Procesión
en honor a San Rafael (Granada)
Este año si ha podido
ser. El 24 de octubre, en una tarde calurosa, en la que, a pesar
de las nubes que cubrían el cielo, no se tenía el
sentimiento de la lluvia inminente, salió puntualmente
la comitiva y el paso en el que se portaba la imagen del Arcángel
San Rafael.
Un exorno floral, compuesto en su totalidad por
flor blanca cubría la peana, mientras la cuadrilla de jóvenes
costaleros, corazones volcados al cien por cien en su labor, paseaban
por las calles de su barrio la imagen del santo arcángel
a los sones de la Agrupación Musical Ntro. Padre Jesús
de la Salud Churriana de la Vega (Granada), que ha actuado de
forma desinteresada en este emotivo acto.
Se ha echado de menos a mucha gente. Quizá
La Banda del Despojado, por lo acostumbrados que nos tenía
a ser ellos los que pusiesen el contrapunto musical a la procesión
de San Rafael y, en su debido momento, a la de San Juan de Dios,
ha sido lo primero que hemos echado en falta. Después,
cuando comenzó a interpretar marchas la Agrupación
Musical Ntro. Padre Jesús de la Salud, ya no fue tanto
el vacío.
También se ha echado de menos a gente que
habitualmente ha estado ligada a la cuadrilla de costaleros, pero
en su caso desde fuera de la trabajadora. Otros han faltado a
la cita con la trabajadora. Razones hay muchas. Unas posiblemente
más justificadas que otras, pero todas respetables.
En este último grupo se encuentra el que
esto escribe que, tras muchos años arrimando el hombro,
este año ha debido sucumbir a los achaques de la edad y
las lesiones de rodilla. Y es que los años no pasan en
balde y uno ya está bastantes cascado. No obstante debo
agradecer a los capataces Víctor Carmona y Joaquín
Mora, al buen contraguía Julio, amigo por apellido y por
buena persona, y a esa cuadrilla de costaleros hecha a base de
lo mejor que anda bajo los pasos granadinos, que me permitiesen
estar debajo del paso y andar pegado a la trabajadora una “chicotá”.
Lo reconozco, al oír las palabras de ánimo y reconocimiento
hacia el que humildemente esto escribe, no pude por menos que
dejar escapar un buen número de lágrimas, que vinieron
a unirse al sudor que brotaba de mi frente.
Volviendo a la procesión en si son de destacar
dos momentos emotivos. Ambos muy distintos en su sentido y ambos
dignos de ser rememorados.
El primero, como cada año, se produce nada
más salir el paso a la calle. Antes de iniciar el recorrido
propiamente dicho, se hace un giro a la izquierda y el paso se
encara a la puerta principal del Hospital a la que el santo arcángel
da nombre. Una “petalá” de flores blancas cayó
sobre el paso y la multitud de enfermos y familiares que esperaba
a pie de calle, ansiosa la llegada del santo. El Padre Juan José
ofreció a los enfermos el báculo, en cuyo cabezal
está incrustada una reliquia de San Juan de Dios.
El segundo se produce en la vuelta, cuando escasamente
restan cien metros de procesión, el paso gira a la izquierda
y casi entras en la Iglesia del Perpetuo Socorro, se reza una
oración y se vuelve al camino para, esta vez sí,
devolver a San Rafael a su casa en la Basílica de San Juan
de Dios.
Solo me resta ofrecer mi gratitud a todos
aquellos que con su cariño y apoyo me han hecho emocionar
como hace mucho tiempo no lo hacía. Gracias a todos.
Texto y fotos: F. Molina
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