la división del mundo en bloques
ideológicos. Es más que evidente que en este sentido
el papel de Juan Pablo II ha sido, venturosamente sigue siendo,
absolutamente determinante, y desde este punto de vista se puede
afirmar con toda legitimidad y verdad que Juan Pablo II ha cambiado
el curso de la Historia Contemporánea o por lo menos ha
contribuido más que nadie a cambiarlo, y a cambiarlo a
mejor.
¿Con su edad y con su actual estado de salud ¿por
qué no dimite el Papa?
En primer lugar el Papa, ningún Papa, puede dimitir, porque
ante quién lo va a hacer. En todo caso, y si se cumpliesen
unas condiciones extremas, el Papa podría renunciar a su
altísima misión. Para ello están establecidas
en el código de derecho canónico las condiciones
de tal no deseable eventualidad. Se ha llegado a plantear la hipótesis,
ciertamente muy problemática de qué ocurriría
si en un determinado momento hubiera dos sumos pontífices
vivos en la Iglesia: el que hubiera renunciado y el nuevo que
habría que elegir. El mismo día que comenzaba su
25 año de pontificado, para dejar las cosas muy claras,
Juan Pablo II dijo: seguiré adelante hasta el final. Me
pongo en manos de María: madre santísima consígueme
las fuerzas del alma y del cuerpo para que pueda cumplir hasta
el final la misión que me confió el resucitado.
No parece, pues, que deba caber duda alguna al respecto. Juan
pablo II estará en su puesto hasta el final y hasta el
fondo. Cuando alguien de su confianza se atrevió no hace
mucho a comentarle preguntas parecidas a esta, el Papa respondió
sonriendo: no renuncio porque tampoco Cristo se bajó de
la cruz y ciertamente, podía haberlo hecho.
¿Qué dicen del Papa sus Cardenales?
El testimonio de estos tres cardenales bien pueden ser una pequeña
muestra de cómo se sienten privilegiados de poder formar
parte de este pontificado:
Para el Cardenal Martini, arzobispo emérito de Milán,
“Juan Pablo II nunca se cansa de subrayar la centralidad
del hombre que, en nuestra civilización, está amenazado
por graves peligros. Su magisterio es garantía de llegar
a la realización y culminación de aquel acontecimiento
que marcó para siempre nuestro siglo: el Concilio Vaticano
II”.
Para el Cardenal Antonio María Rouco, Arzobispo de Madrid,
“Hoy podemos decir que todo lo que ha ocurrido en Europa
Oriental no habría sucedido sin la presencia de este Papa.
Hoy, que en la historia de Europa ha habido un viraje profundísimo,
Juan Pablo II ha jugado -y juega en ello- un papel decisivo”.
Y para Cardenal Jean Marie Lustiger, Arzobispo de París,
“Esta es la etapa más fecunda de su trayectoria pontificia,
la de más proyección apostólica sobre este
mundo dominado por inmensos sufrimientos. Ante este mundo a la
deriva Juan Pablo II enarbola, con decisión y esperanza,
la cruz de Cristo Salvador".
¿Quién es Juan Pablo II para las mujeres más
carismáticas de la Iglesia?
La Madre Teresa de Calcuta, que en octubre de este año
será beatificada por Juan Pablo II, comentaba así
la visita del Papa a Calcuta: “La gente decía: Dios
ha venido a estar entre nosotros. El Papa ama a los pobres. En
la India fue verdaderamente a la casa de los pobres y obligó
a nuestro propio pueblo a abrir los ojos. El Papa es un don de
Dios”.
Para Patti Mansfield, iniciadora en Estados Unidos de la experiencia
de la Renovación Carismática en el seno de la Iglesia
Católica, Juan Pablo II “es un tremendo regalo para
la Iglesia y para el mundo por su santidad humana, su oración,
su sufrimiento, su brillantez intelectual, su carisma para atraer
a la gente hacia Dios, su atractivo para los jóvenes, su
coraje para enfrentarse a los poderes de este mundo, su firme
defensa de la vida humana y el énfasis que pone en transformar
el poder en amor, su mensaje de esperanza en medio de tanto pesimismo”.
Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, se fija
sobre todo en que Juan Pablo II “tiene una enorme capacidad
de amar de un modo personalizado. Y porque ama, es libre. Libre
de esquemas preestablecidos, libre de abrazar a todos los hombres.
Aquello que él hace, por medio de su ministerio, adquiere
una dimensión tal, un peso tal, una influencia tal, que
no se le puede comparar con ningún otro personaje contemporáneo”.
¿Qué dicen del Papa sus más cercanos
colaboradores?
Cuenta así Joaquín Navarro Vals, director de la
Sala Stampa del Vaticano, la oficina de prensa más prestigiosa
del mundo, que cuando vio por primera vez un texto salido de la
mano de Juan Pablo II comprobó que “en el ángulo
superior derecho de cada página, antes de redactar el texto,
escribe una invocación jaculatoria. Más adelante
comprendí que esas jaculatorias de cada página componen
el texto de una oración que se desgrana, con pocas palabras
por página, a lo largo de los folios que en cada caso escribe.
