El 19 de
septiembre de 1846, apareció la Santísima Virgen, sobre
la montaña de La Salette, (Francia), a dos jóvenes
pastorcitos, Melania Calvat y Maximino Giraud. Primeramente
les confió un mensaje público; después
a Maximino sólo, un secreto; luego a Melania un mensaje
que podría publicar en 1858.
El Llamamiento a los Apóstoles de los Últimos
Tiempos forma parte del Secreto confiado a Melania:
"Dirijo
un llamamiento apremiante a la tierra;
llamo a los verdaderos discípulos de Dios que
vive y reina en los cielos;
llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre;
llamo a Mis hijos, a Mis verdaderos devotos,
los que se hayan entregado a Mí
para que Yo los conduzca a Mi Divino Hijo,
los que llevo por decir así en Mis brazos,
los que han vivido según Mi espíritu;
en fin llamo a los Apóstoles de los Últimos
Tiempos
los fieles discípulos de Jesucristo
que han vivido
en el desprecio del mundo y de sí
mismo en la pobreza y la humildad,
en el desprecio y en el silencio,
en la oración y en la mortificación,
en la castidad y en la unión con Dios,
en el sufrimiento y desconocidos del mundo.
Es hora de que salgan y vengan a alumbrar la tierra."
"Id y mostraos como Mis hijos queridos. Estoy con
vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz
que os alumbre
en esos días de desgracia. Que vuestro celo
os haga como los hambrientos por la gloria y honor
de Jesucristo.
Combatid, hijos de luz, vosotros pequeño
número
que lo veis, porque he aquí el tiempo de
los tiempos, el fin de los fines."
Así habló la Madre de Dios y mientras escuchaba,
contemplaba Melania, en una visión profética
la vida y las obras venideras de los hijos y de las hijas
de la Orden de la Madre de Dios, religiosos misioneros, religiosas
misioneras y discípulos laicos, esparcidos por todas
partes del mundo. Los religiosos y religiosas harán
los votos; los discípulos laicos, la consagración
a la Santísima Virgen. Melania veía también
a varias religiosas llegar a unirse con esta Orden y las
otras por su relación recobrar su espíritu
primitivo.
Por mandato del Papa León XIII, presentó Melania
esta regla al examen de la Sagrada Congregación de
Obispos y Religiosos la cual dio su aprobación el
27 de mayo de 1879. Al mismo tiempo fueron aprobadas las
constituciones que Melania había compuesto para la
Orden de la Madre de Dios a petición de León
XIII, según su visión profética
de 1846.
Melania falleció en olor de santidad el 14 de diciembre
de 1904, a la edad de 73 años.
Un
día de otoño
A mediados
de septiembre, un campesino de los Ablandins, Pedro
Selme, tiene
a su pastor enfermo. Desciende al
pueblo de Corps, a la casa de su amigo, el carretero
Giraud, y le dice: "Préstame a tu Maximino
por algunos días...""¿Memín,
pastor? ¡Es muy descuidado para eso!"...
Discuten, transigen... y, el 14 de septiembre, tenemos
al joven Maximino en los Ablandins. El 17, ve a Melania
en la aldea. El 18, van a guardar sus rebaños
en los terrenos comunales, en el monte "sous les
Baisses" (Le Planeau). Por la tarde, Maximino
busca entablar conversación. Melania se muestra
remisa. Descubren, no obstante, un punto común:
los dos son de Corps. Quedan en volver al mismo lugar
a "guardar" juntos al día siguiente.
En los pastos
Así pues,
el sábado 19 de septiembre de 1846, temprano,
los dos niños cruzan las pendientes del
monte sus-les-Baisses, cada uno llevando sus cuatro
vacas. Maximino, además, su cabra y su perro
Loulou. El sol resplandece sobre los pastos. A
mitad de la jornada, el Ángelus suena allá abajo
en el campanario de la iglesia de la aldea. Entonces
los pastores conducen sus vacas a "la fuente
de las bestias", una pequeña represa
que forma el arroyuelo que baja por la quebrada
del Seiza. Después las llevan hacia una
pradera llamada "le chômoir", en
las laderas del monte Gargas. Hace calor, las bestias
se ponen a rumiar.
Maximino
y Melania suben un pequeño valle hasta la "fuente
de los hombres". Junto a la fuente toman su
frugal comida: pan con un trozo de queso de la
región. Otros pequeños pastores que "guardan" más
abajo se les unen y charlan entre ellos. Después
de su partida, Maximino y Melania cruzan el arroyo
y descienden unos pasos hasta dos bancos de piedras
apiladas, cerca de la hondonada seca de una fuente
agotada: "la pequeña fuente".
Melania pone su pequeño talego en el suelo,
y Maximino su blusa y merienda sobre una piedra.
La otra claridad
Contrariamente
a su costumbre, los dos niños se tumban
sobre la hierba... y se duermen. Hace bueno al
sol de este fin de verano, no hay una nube en el
cielo. Al rumor del arroyo se añade además
la calma y el silencio de la montaña. Pasa
el tiempo...
¡Bruscamente, Melania se despierta y sacude a Maximino! "¡Mémin,
Mémin, rápido, vamos a ver nuestras vacas... No sé dónde
están!" Rápidamente suben la pendiente opuesta al Gargas.
Al volverse, perciben todo el pastizal: sus vacas están allá, rumiando
plácidamente. Los dos pastores se tranquilizan. Melania comienza a descender.
