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Reglas de juego para el Cónclave

«Yo (nombre del cardenal) prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que no reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice».

Con este juramento, cada uno de los cardenales electores participantes en el Cónclave asume la reserva absoluta de todo cuanto suceda en la capilla Sixtina durante la elección del nuevo Papa. Desde el próximo 18 de abril, y hasta que se proceda a la elección, los 117 cardenales electores (aunque las ausencias del purpurado de Manila, Jaime Lachica Sin, y el de México, Alfonso Antonio Suárez, dejará la lista en 115) se encerrarán en la capilla Sixtina, realizando, salvo el primer día, cuatro tandas de escrutinios, dos por la mañana y otras dos por la tarde. Por primera vez, los cardenales dormirán en la Casa Santa Marta.

Cincuenta y ocho purpurados europeos, catorce norteamericanos, 21 iberoamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 2 de Oceanía decidirán, «con la ayuda del Espíritu Santo», el nombre del nuevo sucesor de Pedro. De ellos, únicamente dos (descontando al ausente Lachica) han participado en algún Cónclave. Se trata del alemán Joseph Ratzinger y del estadounidense, William Bauum.

El desarrollo del Cónclave viene marcado por la Carta Apostólica «Universi Dominici Gregis», sancionada por Juan Pablo II en 1996. Tras el juramento, y una vez invocado el «extra omnes» (lo que obliga a los ajenos a la elección a abandonar la capilla Sixtina), se procederá al pre- escrutinio. Se distribuirán las papeletas de votación entre los purpurados y se eligirán por sorteo, entre todos los cardenales electores, tres escrutadores, tres revisores y otros tres elegidos que estarán encargados de recoger los votos de los electores que se encuentren enfermos (llamados Infirmari).

Si después de tres días de votaciones no se alcanza la «fumata blanca», se suspenderá el escrutinio durante al menos una jornada. Después, los tiempos se miden en tandas de siete escrutinios cada una, con sus respectivas pausas. Si al cabo de las mismas no se obtienen los dos tercios necesarios (en este Cónclave, 78 votos), el Colegio cardenalicio podrá decidir que la elección sea válida con mayoría absoluta.

Cuando algún cardenal alcance la mayoría necesaria, el decano cardenalicio, Joseph Ratzinger, se aproximará al elegido y le preguntará en latín: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?». «Acepto», ha de contestar el elegido. El decano le preguntará entonces con qué nombre desea ejercer su Pontificado. Tras ello, todos los cardenales se arrodillarán ante el nuevo Papa, quien se dirigirá a la ventana central de la basílica de San Pedro para bendecir a los fieles.

Minutos antes, el cardenal protodiácono, cargo que ostenta desde el pasado 24 de febrero el cardenal chileno Jorge Medina Estévez, anunciará a la ciudad y al mundo la elección papal con la siguiente frase: «Annuntio vobis gaudium magnum Habemus Papam», y el nombre del elegido. En ese momento, comenzarán a repicar las campanas de San Pedro y, muy probablemente, las de las iglesias de todo el mundo.

Fuente: ABC

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