Así, el texto del documento o discurso, es una reflexión
que se desvela en el contexto de una plegaria. Y por tanto, lo
que escribe, es también oración: oración
de la inteligencia. Escribir, para él, es adentrarse con
el pensamiento en un tema mientras la inteligencia, simultáneamente,
reza”.
Para el Cardenal Camarlengo, Eduardo Martínez Somalo, “El
Santo Padre dirige la Iglesia con oración, con ascetismo,
con caridad, con verdad, con humildad, con espíritu de
colegialidad. El Papa vive entregado a la Iglesia y la dirige
con amor apasionado y con una fidelidad inquebrantable a Cristo,
y en Cristo y por Cristo, por el bien de todos los hombres a cuyo
encuentro va no sólo en las audiencias romanas, sino en
su peregrinar apostólico por el mundo como heraldo del
Evangelio”.
MIKHAIL GORBACHOV. Ex-presidente de la URSS. Premio Nobel
de la Paz, habla de Juan Pablo II.
Su Santidad Juan Pablo II ha merecido el reconocimiento y el profundo
respeto de miles y miles de personas, cosa que no me sorprende.
A partir del año 1989, en que lo conocí por primera
vez, nos hemos visto en muchas ocasiones. Y en cada encuentro
se reforzaba la convicción de que el Papa era un hombre
de una gran inteligencia, con la conciencia pura y dotado de nobles
propósitos. A Juan Pablo II lo han llamado a menudo el
Gran Papa. No formo parte de la Iglesia, pero estoy plenamente
de acuerdo…A Juan Pablo II se le ha visto a menudo como
un gran político, y no podemos dejar de estar de acuerdo.
Es más, probablemente él es el político más
grande de la época contemporánea. La suya es una
dirección política basada en la negación
de la lógica de la violencia, en la lucha continua por
las ideas de paz y de un nuevo orden mundial, verdaderamente pacífico
y justo.
Quisiera añadir una consideración muy importante:
Juan Pablo II es sobre todo un Hombre, un Hombre con mayúscula.
Y él es el defensor del hombre, de toda la humanidad. El
defensor de los derechos humanos sin hipocresía, un defensor
sincero y perseverante…Él es un verdadero apóstol
de humanismo.
LECH WALESA, Ex-presidente de la República de
Polonia, habla de Juan Pablo II
Estoy seguro de que, entre todos los líderes de la historia,
Su Santidad Juan Pablo II ocupa un lugar especial. No sólo
porque es el jefe espiritual de muchos de miles de católicos,
sino también porque es Vicario de Cristo.
En su primer viaje a Polonia, el Santo Padre nos dio tres sencillas
indicaciones: "Vivid en la verdad", "No tengáis
miedo", "Cambiad el rostro de esta tierra"…
Aquella semilla plantada en la tierra polaca dio como fruto el
nacimiento de los primeros sindicatos libres en un país
comunista, y contribuyó, sucesivamente, a la libertad de
Polonia, así como a la de toda la Europa del Este, con
la caída más general del comunismo.
Alguien ha dicho que ésta ha sido la respuesta justa a
la pregunta de Stalin, que había preguntado riéndose:
"¿Cuántas divisiones militares tiene el Papa?".
En efecto, no tenía ni una, per la "palabra que se
convierte en sustancia ha sido capaz de cambiar el destino de
países e imperios… Así, pues, si preguntáis
quién es el autor de la independencia polaca y de la caída
del Muro de Berlín y del imperio soviético, la respuesta
es una sola: Juan Pablo II. Sin él todo esto no habría
sucedido nunca. Él ha activado la reacción en cadena
de la que somos testigos.
¿Habla Juan Pablo II sólo para los católicos?
Todos hemos sentido alguna vez miedo. Cada día que nos
levantamos, cuando encendemos la radio, solemos tener la duda,
quizá la sospecha, de que la fecha esté marcada
en el calendario en color de rojo. ¿Qué nos pasará
hoy? ¿Qué habrá ocurrido en España,
en Europa, en el mundo? ¿Y la amenaza de la guerra? ¿Y
el hambre, el terrorismo, la violencia? Son sentimientos comunes
a todos los hombres. Y, sin embargo, cuando el 22 de octubre de
1978, el recién elegido Juan Pablo II pronunció
en la plaza de San Pedro aquella, hoy ya, famosa frase de “!No
tengáis miedo!” estaba haciendo una invitación
a todos los hombres, a cada uno de nosotros, a no tener miedo.
Era una invitación a pensar que los hombres, todo hombre
y todos los hombres, hemos sido redimidos por Cristo. Como Juan
Pablo II nos recordó en su primera encíclica, Redemptor
Hominis, el poder de la Cruz de Cristo y de su resurrección
es más grande que todo el mal que pueda hacer que el hombre
tenga miedo. Juan Pablo II se dirige al corazón atemorizado
del hombre con el eco de las palabras del Maestro: No tengáis
miedo.
El mensaje del Papa y sus destinatarios (31-40)
¿Habla Juan Pablo II sólo para los ricos,
los poderosos, los que tienen cultura?