A media pendiente, se queda inmóvil y asustada, deja caer su garrote: "¡Mémin,
ven a ver, allá, una claridad!".
Cerca de la pequeña fuente, sobre uno de los bancos de piedra... un
globo de fuego: "Es como si el sol se hubiera caído allí".
Pero el sol continúa brillando en un cielo sin nubes. Maximino acude
gritando: "¿Dónde está? ¿Dónde está?" Melania
señala con el dedo hasta el fondo del barranco donde ellos habían
estado durmiendo. Maximino se acerca a ella, paralizada de miedo, y le dice: "¡Vamos,
coge tu garrote! Yo tengo el mío y le daré un buen golpe si
nos hace algo". La claridad se mueve, gira sobre sí misma. Les
faltan palabras a los dos niños para indicar la impresión de
vida que irradia este globo de fuego. En él una mujer aparece, sentada,
la cara oculta entre sus manos, los codos apoyados sobre las rodillas, en
una actitud de profunda tristeza.
La bella señora
La Bella
Señora se levanta. Ellos no han dicho una
sola palabra. Ella les habla en francés: “¡Acercaos,
hijos míos, no tengáis miedo, estoy
aquí para contaros una gran noticia! “Entonces,
descienden hacia ella. La miran, ella no cesa de
llorar: "Parecía una madre a quien
sus hijos habían pegado y se había
refugiado en la montaña para llorar".
la Bella Señora es de gran estatura y toda
de luz. Está vestida como las mujeres de
la región: vestido largo, un gran delantal
a la cintura, pañuelo cruzado y anudado
en la espalda, gorra de campesina. Rosas coronan
su cabeza, bordean su pañuelo y adornan
sus zapatos. En su frente una luz brilla como una
diadema. Sobre sus hombros pesa una gran cadena.
Una cadena más fina sostiene sobre su pecho
un crucifijo deslumbrante, con un martillo a un
lado y al otro unas tenazas.
Lo que dijo sobre la montaña
La Bella
Señora habla a los dos pastores. "Ha
llorado durante todo el tiempo que nos ha hablado".
Juntos, o separados, los dos niños repiten
las mismas palabras con ligeras variantes que no
afectan al sentido. Y esto, cualesquiera que sean
sus interlocutores: peregrinos o simples curiosos,
personalidades civiles o eclesiásticas,
investigadores o periodistas. Que sean favorables,
lleven buenas intenciones o no, he aquí lo
que ellos nos han trasmitido:
“Acercaos, hijos míos, no tengáis
miedo, estoy aquí para contaros una gran
noticia.”
"La escuchamos, no pensamos en nada".
Como Maximino y Melania, dejemos resonar en nosotros
lo que ella dijo en la montaña. Con ellos,
escuchémosla, mirando sobre su pecho el
crucifijo deslumbrante de gloria.
“Si
mi pueblo no quiere someterse, me veo obligada
a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte
y tan pesado que no puedo sostenerlo más.”
”¡Hace tanto tiempo que sufro por vosotros!”
“Si quiero que mi Hijo no os abandone, estoy
encargada de rogarte sin cesar por vosotros, y
vosotros no
hacéis caso. Por más que recéis,
por más que hagáis, jamás
podréis recompensar el dolor que he asumido
por vosotros.”
“Os he dado seis días para trabajar;
me he reservado el séptimo, ¡y no
se quiere conceder! Esto es lo que hace tan pesado
el brazo
de mi Hijo.”
“Y
también los que conducen los carros no saben
jurar sin poner en medio el nombre de mi Hijo.
Son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo
de mi Hijo.”
“Si la cosecha se pierde, sólo es
por vuestra culpa. Os lo hice ver el año
pasado con las patatas !y no hicisteis caso! Al
contrario,
cuando las encontrabais estropeadas, jurabais,
metiendo en medio el nombre de mi Hijo. Van a seguir
pudriéndose, y este año, por Navidad,
no habrá más.” La palabra "pommes
de terre" (patatas) intriga a Melania. En
el dialecto de la región se dice de otra
forma ("là truffà"). La
palabra "pommes" evoca para ella el fruto
del manzano. Ella se vuelve a Maximino para pedirle
una explicación. Pero la Señora se
adelanta:
“¿No comprendéis, hijos míos?
Os lo voy a decir de otra manera.”
La Bella Señora repite en el dialecto de Corps desde "si la cosecha
se pierde...", y ya prosigue todo su mensaje en este dialecto:
“Si tenéis trigo, no debéis sembrarlo. Todo lo que sembréis,
lo comerán los bichos, y lo que salga se quedará en polvo cuando
se trille.”
“Vendrá una gran hambre. Antes de que llegue el hambre, a los niños
menores de siete años les dará un temblor y morirán en los
brazos de las personas que los tengan. Los demás harán penitencia
por el hambre. Las nueces saldrán vanas, las uvas se pudrirán.”
De repente, aunque la Bella Señora continúa hablando, sólo
Maximino la oye, Melania la ve mover los labios, pero no oye nada. Unos instantes
más tarde sucede lo contrario: Melania puede escucharla, mientras que
Maximino no oye nada, y se entretiene haciendo girar su sombrero en una punta
de su cayado mientras que con el otro extremo lanzaba pequeñas piedras. "¡Ninguna
tocó los pies de la Bella Señora!", dirá algunos días
más tarde. "Ella me contó algo diciéndome: No dirás
esto ni esto. Después no entendí nada, y durante este tiempo, yo
me entretenía."
