Las calles de Padul
han vuelto a llenarse de altares realizados con mucho amor y sencillez,
flores de todos los colores y niños con sus trajes de comunión,
para dar más realce aún si cave a la celebración
del Corpus Christi.
Las gentes de Padul vuelven a echarse
a la calle una vez más para ser testigos de primera mano
del paso de la Custodia por sus calles más céntricas.
Los altares que los paduleños
erigen en el recorrido de la procesión son sencillos, espontáneos
cabría decir, desprovistos de parafernalia superficial
que nada dice de la intención con que son levantados, aunque
algún purista venga a decirnos que adolece de esta o aquella
simbología alegórica a la celebración de
que se trata.
Los paduleños, fieles a su tradición
siguen adornando sus calles con banderas, colchas y mantones de
Manila. Los niños y niñas que han recibido su primera
comunión este año preceden al Santísimo y
tras ellos una multitud de acompañantes.
La custodia conteniendo al Santísimo
ha vuelto a procesionar en su precioso templete plateado, el cual
pensamos que sería acertado que volviese a procesionar
a hombros de costaleros en el paso de la Flagelación como
hace algunos años.