El lenguaje de Juan Pablo II es el lenguaje universal del corazón
del hombre. Juan Pablo II no sólo habla a los jefes de
las naciones, a los líderes del mundo. También lo
hace cuando se acerca a un niño y le acaricia; cuando abraza
a un sacerdote anciano; o cuando mira a los ojos de su interlocutor.
Juan Pablo II nos recuerda, en cada uno de sus gestos, en cada
una de sus palabras, que es testigo de la vida que es más
fuerte que la muerte; que es testigo de Dios, que da la vida porque
es amor. El amor es patrimonio de todos los hombres. Para Dios,
que es amor, no importa tener mucho o tener poco, saber mucho
o saber poco. Lo que Dios quiere, y nos lo repite constantemente
Juan Pablo II, es que el hombre, todo el hombre y todos los hombres,
conozcamos y amemos a Cristo, nuestro salvador. En su primera
encíclica, Juan Pablo II nos dijo que la misión
del cristiano es “revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo
hombre para que se encuentre a sí mismo en él, ayudar
a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos
y hermanas, pueblos, naciones, Estados, humanidad, países
en vías de desarrollo y países de la opulencia,
a todos, a conocer “las insondables riquezas de Cristo”
porque éstas son para todo hombre y constituyen el bien
de cada uno”.
¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los niños?
Un día, Jesús, dijo “Dejad que los niños
se acerquen a mí”. Juan Pablo II también ha
repetido las palabras del Maestro: Dejad que los niños
se acerquen a mí. El 13 de diciembre de 1994, el Papa escribió
una deliciosa carta a los niños del mundo en la que les
decía que “si es cierto que un niño es la
alegría no sólo de sus padres, sino también
de la Iglesia y de toda la sociedad, es cierto igualmente que
en nuestros días muchos niños, por desgracia, sufren
o son amenazados en varias partes del mundo: padecen hambre y
miseria, mueren a causa de enfermedades y de la desnutrición,
perecen víctimas de la guerra, son abandonados por sus
padres o condenados a vivir sin hogar, privados del calor de una
familia propia, soportan muchas formas de violencia y de abuso
por parte de los adultos”. Juan Pablo II nos ha enseñado
a los mayores, hablando a los niños, qué significa
aquello que dijo Jesús: ¿Si no os hacéis
como niños no entraréis en el reino de los cielos?
Sólo quienes encuentran en Dios a un Padre; sólo
los que están llenos de entrega confiada y son ricos en
bondad y puros, son como niños. La mejor tarjeta de presentación
para entrar en el reino de los cielos.
¿Qué les ha dicho Juan Pablo II a los ancianos?
Cumplidos ya 79 años, un día, Juan Pablo II, cogió
su pluma y se puso escribir una carta a los ancianos. La carta
comenzaba así: “He sentido el deseo, siendo yo también
anciano, de ponerme en diálogo con vosotros. Lo hago, ante
todo, dando gracias a Dios por los dones y las oportunidades que
hasta hoy me ha concedido en abundancia”. Más adelante,
el Papa anciano nos recordaba a todos que “los ancianos
ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría,
porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros.
Ellos son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes
privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen
y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar
el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente, en
nombre de una modernidad sin memoria”. Y, al final, el Papa
anciano invitaba a los ancianos del mundo a rezar con el: “Cuando
venga el momento del “paso” definitivo, concédenos
afrontarlo con ánimo sereno, sin pesadumbre por lo que
dejemos. Porque al encontrarte a Ti, después de haberte
buscado tanto, nos encontraremos con todo valor auténtico
experimentado aquí en la tierra, junto a quienes nos han
precedido en el signo de la fe y de la esperanza”.
¿Qué les ha dicho el Papa a los jóvenes?
Los jóvenes están muy cerca del corazón del
Papa, como estuvo el joven discípulo amado durante la última
cena muy cerca del corazón de Jesús. Cada vez que
Juan Pablo II se reúne con los jóvenes se repite
aquella escena del evangelio en la que el Maestro respondió
a la inquieta pregunta de un joven rico, después de mirarle
fijamente a los ojos, y le dijo que para conseguir la vida eterna
debía vender cuanto tenía, dárselo a los
pobres y seguirle. Pero como nos cuentan los Evangelios, el joven
rico se marchó triste. Juan Pablo II no quiere que ningún
joven del mundo se marche triste a la vida diaria, después
de haber cruzado su mirada con la Cristo. Muestra de ello es la
carta a los jóvenes que el Papa firmó el 31 de marzo
de 1985. En ella decía: “La Iglesia mira a los jóvenes;
es más, la Iglesia de manera especial se mira a sí
misma en los jóvenes, en todos vosotros y a la vez en cada
una y en cada uno de vosotros. Así ha sido desde el principio,
desde los tiempos apostólicos. Las palabras de san Juan
en su Primera Carta pueden ser un singular testimonio: -decía
san Juan- Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido
al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque
conocéis al Padre… Os he escrito, jóvenes,
porque sois fuertes y la Palabra de Dios permanece en vosotros”.
¿Qué les ha dicho el Papa a las mujeres?