Así la Bella Señora habló en secreto a Maximino y luego
a Melania. y de nuevo los dos juntos escuchan sus palabras:
“Si se convierten, las piedras y las rocas se cambiarán en montones
de
trigo y las patatas se encontrarán sembradas por las tierras.”
“¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?”
"No
muy bien, Señora", responden los dos
niños.
“¡Ah! hijos míos, hay que hacerla
bien, por la noche y por la mañana. Cuando
no podáis
más, rezad al menos un padrenuestro y un
avemaría, pero cuando podáis, rezad
más.”
“Durante el verano no van a misa más
que unas ancianas. Los demás trabajan el
domingo, todo el verano. En invierno, cuando no
saben qué hacer;
no van a misa más que para burlarse de la
religión. En Cuaresma van a la carnicería
como perros.”
“¿No
habéis visto trigo estropeado, hijos míos?”
"No, Señora", responden.
Entonces ella se dirige a Maximino:
“Pero tú, mil pequeño, tienes
que haberlo visto una vez, en Coin, con tu padre.
El
dueño del campo dijo a tu padre que fuera
a ver su trigo estropeado. Y fuisteis allá,
cogisteis dos o tres espigas de trigo en vuestras
manos las frotasteis, y todo se quedó en
polvo.
Después, al regresar; como a media
hora de Corps, tu padre te dio un pedazo de pan,
diciéndote: ¡Toma, hijo mío,
come todavía pan este año que no
sé quién lo comerá al año
que viene si el trigo sigue así!" Maximino
responde: "Ah sí, es verdad, Señora,
ahora me acuerdo, lo había olvidado.
Y la Bella Señora concluye, no en el dialecto,
sino en francés:
"Bien,
hijos míos, hacedlo saber a todo mi
pueblo.”
El juicio
El 19
de septiembre de 1851, Mons. Filiberto de Bruillard,
Obispo de Grenoble, publica finalmente su "carta
pastoral". He aquí el párrafo
esencial:
"
Juzgamos que la aparición de la Santísima
Virgen a dos pastores, el 19 de septiembre de 1846,
en una montaña de la cadena de los Alpes,
situada en la parroquia de La Salette, del arciprestazgo
de Corps, contiene en sí todas las características
de la verdad, y que los fieles tienen fundamento
para creerla indudable y cierta".
La resonancia de esta carta pastoral es considerable.
Numerosos obispos la hacen leer en las parroquias
de sus diócesis. La prensa se hace eco en
favor o en contra. Es traducida a numerosas lenguas
y aparece notoriamente en el Osservatore Romano
de 4 de junio de 1852. Cartas de felicitación
afluyen al Obispo de Grenoble.
La experiencia y el sentido pastoral de Filiberto
de Bruillard no se detienen aquí. El 1 de
mayo de 1852, publica una nueva carta pastoral
anunciando la construcción de un santuario
sobre la montaña de La Salette y la creación
de un cuerpo de misioneros diocesanos que él
denomina "los Misioneros de Nuestra Señora
de La Salette". Y añade: "La Santa
Virgen se apareció en La Salette para el
universo entero, ¿quién puede dudarlo?" El
futuro iba a confirmar y sobrepasar estas expectativas,
el relevo estaba asegurado, se puede decir que
Maximino y Melania han cumplido su misión.
El 19 de septiembre de 1855, Mons. Ginoulhiac,
nuevo Obispo de Grenoble, resumía así la
situación: "La misión de los
pastores ha terminado, comienza la de la Iglesia".
Hoy son innumerables los hombres y mujeres de todas
las razas y de todos los países que han
encontrado en el mensaje de La Salette el camino
de la conversión, la profundización
de su fe, el dinamismo para su vida cotidiana,
las razones de su compromiso con y en Cristo al
servicio de los hombres.
El santuario de Nuestra Señora
de La Salette
Está situado
en plena montaña, a 1800 m. de altitud en
los Alpes franceses. De la atención del
Santuario y su hospedería es responsable
la Asociación de Peregrinos de La Salette
por encargo de la diócesis de Grenoble.
Los Misioneros y las Hermanas de Nuestra Señora
de La Salette aseguran la animación y el
funcionamiento, ayudados por capellanes, sacerdotes
religiosos o diocesanos, religiosas, laicos asociados
y por empleados asalariados y voluntarios. Con
las Eucaristías, el rezo meditado del rosario,
las vigilias y las procesiones, se articulan diversas
propuestas: lecturas del evangelio, encuentros
sobre un tema determinado, reuniones informales,
encuentros con un capellán, sin olvidar
la dimensión misionera y el servicio de
las vocaciones.
Espiritualidad
saletense
Espiritualidad Saletense - Como la viví y comprendí dentro
de mi experiencia cultural y pastoral
Juan Patricio Sullivan, M.S.
En 1982, yo fui uno de los participantes
en el Mes de La Salette. Tres años más tarde yo me comprometí para
trabajar en nuestra Congregación en la Región
de Argentina. Después de casi nueve años
de experiencia pastoral en Argentina y Bolivia continúo
interesado en la relación existente entre la Espiritualidad
Saletense y la lucha o esfuerzo de la Iglesia en Latinoamérica.
En consecuencia, estoy muy agradecido por esta oportunidad
de tomar parte en el Taller de Espiritualidad de
La-Salette.
