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La ley del silencio

Aquí reproducimos un artículo que nos remite un corresponsal habitual de Vicodur.com. Como comprobarán está escrito en la forma que este colaborador del portal amigo tiene por costumbre, así que lo insertamos en su totalidad, dado el tema tan sensible que toca.

Querido sobrino:

Se que hace mucho desde mi última carta, quizá demasiado, y en este punto reconozco mi deficiente voluntad a la hora de escribir epístolas. No obstante hoy, en medio de guerras y miserias humanas, condenables y condenadas todas ellas como un fracaso absoluto que son de la diplomacia y sus entresijos, no me queda más remedio que desahogarme con aquel que siempre sabe poner el hombro sobre el que apoyar mi cansada mano.

Hoy es un día triste. Lo es al menos para mí.

Cuando un medio libre de comunicación se ve obligado a cerrar es un triste día para todos. Si el cierre se debe hacer por estar en peligro la vida del editor y la de su familia por amenazas directas, solo nos queda un gran vacío.

Hay muchas clases de guerra. Guerras larvadas, guerras subterráneas que usan el chantaje, la extorsión y la amenaza como arma para doblegar voluntades.

Se puede pensar que con esas armas no se mata. Es posible, pero con ellas se mata una parte del amenazado... su libertad.

Cuando alguien, dedicado y volcado con su tierra y su tradición, muestra al mundo, lo que considera debe ser visto y admirado por todos, es posible, y de hecho lo es, que haya quien se sienta atacado como institución o como grupo de poder.

Hay personas para los que la única verdad es la que ellos dicen... ¡Su verdad!

Cuando se abre un foro de debate en el que cada cual expresa su opinión de las cosas de modo libre y honesto, sin miedo y sin coacción, y ese foro es atacado sistemáticamente y su moderador amenazado de forma velada, o quizá no tan velada, así como su propia familia, es el momento en el que el amenazado ve peligrar un derecho tan inherente a la condición humana como es el de la libertad de expresión y pensamiento, sin hacer mención al riesgo más que evidente de su propia vida y la de los que le rodean.

Seguro que ya habrás sacado tus propias conclusiones acerca de lo que pretendo decir aquí, pero me permito dudar que sepas a que me refiero.

Un amigo, o mejor sería decir hermano, está sufriendo en sus carnes y en las de su propia familia las consecuencias de ser coherente con el mismo y sus ideas.

Este amigo ha venido manteniendo de forma altruista una web, con una temática que en Andalucía sería llamada “Cofrade”, aunque en su tierra le dan otro nombre, en la que se cumplían todos los puntos que arriba detallé. Años de tesón y esfuerzo dedicados a realzar la cultura, tradiciones y belleza de su tierra, pero ahora es víctima de haber intentado escapar a las garras de aquellos que controlan la vida y las voluntades. Su pecado: admitir en el foro de su web opiniones en las que se dejaban entrever las miserias y turbios manejos y negocios sucios de aquellos que en las más de las veces intentan aparentar una imagen de intachable probidad.

Hoy un lacónico mensaje en el que se puede leer: “Por motivos ajenos a mi voluntad, este sitio queda definitivamente suspendido, 23 de marzo de 2003”.

Un breve artículo, aparecido en la prensa de su ciudad hace referencia al cese de esta web, pionera que fue en su tierra y que se ha mantenido durante años con el solo esfuerzo de su creador. Años de trabajo, que se veían recompensados con una media de 120 visitas diarias de más de 45 países de todo el mundo, se ven hoy abocados a ser tirados por borda sin más, con el único objetivo de mantener a salvo la propia integridad y la de su familia.

Hoy condeno y deploro a todos aquellos que valiéndose de su ilegítima e inmoral influencia abusan de los demás imponiéndoles la ley de la “omerta” (silencio), que en el caso de ser violada los expone a ser objeto de una “vendetta” (venganza).

Pido perdón por no darte más pistas sobre la identidad de mi amigo-hermano, pero convendrás conmigo que las circunstancias así lo aconsejan.

Solo puedo decir ¡Adelante querido hermano, nosotros estamos contigo! (“¡avanti caro fratello, noi siami con te!”).

Habrás comprobado que mi misiva está escrita como una carta abierta. De esa forma te permito difundir su contenido entre aquellos que consideres dignos de conocerlo.

Querido sobrino, debes ser consciente de la enorme suerte que tienes de vivir en un país en el que aún se pueden expresar opiniones de forma abierta, incluso aunque sean discrepantes con las de otros. Aunque ahora que lo pienso, creo haber leído en la prensa algo relacionado con que los militantes y simpatizantes del Partido Popular son víctimas de ataques verbales, vejaciones e incluso agresiones, por parte de gente que dice defender así sus ideas en nombre de la paz.

Pero no me hagas mucho caso. Deben ser los años que se me acumulan y me hacen ver cosas imposibles en ese país del que me encuentro tan lejos y a la vez tan cerca. España no es como aquellos países en los que los dueños y señores de la situación son las organizaciones mafiosas que hacen y deshacen a su entera voluntad.

No abuso más de tu paciencia, a pesar de que tu siempre dirás que te alegras de recibir mis cartas.

Un fuerte abrazo de este que lo es tu Tío.

Terral

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Terral

 

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