El 4 de septiembre de 1995 se inauguró al Conferencia de
Pekín sobre la mujer en el mundo. La Secretaria General
de esa conferencia, la señora Gertrude Mongella, se había
reunido meses antes con Juan Pablo II. Al término de la
entrevista comentó que “si todo el mundo razonará
como Juan Pablo II, no sería necesario celebrar conferencias
de esta clase”. El 29 de junio de 1995, Juan Pablo II escribió
una Carta a las mujeres en la que decía “la dignidad
de la mujer ha sido ignorada con demasiada frecuencia y sus prerrogativas,
tergiversadas. Se las ha relegado al margen de la sociedad y se
las ha reducido a simples siervas, lo que ha conducido a un empobrecimiento
espiritual de la humanidad”. Juan Pablo II ha explicado,
como nadie, lo que es y significa “el genio femenino”,
y nos ha recordado a todos que “el respeto por la mujer,
el asombro por el misterio de la feminidad, y en fin, el amor
esponsal de Dios mismo y de Cristo como se manifiesta en la Redención,
son todos elementos de la fe y de la vida de la Iglesia que no
han estado nunca completamente ausentes de Ella”. Juan Pablo
II ha abierto las espuertas a una rica y fecunda teología
de la mujer, que se fija en la Virgen María como inspiradora
sin igual.
¿Qué les ha dicho el Papa a las familias?
Cuando Juan Pablo II le habla a las familias, piensa siempre en
la Sagrada Familia de Nazaret. Cristo vino al mundo en el seno
de una Familia. Y Cristo viene a cada una de nuestras familias
en la medida en que son lo primero y los más importante
para cada uno de nosotros, y, así, se cumple lo que afirma
el Concilio Vaticano II, que Cristo “manifiesta plenamente
el hombre al propio hombre”. Muchas han sido las ocasiones
en las que Juan Pablo II se ha dirigido a las familias. Hay dos
textos suyos de especial relevancia: la encíclica “Familiaris
consortio” y la Carta a las Familias, con motivo del año
internacional de las familias. En ambos textos, el Papa insiste
en que no hay persona, ni sociedad, sin familia. La especial preocupación
de la Iglesia, y el particular trabajo por la causa de la familia,
no es más que un empeño por la dignidad del hombre,
por la defensa del hombre en toda su integridad. La familia es
la auténtica escuela de amor, de verdad, de caridad, de
libertad y de generosidad. El futuro del hombre, de la humanidad,
depende de la familia. “La Iglesia, ha escrito Juan Pablo
II, conoce el camino por el que la familia puede llegar al fondo
de su más íntima verdad. Este camino, que la Iglesia
ha aprendido en la escuela de Cristo y en la de la historia no
lo impone, sino que siente en sí la exigencia apremiante
de proponerla a todos sin temor, con gran confianza y esperanza,
aun sabiendo que la “buena nueva” conoce el lenguaje
de la cruz”.
¿Qué les ha dicho el Papa a los sacerdotes?
Es posible que la imagen de los sacerdotes en los medios de comunicación
no esté muy bien tratada. Y, por tanto, sea difícil
explicar hoy qué es un sacerdote. Sin embargo, si miramos
a Juan Pablo II nuestras dudas se aclaran. El Papa es el gran
párroco del mundo. Cada año, desde hace muchos,
Juan Pablo II escribe a todos los sacerdotes una carta con motivo
del jueves santo. El Papa comenzó a forjar su corazón
y su inteligencia de padre y pastor desde el día de su
ordenación sacerdotal. Fue su inicial ministerio la mejor
escuela de caridad, de vida y de entrega a la Iglesia. Con motivo
del cincuenta aniversario de su ordenación sacerdotal,
escribió un precioso libro en el que contaba su vocación
al sacerdocio. Y decía “ si se analizan las aspiraciones
del hombre contemporáneo en relación con el sacerdote,
se verá que, en el fondo, hay en el mismo una sola y gran
aspiración: tiene sed de Cristo. ¡Al sacerdote se
le pide a Cristo! Y de él, el hombre contemporáneo,
tiene derecho a esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la
Palabra”.
¿Cuál es la mirada de Juan Pablo II sobre los interrogantes
del hombre contemporáneo?
Ya en su primer saludo a la ciudad de Roma y al mundo, Juan Pablo
II interpeló a los hombres y mujeres de nuestro tiempo
con una exclamación que ha repetido después en numerosas
ocasiones: “¡no tengáis miedo!, sólo
Cristo conoce el corazón del hombre”. En la encíclica
Redemptor Hóminis, que señala las líneas
maestras de su pontificado, Juan Pablo II afirma que el hombre,
con sus esperanzas, debilidades y temores, es el camino que debe
recorrer la Iglesia. La tarea de la Iglesia es orientar la mirada
y la conciencia del hombre hacia Cristo, el único que puede
darle el sentido pleno de su existencia. En este sentido, el Papa
no ha dejado de recordar que no existe ningún otro interlocutor
que esté a la altura de los deseos y las exigencias del
corazón humano, sino Jesucristo.
¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador,
si ha merecido tener tan grande Redentor!, exclama Juan Pablo
II en su primera Encíclica. En realidad el cristianismo
es este profundo estupor respecto al valor y la dignidad del hombre.
¿Qué lugar ocupa la defensa y promoción
de la vida, en el Magisterio de Juan Pablo II?