Meditando sobre el mensaje de La Salette a la luz
de mis años de servicio en Argentina, quisiera desarrollar
tres temas que vi surgir desde mi experiencia: la dignidad
de la mujer, el llamado a formar comunidad y la opción
y preferencia por los pobres de la Iglesia latinoamericana.
I La Dignidad de la Mujer
Como a muchos, lo que me conmueve o
impresiona de la aparición
de La Salette, es la primera imagen que tenemos de María, "una
mujer, sentada, con los codos apoyados sobre sus rodillas
y su cara tapada con sus manos". Maximino y Melania
explicarán luego, que ella aparece como una
madre que llora por sus hijos.
Muchas mujeres aquí en América Latina también
tienen una buena razón para llorar. Argentina, como
muchos otros países latinoamericanos, es un país
con una sociedad muy "machista". Esto significa
que las mujeres son a menudo tratadas como de segunda clase
respecto a los hombres. La experiencia de las mujeres casadas
que han sido golpeadas, abusadas sexualmente y, con frecuencia,
abandonadas por sus maridos es común en ésta
cultura. Los líderes políticos y de
la Iglesia trabajan por esta causa, en defensa de
la mujeres.
La segunda imagen de María, en la Aparición,
de pie y llamando a los niños muy cerca de ella,
nos habla de una dignidad nueva en la mujer, reflejada
en esta "Hermosa Señora". "Ella era
alta y todo a su alrededor estaba iluminado. Ella usaba
la típica vestimenta de las mujeres de la zona".
Como en el Evangelio de Juan: "De pie junto a la cruz
de Jesús estaba su madre, y la hermana de su madre,
María mujer de Cleofás, y María Magdalena".
María no está destruida de la tristeza y
el sufrimiento, por el contrario, está de pie, completamente
presente en la situación que acontece alrededor
de ella, llena de la presencia de Dios en sí misma.
María está vestida como una "campesina",
igual que las mujeres que viven y trabajan en áreas
rurales pobres en todas partes del mundo. Ella habla
claramente como una madre amorosa, reprendiendo a
sus hijos por su
desobediencia y falta de respeto hacia Dios. Ella
habla como una mujer completamente enterada de su
dignidad,
castigando o reprendiendo a los hombres que conducen
los carros mientras
no respetan el nombre de su Hijo y afirmando que
solamente algunas mujeres ancianas van a Misa.
Esto aparece como un llamado de María a las mujeres
y hombres de Latinoamérica para respetarse mutuamente
y respetar los mandamientos de amor que su Hijo nos enseña.
II El Llamado a la Comunidad
Las palabras de Nuestra Señora de La Salette aparecen
más bien como dirigidas a la comunidad del pueblo
de Dios antes que de manera individual. Si bien hay momentos
en que María dirige a los niños preguntas
personales: "¿No han visto nunca trigo arruinado,
hijos míos? "En general su mensaje aunque está dirigido
a la comunidad francesa de aquel tiempo y aquella área,
se aplica a todo el pueblo de Dios en sentido universal.
Por ejemplo: "Si mi pueblo no quiere someterse..." "Se
ellos se convierten..." "Bueno, hijos míos,
díganselo a todo mi pueblo".
Aquí, en Latinoamérica una de las grandes
fuentes de renovación para la Iglesia, es el llamado
de los Obispos para formar Comunidades Cristianas Básicas
(Comunidades Eclesiales de Base). esto es claro desde Puebla,
en Méjico, en 1979, en la reciente Conferencia de
los Obispos en Santo Domingo, en 1992. "La Comunidad
Eclesial de Base es la célula viva de la parroquia,
entendida ésta como una unidad orgánica y
misionera".
Este llamado de parte de los Obispos para descentralizar
la Iglesia institucional está creando un nuevo rostro
o imagen de la Iglesia. Esto está reflejado, por
ejemplo, en un nuevo modo o manera de educación
religiosa denominada "Catequesis Familiar". El
foco de la evangelización es toda la familia y no
solamente los niños en ocasión de la celebración
de la Primer Comunión.
En La Salette María estuvo llamando su atención
sobre errores o abusos en el orden parroquial _ la falta
de participación en la Misa los domingos,
el nombre de su Hijo tomado en vano y la falta de
penitencia
y
abstinencia durante Cuaresma.
Como María estuvo llamando a la gente del sur de
Francia para tomar más en serio el llamado de su
Hijo a la conversión, con buenas bases, tanto en
lo comunitario como en lo individual, así también
en Argentina su llamado desde La Salette a la reconciliación
con Dios en la parroquia, o mejor en la comunidad
parroquial, aparece como algo claro y firme.
III La Opción Preferencial por los Pobres
Lo que aparece claro, no únicamente en La Salette
sino en varias Apariciones de Nuestra Señora, es
su preferencia para elegir niños pobres y faltos
de educación para ser testigos de sus mensajes proféticos.
Esto es evidente no sólo en La Salette en 1846,
sino en Lourdes en 1858, en Pontmain en 1871 durante la
Guerra Franco-Alemana, en 1917 en Fátima, Portugal
y en Banneux, en Bélgica en 1933.
Maximino y Melania eran niños muy pobres en lo económico
pero tenían un espíritu noble y sincero.
