Hemos leído un
breve artículo, que no ha dejado de conmovernos. En un
mundo de desengaños y artificios, en el que parece que
todo está hecho y todo inventado, surgen historias como
las que el redactor relata. Historias anónimas que no dejan
de translucir su carga de sentimiento y fervor hacia la madre
de Dios, hacia Nuestra Señora de las Angustias.
Nos han llenado de emoción las
dos historias que hemos leído. Como dice el redactor son
muchas, muchísimas más las que año tras año
se viven a las puertas de la basílica. Cada uno lleva su
promesa, cada uno lleva su agradecimiento. Y que mejor forma de
demostrarle a una madre el amor y el agradecimiento que le debemos
que con un humilde ramo de flores.
Hoy obviando los títulos y los
nombres de las personas y entidades que han desfilado ante Nuestra
Señora de las Angustias, preferimos reproducir íntegramente
el citado artículo para que la emoción, que el que
esto escribe ha sentido, sea compartida por todos.
Texto
y fotos:
F. Molina
Padul Cofrade, 2005
Diario IDEAL 16-09-2005
A. C./Granada
Aquel hombre iba en silencio. Con
la cabeza gacha. No llevaba ramo de flores alguno en las manos.
Había estado una hora en la cola y por fin había
llegado el momento de estar en las puertas de la Basílica.
Al llegar, se quitó la gorra de cuadros que llevaba, miró
hacia el interior del templo y con lágrimas en los ojos
y una especie de lombriz en la garganta, se le oyó decir.
-Gracias. Muchas gracias. Sabía
que no me ibas a fallar.
Una señora llevaba un niño
pequeño de unos dos años en brazos. Luchaba por
pasar por entre las vallas, por medio de gentío. Pedía
por favor que le dejaran pasar, que era muy importante para ella.
La gente veía la desesperación en su rostro y se
apartaba para que pasara. Uno de los horquilleros también
intentó cortarle el paso. Ella volvió a repetir
que necesitaba pasar, que era una promesa y que no podía
dejar de cumplirla. Al llegar junto a las estructuras metálicas,
levantó su hijo para que lo cogieran los chicos que estaban
colocando las flores. Luego le dio un ramo al pequeño para
que se lo entregara a los horquilleros.
-Quería que mi hijo participara
en su primera ofrenda. Es algo que le debemos a la Virgen -dijo
cogiendo de nuevo al pequeño.
Estos son dos casos pero se dan
muchos más. Cientos de personas aprovechan la ofrenda floral
para acercarse a la Patrona y cumplir con una promesa. Los hay
de todas las edades y condiciones porque, en contra de lo que
se dice, la fe no mueve montañas pero sí afianza
voluntades.
Ayer, muchos granadinos pudieron
de nuevo hacer de su fe el sustento de sus existencias.