Consciente de las especiales dificultades de la cultura contemporánea
para reconocer el significado y valor de la vida humana en toda
su plenitud, Juan Pablo II ha colocado “el Evangelio de
la vida” en el centro de su magisterio. La encíclica
Evangelium Vitae, es una bellísima exposición del
valor sagrado e inviolable de toda vida humana, desde su inicio
y hasta su término. Sobre este valor se fundamentan, advierte
el Papa, la convivencia humana y la misma comunidad política.
No ha faltado en sus intervenciones, la denuncia de las amenazas
que se ciernen sobre la vida humana: el aborto, la eutanasia y
la manipulación de embriones; también el terrorismo
y la explotación económica que condena al hambre
a poblaciones enteras.
Juan Pablo II observa una especie de eclipse del valor de la vida
en nuestra cultura contemporánea, y por eso pide a todos
los miembros de la Iglesia, que ofrezcan nuevos signos de esperanza
para edificar una civilización de la verdad y del amor.
¿Por qué considera Juan Pablo II a las familias
una esperanza firme para el futuro de la humanidad?
El Papa ha dedicado una parte importante de su predicación
a explicar el profundo misterio de la unión conyugal, así
como la vida de la familia que nace de ella. El ser humano no
fue creado para la soledad, sino para la comunión, y ésta
se realiza de un modo singular en la relación entre un
hombre y una mujer que deciden unir sus existencias en un único
proyecto de vida. Juan Pablo II observa que a pesar de las dificultades,
Jesús no dejó de afirmar el designio originario
de Dios sobre el matrimonio: un amor incondicional, indisoluble
y abierto a la vida. Como pastor cercano, el Papa no desconoce
las dificultades y los dramas en la vida de las familias, pero
también sabe que Jesús proporciona a los esposos,
a través del sacramento, la gracia necesaria para superarlas.
Las familias cristianas están llamadas a ofrecer un testimonio
de caridad y acogida, convirtiéndose así en protagonistas
de la misión de la Iglesia.
¿Cómo entiende Juan Pablo II la relación
entre la fe y la razón humana?
Para Juan Pablo II la fe y la razón son como las dos alas
con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación
de la verdad. Por una parte, en el hombre alienta el deseo de
conocer la verdad de sí mismo, de la realidad entera y
de su Misterio último, que es Dios. Por otra, Dios mismo
ha querido revelarse en términos comprensibles, a través
de las palabras y los gestos de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho
hombre. En su encíclica Fides et Ratio, Juan Pablo II muestra
el drama de la separación entre fe y razón, porque
si la razón del hombre se ve privada de la Revelación,
se vuelve presuntuosa o tiende a renunciar a su meta final; y
si la fe ignora la razón, corre el peligro de verse reducida
a mito o superstición.
Por eso ha pedido a los filósofos y científicos
una nueva apertura al anuncio cristiano, y a los teólogos,
un renovado empeño para expresar la fe en el contexto cultural
de nuestro tiempo.
¿Qué novedad aporta el magisterio de Juan
Pablo II sobre el trabajo humano?
La experiencia personal del mundo del trabajo que Karol Wojtyla
llevó consigo a la Sede de Pedro, le ha permitido elaborar
un magisterio especialmente rico y original sobre esta materia.
De hecho, Juan Pablo II es el primer Papa de la historia que ha
dedicado toda una Encíclica al trabajo humano, la Laborem
Exercens. En ella afirma que el trabajo es la clave esencial de
toda la cuestión social. Especialmente sugestiva es la
presentación que hace en este documento de la dimensión
subjetiva del trabajo: el sujeto del trabajo es el hombre, creado
a imagen y semejanza de Dios, que ha recibido el encargo de “dominar
la tierra”. Por eso el hombre, mediante su trabajo, participa
en la tarea de la creación, y al mismo tiempo se realiza
en su humanidad. El Papa recuerda con fuerza la prioridad del
trabajo humano sobre el capital, y subraya la solidaridad como
nota distintiva de la verdadera experiencia del trabajo vivida
en común. En sus numerosos viajes, no ha dejado de alzar
la voz en defensa de condiciones laborales más justas para
los trabajadores.
¿De qué forma ha afrontado Juan Pablo II
la relación entre la Iglesia Católica y el judaismo?
Movido por su propia experiencia y sensibilidad personales, Juan
Pablo II ha hecho avanzar con determinación el diálogo
de la Iglesia católica con el mundo judío. Quedan
para la historia su visita a la Sinagoga de Roma, en la que se
dirigió a los judíos como “nuestros hermanos
mayores”; su discurso en el museo del Holocausto de Jerusalén,
donde afirmó que sólo una ideología sin Dios
podía llevar a cabo el exterminio de un pueblo entero;
y su oración en el Muro de las Lamentaciones, donde pidió
perdón a Dios por cuantos en la historia han causado sufrimiento
a los hijos de Abraham. Bajo su impulso se publicó una
reflexión sobre la tragedia de la Shoá, en la que
la Iglesia expresa el deseo de construir un futuro nuevo en el
que no existan sentimientos antijudíos entre los cristianos,
ni sentimientos anticristianos entre los judíos, sino el
respeto mutuo exigido entre quienes adoran al único Creador
y Señor, y consideran a Abraham su padre común en
la fe.