Debido a sus responsabilidades como pastores ellos nunca
tuvieron tiempo para asistir a la escuela o a la parroquia
del lugar para recibir instrucción religiosa. Por
consiguiente, ellos no podían ni leer ni escribir,
ni hablar buen Francés, ni relacionarse bien con
otras personas porque la mayor parte de su tiempo, lo demandaba
la atención del ganado en las colinas montañosas
cercanas a La Salette.
María tenía amor, paciencia y compasión
por ellos. "Acérquense, hijos míos,
no tengan miedo". Con estas palabras, los niños
se sintieron tranquilos, lo suficiente como para acercarse
a ella y pararse muy cerca. Dado que Melania no pude entender
la palabra francesa utilizada para papas, María
no dudó en cambiaría por el dialecto
local teniendo cuidado de que fuera comprendida por
ellos.
Lo que es particularmente notable para mí, es como
María conoce detalles íntimos de la vida
de Maximino, en el caso del trigo arruinado en el incidente
de Coin con su padre. Es claro que a pesar de ser desconocido
por los niños, María los acompaña
y está presente en los eventos o hechos de su vida
diarias. La misma vocación de la Iglesia para acompañar
a los pobres económicamente es muy visible o evidente
en los Documentos de la Iglesia Latinoamericana. "La
opción preferencial por los pobres tiene por objetivo
el anuncio de Cristo El Salvador..."(ver Puebla
- 1153).
Durante mis ocho años de ministerio, primero en
nuestra parroquia de las Termas de Rio Hondo, en Santiago
del Estero y ahora en la ciudad de Córdoba, he visto
morir inútilmente a muchos niños por desnutrición
o falta de ayuda médica, he estado en muchos "ranchos" donde
es muy duro y difícil mantener una familia
con dignidad, cuando hay muy poco espacio, no hay
ni hay
electricidad
ni agua corriente y mucha gente joven temerosa por
su futuro debido a la falta de trabajo u oportunidades
para
educarse.
Ésta es la situación no de pobreza sino de miserables
condiciones de vida, de millones de personas
aquí en
Latinoamérica que claman a Dios por una
solución.
En algunas áreas o lugares, yo he visto a la Iglesia
tomar una postura fuerte en defensa de los pobres y sus
derechos humanos básicos. En lo referente al liderazgo
de los Obispos, algunos ejemplos son: Mons. Romero en El
Salvador, Mons. Angelelli aquí en Argentina y Mons.
Helder Cámara en Brasil.
"Porque es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al
mundo consigo, no teniendo en cuenta los pecados
de los hombres y confiándonos la palabra de la reconciliación".
(2 Cor. 5:19) Hay un abismo inmenso que existe
entre ricos y pobres en Latinoamérica y tristemente cada año
ese abismo crece, se hace mayor. Para modificar
esta gran injusticia nosotros necesitamos caminar con los pobres,
comprender más concretamente, con autenticidad,
la causa de su pobreza económica, ver
al mundo que nos rodea con los ojos de ellos,
de los pobres,
con sus
angustias y esperanzas y no con nuestra manera
de ver las cosas, con nuestros prejuicios sobre
ellos.
María, en La Salette, puso gran confianza en estos
dos pequeños campesinos! "Muy bien, hijos míos,
se lo dirán a todo mi pueblo".
A veces me pregunto si yo tengo la misma confianza
en los pobres y sin educación, para evangelizarme y tomar
conciencia de que el mensaje de Cristo es para todos en
este siglo veinte. Por mandato de ellos, que me enseñan,
yo se que necesito dejar una gran cantidad de egoísmo,
de ideas preconcebidas y tentaciones para controlar
y manipular a los otros.
Conclusión
Si bien yo he tratado de presentar mis reflexiones
en tres áreas diferentes,
tomando ambos, el relato del mensaje de La Salette y mi experiencia en Argentina
se puede ver una conexión verdadera, en los distintos temas.
Teniendo en cuenta que este artículo trata acerca de la Espiritualidad
de La Salette, creo que es fundamental para todos nosotros también hoy,
una de las preguntas de María a los niños: "¿Hacen
bien sus oraciones, hijos míos?" si nosotros no rezamos a partir
de una postura de igualdad básica entre mujeres y hombres, como so los
deseos de Dios en el Libro de Génesis, si nuestra oración está más
orientada hacía nuestras necesidades personales en vez de los intereses
de la comunidad e nuestro alrededor y olvidamos rezar por las grandes injusticias
que hoy mismo existen en muchas partes del mundo _ Cristo no escuchará nuestras
plegarias o solamente en una pequeña parte de lo que le pedimos.
No obstante, si nosotros nos convertimos a través de nuestro diálogo
con Dios, las rocas y piedras de nuestro machismo, nuestro excesivo individualismo
y nuestros prejuicios contra los pobres, serán transformados en igualdad
entre nuestra gente, nuestro pueblo, por un gran progreso en nuestra búsqueda
del reinado de Dios, y Su llamado a formar una comunidad solidaria con
los pobres y oprimidos de nuestro mundo cansado y dividido.
Los misioneros
de Nuestra Señora
de La Salette
El Evangelio siempre nuevo
La casa de Salmata, no lejos de Asís, es la sede de la administración
provincial de Italia y centro de acogida y estancia para grupos de jóvenes,
y reuniones y retiros espirituales. El Santuario y el facsímil del lugar
de la Aparición son lugares de peregrinación mariana
y parroquial.
En Turín, animamos un Centro Social que ofrece ayuda y
tranquilidad a muchas personas con ansiedad; un Hogar de acogida
para estudiantes
y trabajadores, y un Centro Espiritual abierto a las variadas
necesidades de las parroquias,
de los movimientos de Iglesia y de las asociaciones.
En Roma, nuestros misioneros sirven en la activa parroquia de
Nuestra Señora
de La Salette en Monte Verde Nuovo, un barrio popular de 15.000 habitantes. Una
gran iglesia moderna, construida por nuestra Congregación, y de amplios
locales están al servicio de las numerosas y diversas
actividades parroquiales. El conjunto linda con la Casa General.
En Nápoles, la parroquia de María Reconciliadora de La Salette
está también en un barrio popular. Aquí fue necesario hacer
todo a partir de cero. Nuestra casa religiosa es el Centro de animación
y de acompañamiento de las vocaciones. Una nueva comunidad religiosa y
misionera acaba de abrirse en Verona con el objetivo de favorecer la implicación
de los laicos en la vida y misión de la Iglesia según
nuestro carisma.
Desde hace una docena de años, la comunidad de Siador en España
(Pontevedra-Galicia) pertenece a la provincia italiana. Ella asegura la atención
del santuario de Nuestra Señora de La Salette, el primero en España
(1863), y un Centro Pastoral para la juventud y las vocaciones.
Uno de nuestros hermanos trabaja en Morondava (Madagascar).
Queremos ser una presencia misionera y dinámica, y artífices de
reconciliación por un retorno a la novedad del evangelio, por la lucha
contra la injusticia, el sufrimiento y la exclusión, por el despertar
de verdaderas comunidades fundadas sobre la fe y el compartir, testimonios de
la Resurrección y de la esperanza.
Nuestras actividades pastorales están, por tanto, orientadas hacia la
evangelización del pueblo (retiros, semanas espirituales, misiones), la
pastoral parroquial - la de los jóvenes y la de las vocaciones - la promoción
y la animación de los laicos - la nueva evangelización de los ambientes
cristianos - la promoción humana de las personas desposeídas y
marginadas - la apertura a los problemas misioneros, en el servicio a los países
del tercer mundo - las peregrinaciones anuales de parroquias y centros espirituales
al Santuario de La Salette en Francia, casa-madre y punto de referencia de nuestra
vida religiosa y apostólica.
Para hacer conocer mejor la Aparición y el mensaje de la Virgen llorando
se editan diversas publicaciones y libros así como la revista bimestral,
mariana y misionera, "La Salette". Ella es un medio para profundizar
y transmitir el mensaje, y un lazo de unión con los lectores,
amigos y bienhechores de Italia y del extranjero.
Silvano Marisa, M.S., de la provincia
de María mediatriz
Testigo Melanie Calvat
Melania
nace en Corps el 7 de noviembre de 1831, en el
seno de una familia numerosa. El padre, Pedro Calvat,
conocido por trabajar en un aserradero, se adapta
de hecho a toda oferta de trabajo. La madre, Julia
Barnaud, tendrá de él diez hijos.
Melania es la cuarta. La pobreza es tal que a veces
los pequeños son enviados a mendigar. Muy
joven, Melania es "colocada" para guardar
vacas en casa de los campesinos de los alrededores.
Desde la primavera de 1846 hasta el fin del otoño
trabaja en la casa de jean-Baptiste Pra, de los
Ablandins, uno de los grupos de casas que forman
la aldea de La Salette. El vecino de Pra se llama
Pedro Selme. Es él quien ha contratado -
una semana solamente - al inquieto Maximino para
reemplazar a su pastor enfermo. Frente a este joven
hablador, Melania, tímida y taciturna, se
mantiene reservada.
A pesar de ello, los dos niños tienen algunos
puntos en común...¡si se puede hablar
así! Nacidos en Corps donde residen sus
familias, no se conocían debido a las muy
largas ausencias de la pastora. Los dos hablan
el dialecto local y no conocen más que algunas
palabras de francés. Ni escuela ni catecismo,
no saben leer ni escribir. El padre de Melania
está en constante búsqueda de trabajo.
Su madre está sobrecargada para sacar adelante
toda la prole. No hay lugar para los afectos, o
muy poco.
Al día de la Aparición, lo que caracteriza
a Melania, como a Maximino, es la pobreza: pobres
de bienes, pobres de saber, pobres de afectos.
El hecho también de que son totalmente dependientes.
Son "cera virgen" que el acontecimiento
va a marcar definitivamente con su impronta, siempre
respetando sus caracteres. Melania es, en efecto,
muy diferente de su compañero. Ella vive
con extraños y no está con su familia
más que durante los difíciles meses
del invierno, cuando se pasa hambre y frío.
Nos es de extrañar que sea tímida
y reservada "ella no responde más que
si o no", testifica su patrón Jean-Baptiste
Pra. A pesar de ello, contestará clara y
simplemente a las preguntas concernientes al hecho
de La Salette. Permanece cuatro años con
las Hermanas de la Providencia. Tiene poca memoria
y menos aptitudes incluso que Maximino para estudiar.
Desde noviembre de 1847, su directora temía
ya que Melania "se aprovechaba de la posición
en que el acontecimiento la había colocado".
Primero postulante y luego novicia en la Congregación
indicada, objeto de atenciones y deferencias de
numerosos visitantes, se apega a sus propios puntos
de vista.