¿Cuáles son para Juan Pablo II las claves
para establecer una paz justa y duradera en el mundo?
Los pilares de la paz verdadera son la justicia y esa forma particular
del amor que es el perdón, afirmó el Papa pocos
meses después de la tragedia del Once de Septiembre. Recogiendo
la idea de San Agustín, Juan Pablo II define la paz como
“la tranquilidad del orden”, que es mucho más
que la ausencia de hostilidades: es el orden establecido por Dios,
que tiene en su centro la dignidad inviolable de cada persona.
Consciente de los numerosos conflictos que afligen a nuestro mundo,
Juan Pablo II advierte que la verdadera paz requiere sanar las
heridas abiertas en las relaciones entre personas y comunidades,
y para eso son necesarias la justicia y el perdón. Por
un lado, la justicia es una virtud moral y una garantía
legal que vela sobre el pleno respeto de los derechos y los deberes
de todos. Pero el Papa advierte con sabiduría que la justicia
humana es siempre frágil e imperfecta, por lo que debe
completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece
en profundidad las relaciones humanas truncadas.
¿Qué le ha impulsado a Juan Pablo II a realizar
103 viajes apostólicos?
Fue Jesús quien encomendó a los apóstoles
la misión de ir por el mundo para predicar el Evangelio.
Evangelizar, comunicar la Buena Nueva por todos los rincones del
planeta… San Pablo en su carta a los romanos escribió
con poético realismo: "Qué hermosos son los
pies de aquellos que van proclamando el esperanzador anuncio de
la paz"… Juan Pablo II siguiendo la voluntad de Cristo
y con el entusiasmo de Pablo, pocos días después
del inicio del pontificado, dejó claro que su pontificado
sería itinerante. El telón de fondo del papado no
solo sería la cúpula y la plaza de San Pedro, serían
también rascacielos, aldeas perdidas, campos y ciudades
de los cinco continentes. Desde el primer momento sus palabras
no dejaron lugar a dudas: "Quiero acercarme a todos, a los
qu rezan y donde rezan… Al beduino en la estepa, a la carmelita
o al monje cisterciense en sus conventos; al enfermo en su lecho
de sufrimiento, al oprimido, a los humillados… a todos y
por doquier. Desearía traspasar el umbral de todas las
casas…He decidido viajar hasta los extremos confines de
la tierra". A los periodistas, en uno de los vuelos nos dirá:
"Cada día recorro en la oración una geografía
espiritual… Mi espiritualidad es un poco geográfica".
¿Cuáles son los objetivos de los viajes
del Papa?
Al regresar de una de las visitas a África, Juan Pablo
II explicó que se consideraba el párroco del mundo:
"Hasta ahora los feligreses se acercaban a la parroquia,
ahora es el párroco quién debe ir entre las gentes".
Confirmar a los hermanos en la fe es la razón principal
de "estas peregrinaciones al santuario viviente del pueblo
de Dios". Tres meses después de su elección
a la cátedra de Pedro, en su primer viaje pastoral a Méjico,
para presidir en Pueblo de los Ángeles la tercera conferencia
del episcopado latino americano, en la escala de Santo Domingo
le preguntamos al papa: "¿hacia donde iba el pontificado
de Juan Pablo II? y contestó sin dudarlo "Hacia adelante,
en busca y en defensa del hombre y con el Evangelio en la mano".
Al regresar a Roma una semana más tarde, el primero de
febrero de 1979, dirá: "He rezado por un mundo mas
pacífico, más justo y más humano". Confirmar
y alentar a los hermanos en la fe es la principal razón
de los viajes de Juan Pablo II. No importa que sean pocos, como
en Azerbayan donde la comunidad católica apenas son 130
miembros. El papa va para asegurarles que está con ellos;
que la Iglesia no les abandona.
¿Qué mensaje lanzó Juan Pablo II
desde la sede de las Naciones Unidas en 1995?
El Papa ante la Asamblea general de la ONU, planteó la
necesidad de elaborar una Carta Internacional de los derechos
de los pueblos, una Carta Magna, como medio siglo antes, fue la
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Desde la tribuna de los oradores, en el palacio de cristal, acusó
a los "nacionalismos exclusivos de causar una pesadilla de
violencia". Hizo referencia "a los derechos de las naciones"
como "complemento imprescindible de los derechos humanos
y señaló que solo con la transformación cualitativa
de este esperanzador foro mundial, identificado con la paz "se
podrá -dijo el Papa- acabar también cn la guerra
fría. Les animó a superar los miedos y construir
una civilización basada en la solidaridad. Pronunció
un mensaje apasionado que concluyó con un vehemente anhelo:
"Con la ayuda de Dios podemos construir una verdadera cultura
de la libertad. Podemos y ¡debemos hacerlo!" y haciéndolo,
nos daremos cuenta de que las lagrimas del siglo XX han preparado
el terreno para una nueva primavera del espíritu humano".
De pie, los cientos de delegados acogieron el discurso papal con
quince minutos de aplausos.
Cuántas veces ha visitado Juan Pablo II su amada
Polonia?