Por esta razón, el nuevo Obispo de Grenoble,
aun reconociendo su piedad y su devoción,
rehúsa admitiría a la profesión
religiosa "para formaría... en la práctica
de la humildad y de la simplicidad cristianas".
Lamentablemente, Melania presta entonces atención
a personas "inquietas y enfermas", imbuidas
de profecías populares y de teorías
pseudo-apocalípticas y pseudo-místicas.
Quedará marcada para toda la vida. Para
dar crédito a sus afirmaciones trata de
vincularlas al secreto que ha recibido de la Bella
Señora. Un examen, por poco atento que sea
de lo que ella dice y escribe, muestra las diferencias
irreductibles con los signos y las palabras de
María en La Salette. Melania, sus problemas
y sus fantasmas se convierten en el centro de su
discurso: a través de sus profetas arregla
las cuentas con aquellos que oponen alguna resistencia
a sus proyectos, expresa su rechazo e la sociedad
o al ambiente que le crea problemas. Recrea un
pasado imaginario donde son exorcizadas las frustraciones
de que ha sido víctima en su infancia.
En 1854, Mons. Ginoulhiac escribe: "las predicciones
de Melania... no tienen fundamento, carecen de
importancia respecto al Hecho de La Salette...
son posteriores a ese Hecho y no tienen ninguna
relación con él". En esta óptica,
Mons. Ginoulhiac proclama el 19 de septiembre de
1855, sobre la Santa Montaña: "La misión
de los pastores ha terminado, comienza la de la
Iglesia".
Desgraciadamente, Melania proseguirá con
sus divagaciones proféticas, orquestadas
más tarde por el talento fulgurante de León
Bloy, creando una corriente "melanista" que
se quiere vincular a La Salette pero que no tiene
otra base que las afirmaciones incontrolables de
melania. Está a mil leguas de los fundamentos
históricos de la Aparición. En cuanto
al contenido, a pesar de su barniz religioso, no
tiene prácticamente nada que ver con las
verdades de fe de la Iglesia, recordadas por María
en La Salette. Se aparta del dominio de la fe por
lo inestable, discutible, y estéril de las
creencias. Este género de literatura aleja
de la fe en lugar de favorecerla. En 1854, un Padre
inglés lleva a Melania a Inglaterra. Al
año siguiente, entra en el Carmelo de Darlington,
y hace profesión temporal en 1856, pero
sale en 1860. Otra tentativa con las Hermanas de
la Compasión de Marsella: después
de una temporada en su casa de Céphalonie
(Grecia) y el paso por el Carmelo de Marsella,
vuelve a la Compasión por poco tiempo. Después
de algunos días en Corps y en La Salette,
se establece en Italia, en Castellamare di Stabia,
cerca de Nápoles. Allí permanece
durante siete años, escribe sus "secretos" y
una regla para una eventual fundación. El
Vaticano pide al Obispo del lugar que prohíba
este género de publicaciones, pero ella
busca obstinadamente otros apoyos y el imprimátur,
hasta el Jefe de Curla, Mons. Lepidi. Esto no representa
una aprobación, ni siquiera velada. La autoridad
e al que Melania hace referencia no es competente.
Después de una estancia en Cannes, encontramos
a Melania en Chalon-sur-Saône donde, siempre
en búsqueda de fundación, apoyada
por el canónigo de Brandt d'Amiens, se encuentra
en pleito con Mons. Perraud, Obispo de Autum. La
Santa Sede, conocido el asunto, de la razón
al Obispo. En 1892, regresa a Italia, cerca de
Lecce, después a Mesina en Sicilia, por
invitación del canónigo Annibate
di Francia. Luego de algunos meses en el Piamonte,
viene a establecerse en casa del Padre Combe, párroco
de Diou, en Allier, sacerdote apasionado por profetas
político-religiosas. Termina de escribir
una autobiografía en paco novelesca, en
la que reintenta una infancia extraordinaria, mezclada
de consideraciones pseudomísticas, reflejo
de sus propios fantasmas y de las quimeras de sus
comunicantes.
Los mensajes que entonces lanza Melania y que quiere
relacionar con La Salette no tienen en verdad nada
que ver con su primitivo testimonio sobre la Aparición.
Por otra parte, cuando se regresa con ella al hecho
del 19 de septiembre de 1846, recobra la simplicidad
y la claridad de su primer relato, concordante
con el de Maximino. y esto de una manera constante.
Así sucede cuando pasa por la Santa Montaña
el 18 y 19 de septiembre de 1902.
Regresa a la Italia meridional, a Altamura, cerca
de Bari. Muera el 14 de diciembre de 1904. Descansa
bajo una estela de mármol donde un pequeño
bajorrelieve muestra a la Virgen acogiendo a la
pastora de La Salette en el cielo. Una cosa es
cierta: a pesar de todos sus extravíos,
hay un punto sobre el cual Melania jamás
ha variado: el testimonio que con Maximino ha dado
la tarde 19 de septiembre de 1846, en la investigación
llevada por Mons. Philibert de Bruillard, retomada
y confirmada por la de Mons. Ginoulhiac. Dentro
de una vida difícil, Melania ha permanecido
pobre y piadosa, y fiel a su primer testimonio.
Testigo Maximino Giraud
Maximino
Giraud nace en Corps, el 26 de agosto de 1835.
Su madre Ana-María Templier es de la región.
Su padre Germán Giraud procede de un cantón
próximo. Maximino no tiene más que
diecisiete meses cuando su madre muere, dejando
también una niña de ocho años,
Angélica. Poco después el señor
Giraud se vuelve a casar. Maximino va a crecer
ocioso: el carretero Giraud se vuelve al taller
o en la taberna; su mujer no siente mucho afecto
por este muchacho vivo, despreocupado, que no le
tira la casa prefiriendo vagar por las calles de
Corps junto a las diligencias y carruajes, o correr
por los caminos con su cabra y su perro, el niño
es travieso, de mirada vivaz bajo espesa cabellera
negra, y rápido en las respuestas...
Durante la Aparición, mientras la Bella
Señora se dirigía a Melania, hacia
girar su sombrero sobre el extremo superior del
garrote, o con el otro extremo lanzaba piedras
hacia los pies de la Bella Señora. "¡Ninguna
la tocó!", responderá con toda
naturalidad a los investigadores. Cordial con los
que se siente verdaderamente amado, receloso cuando
se le quiere forzar.
Su adolescencia fue difícil. Durante los
tres años siguientes al de la Aparición
pierde a su hermanastro Jean-François, a
su abuela María Cort y su padre el carretero
Giraud. Es puesto bajo la tutela del hermano de
su madre, el tío Templier, hombre rudo e
interesado. En la Escuela sus progresos son modestos.
La hermana Th~eele que cuidaba de él, le
llama "el movimiento perpetuo". Afirmado
a esto las presiones ejercidas por los peregrinos
y los curiosos. En estas circunstancias, algunos
iluminados legitimistas, partidarios de quien decía
ser hijo de Luis XVI, quieren utilizarle con fines
políticos. Contra los consejos del cura
de Corps y sobrepasando la prohibición del
Obispo de Grenoble, llevan al adolescente a Ars.
Al niño no le gusta su compañía,
pero le atrae la oportunidad de conocer la que,
de entrada, trata a La Salette de superchería
y a los videntes de mentirosos. Durante la mañana
del 25 de septiembre de 1850, el cura de Ars está dos
veces con Maximino, en la sacristía y luego
en el confesionario, pero no en confesión. ¿Qué ha
podido contar el adolescente exasperado? El resultado
es que durante años el santo cura no dejará de
dudar y de sufrir. Después de la carta pastoral
del 19 de septiembre de 1851, él remitirá a
sus interlocutores al juicio del Obispo. Pasarán
varios años antes de que él mismo
dé su asentimiento, y encuentre la paz.
En cuanto a Maximino, a pesar de que nunca se ha
desmentido sobre el hecho de La Salette, se verá en
dificultad para justificar su comportamiento.
Es suficiente enumerar los lugares por donde ha
pasado para saber hasta qué punto este joven
ha sido manejado. Del pequeño seminario
de Grenoble (Le Rondeau) a la Gran Cartuja, de
Seyssin a Roma. De Dax y Aire-sur-Adour a Vêsinet,
después al colegio de Tonnerre, a Petit
Jouy en Josas cerca de Versailles y a París.
Seminarista, empleado en un hospicio, estudiante
de medicina, trabajador en una farmacia, alistado
como zuavo pontificio durante seis meses, después
rescinde el contrato y regresa a París.
El periódico "La Vida Parisina" ataca
a La Salette y a los dos videntes. Maximino presenta
una querella y obtiene una rectificación.
En 1866, publica el opúsculo "Mi profesión
de fe sobre la Aparición de Nuestra Señora
de La Salette". Durante este periodo, el señor
y la señora Jourdain, matrimonio muy entregado
en ayudarle, le aseguran cierta estabilidad y pagan
sus deudas aun a riesgo de arruinarse.
Maximino acepta por entonces asociarse a un vendedor
de licores que utiliza su notoriedad para aumentar
sus ventas. Maximino no obtiene ninguna ventaja.
En 1870, es movilizado al fuerte Barrau en Grenoble
finalmente regresa a Corps donde vuelve a encontrar
a los esposos Jourdain. Los tres viven pobremente,
ayudados por los Padres del Santuario con el acuerdo
del Obispo. En noviembre de 1874, Maximino sube
al Santuario de La Salette, sería la última
vez, y ante un auditorio atento y emocionado, relata
la Aparición como el primer día.
El 2 de febrero de 1875, va también por última
vez a la iglesia parroquial. La tarde del primero
de marzo, Maximino se confiesa, recibe la santa
comunión y bebe un poco de agua de La Salette
para tragar la hostia. Cinco minutos más
tarde, entrega su alma a Dios. No tiene todavía
cuarenta años. Sus restos descansan en el
cementerio de Corps, pero su corazón se
encuentra en la Basílica de La Salette cerca
de la consola del órgano. Fue su última
voluntad para marcar su vínculo con la Aparición: "yo
creo firmemente, aun al precio de mi sangre, en
la célebre Aparición de la Santísima
Virgen sobre la Santa Montaña de La Salette,
el 19 de septiembre de 1846. Aparición que
he defendido con palabras, con escritos y con sufrimientos...
Con estos sentimientos, yo dono mi corazón
a Nuestra Señora de La Salette".
Conocemos por su mismo testamento que esta pobre
no tenía más que legar que su fidelidad
a la fe de la Iglesia. El muchacho afectuoso e
inestable que siempre ha sido, finalmente encuentra,
junto a la Bella Señora, el afecto y la
paz de Dios.