Nueve, la última aunque muchos aseguran que ha sido la
penúltima, fue a mediados del pasado agosto, cuando acarició
tierna melancólicamente los lugares más queridos.
Desde el helicóptero sobrevoló, su Wadowice natal,
transcurrió cuatro días en Cracovia, Rezó
en la catedral de Wavel donde fe ordenado sacerdote en 946, visitó
la Iglesia de San Florian, de la que fue vice parroco, la tumba
de sus padres y desde el cielo admiró los montes Tatra
donde esquiaba desde niño. Fue el viaje en el recuerdo,
el viaje de la memoria. Desde el primero habían transcurrido
23 años. Era el 2 de junio de 1979, Polonia estaba bajo
el Imperio Soviético pero en la plaza de la Victoria, aquella
misma tarde Juan Pablo II celebró la Misa junto a una gigantesca
cruz y en la homilía afirmó que: "No se puede
excluir a Jesucristo de la historia del hombre; que no se le puede
excluir en ninguna parte del globo y en cualquier latitud y longitud
geográficas". En el segundo viaje, en 1983 en Polonia
volvieron a oirse rumor de sables y al sindicato Solidaridad le
habían cortado las alas… Fue un viaje triste, cargado
de amenazas. El papa volvió en 1987 para recordarle a Moscú,
en presencia del marxista, general Jaruzelski "que Polonia
conserva intacta la fe cristiana y propone la propia victoria
espiritual al Este que se enfrenta a Dios y al rico Occidente
que se jacta de no necesitar al Señor".
¿Cuál ha sido el viaje para Juan Pablo II
con mayor significado?
Sin duda, el viaje a la Tierra de Cristo… a Tierra Santa.
Más que un viaje una peregrinación a los lugares
donde nació Jesús -Belen- a Nazareth donde vivió
con sus padres… a Galilea por donde fue predicando el Evangelio,
a Jerusalén donde Cristo sufre la Pasión, Muerte
y Resucitará para darnos la Vida Eterna. Era el sueño
de un pontificado itinerante que logrará hacerse realidad
el 20 de marzo del 2000. Ese día el sucesor de Pedro hizo
el camino inverso al apostol. Desde la Ciudad Eterna a la Ciudad
Santa. Una semana más tarde, Juan Pablo II se despidió
de Jerusalén, subiendo al Gólgota y besando la piedra
del sepulcro en la Basílica del Santo Sepulcro, pero ants
había rezado en el Monte de los Olivos y celebrado la Eucaristía
en el Cenáculo.
Visitó al Gran Mufti junto a la mezquita de Albutar y a
los hebreos les rindió un homenaje visitando el Museo del
Holocausto y en el Muro de las Lamentaciones, dejó escrito
la petición de perdón por el daño que la
Iglesia Católica ha podido hacer al pueblo judío.
A los unos y a los otros, les pidió "trabajar juntos
y unidos, en favor de la reconciliación y la paz; y cerrar
con determinación las heridas del pasado".
¿Qué espera el Papa de los jóvenes
del tercer milenio?
En el discurso del Papa a los jóvenes en el Monte del Gozo
en Santiago de Compostela, les dijo expresamente:” No tengáis
miedo a ser santos...” El Papa invita a los jóvenes
a ser heraldos del Evangelio, mensajeros del amor, testigos valientes
de Cristo que no tengan miedo a proclamar con su vida que hoy
Cristo, sigue viviendo en medio de nosotros. Les invita a que
sean mensajeros de verdad, para ser testigos en el mundo, sobre
todo ante sus compañeros de viaje, los jóvenes,
que buscan el camino, la verdad, y la vida... “Ha llegado
la hora de la nueva evangelización”, y a ello invita
con fuerza el Papa... porque hoy más que nunca el mundo
necesita de ti, de mi, de todos, para proclamar con fuerza el
mensaje del Evangelio: que sólo el amor podrá hacer
arder al mundo.
El Papa está trabajando por la paz ¿qué les
pide a los jóvenes constructores de paz?
Nadie pone en duda la situación por la que está
atravesando el mundo, ni los esfuerzos del Papa por que la Paz
sea una realidad, y no una utopía. Pero el Papa, siempre
ha sido el heraldo de la paz, y en el mensaje que transmitió
a los jóvenes en Santiago en el año 1989 les dijo:
“...Queridos jóvenes, la expectativa que la humanidad
va cultivando entre tanta injusticia y sufrimiento, es la nueva
evangelización marcada por la libertad y la paz. Los jóvenes,
según palabras del Papa, son los constructores que, guiados
por la fuerza del amor, para edificar en la ciudad del hombre,
la ciudad de Dios. Y les dice que son el futuro, son el mañana,
colaboradores con Dios en la edificación de la civilización
del amor. Y atendiendo a las palabras del Papa, nosotros, jóvenes
del tercer milenio, hemos de ser testigos de ese mensaje de paz
y amor que brota de un Cristo que hoy nos sigue animando a construir
un mundo mejor... pero solo podremos conseguirlo, si en nuestro
entorno más cercano somos capaces de construir y transmitir
esa paz. Sólo así, haremos posible que ese mundo
mas justo, ese sueño de un mundo en paz se haga realidad.
¿Que dice el Papa a los jóvenes novios y
matrimonios en un mundo en el que la familia esta siendo atacada?
Con ocasión del encuentro del Papa con los jóvenes
en el estadio Santiago Bernabéu en su primera visita a
España, dirigiéndose a los jóvenes les dijo:
“Jóvenes que me escucháis... Cristo desea
enseñaros la maravillosas riqueza del amor conyugal. Dejad
que sea Él quien hable a vuestro corazón. No huyáis
de Él. Tiene algo importante que deciros para el futuro
de vuestro amor...” Invita a los jóvenes a que se
esfuercen por descubrir la verdadera dimensión del amor,
dejando de lado lo que el mundo quiere venderles. Los jóvenes
han de hacer que el amor vuelva a su fuente;: Cristo, siendo testigos
de la verdad, del amor... única verdad digna de seres humanos,
llamados a formar parte de la familia de Dios...
¿Que dice el Papa a los jóvenes que sienten
la llamada del Señor a la vida consagrada?
En el discurso que el Papa dirigió a los jóvenes
en Santiago de Compostela, allá por el año 1989,
les dijo: “...Mis amados jóvenes, ¡no tengáis
miedo de responder con generosidad a la llamada del Señor.
¡Que vuestra fe brille ante el mundo! ¡Que vuestras
acciones muestren vuestro compromiso derivado del mensaje de salvación
del Evangelio...! ¡... Mis queridos jóvenes de todos
los continentes, ¡no tengáis miedo de ser los santos
del nuevo milenio! Sed contemplativos y amantes de la oración,
coherentes con vuestra fe y generosos en el servicio a los demás...
escuchadme, responded al Señor con corazón fuerte
y generoso...” Hoy, los jóvenes del tercer milenio
siguen respondiendo con generosidad a la llamada del Señor
que les invita a seguirle... jóvenes testigos y testimonios
vivos para el mundo... jóvenes que nos siguen demostrando
que merece la pena entregar una vida por el Reino.
¿Qué dice el Papa a los jóvenes que
quieren comprometerse en el mundo?
En el discurso que el Papa dirige a los jóvenes en su alocución
de bienvenida en el Exhibition Place de Toronto el pasado año,
dirigiéndose entusiasmado a los miles de jóvenes
congregados les dice: “...Queridos jóvenes, cuando,
sabéis ser dignamente sencillos en un mundo que paga cualquier
precio al poder; cuando sois limpios de corazón entre quien
juzga sólo en términos de sexo, de apariencia o
hipocresía; cuando construís la paz en un mundo
de violencia y de guerra; cuando lucháis por la justicia
ante la explotación del hombre por el hombre o de una nación
por la otra; cuando con la misericordia generosa no buscáis
la venganza; sino que llegáis a amar al enemigo; cuando
en medio del dolor y las dificultades no perdéis la esperanza
y la constancia en el bien, apoyados en el consuelo y ejemplo
de Cristo y en el amor al hombre hermano. Entonces os convertís
en transformadores eficaces y radicales del mundo y en constructores
de la nueva civilización del amor, de la verdad, de la
justicia, que Cristo trae como mensaje...no tengáis miedo,
Cristo está con vosotros...”
¿Qué dice el Papa a los jóvenes sobre
la felicidad?
En Toronto, durante la vigilia de oración en Downsview
con los jóvenes, muy ilusionado les dijo: “... El
espíritu del mundo ofrece muchos espejismos, muchas parodias
de la felicidad. Quizá no haya tiniebla más densa
que la que se introduce en el alma de los jóvenes cuando
falsos profetas apagan en ellos la luz de la fe, de la esperanza
y del amor. El engaño más grande, la mayor fuente
de infelicidad es el espejismo de encontrar la vida prescindiendo
de Dios, de alcanzar la libertad excluyendo las verdades morales
y la responsabilidad personal. Jesús os invita a elegir
entre estas dos voces...” Y esa es la clave de la felicidad,
un hombre, un nombre que todo lo llena: Cristo Jesús que
tiene palabras de vida eterna.
¿Cómo pueden ser los jóvenes luz
en un mundo rodeado por las sombras de la noche?
En el mensaje que el Papa dirige a los jóvenes el domingo
de Ramos del año 2002 en Roma, les invita a ser “los
centinelas de la mañana”. Y sigue haciendo una llamada
a ser testigos de la luz allá donde cada joven se encuentre,
siendo mensajeros del Reino en el mundo, siendo sal para la tierra,
y luz para un mundo que agoniza en medio de la oscuridad de la
noche. Les invita a que no se presten a ser instrumentos de violencia
y destrucción, que defiendan la paz, incluso a costa de
la propia vida si fuera necesario. Que no se conformen con un
mundo en el que muchos seres humanos se mueren de hambre, que
no tienen trabajo... defensores de la vida en cada momento de
su desarrollo, y que se esfuercen en construir un mundo mas habitable
para todos.
Fuentes:
Manuel María Bru
Víctor Cortizo
Miguel Angel Velasco
José Francisco Serrano
José Luis Restan
Paloma Gómez Borrero
Víctor Cortizo
Cortesía de:
www.archimadrid.es
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