CUANDO EL SENTIMIENTO COFRADE
SE HACE VERSO Y PROSA
David Domínguez Muñoz:
Virgen del Valle
Mírala,
¡ya sale a la calle!
Al fin sale Ntra. Sñra.
la Virgen del Valle.
Escucha Señora
el silencio en la tarde,
un silencio intenso,
a las cinco en el Valle,
cuando, se perciben ciertos olores,
azahar y romero,
el perfume de otras flores,
y ver cómo no,
un altar de incienso
donde se alza nuestra Madre.
Se rompe la soledad,
la esperanza
y el silencio
no dan para más;
y tras ese instante
por fin se logra escuchar,
lo que alguien llamara
la voz del capataz.
¡Al cielo
con la Madre
de Jesús de la Victoria!
Aparece la Reina,
y mientras florece el Valle,
anda la Señora
con alguien bajo su paso,
que yendo descalzo
formula sus rezos,
rezos que parecen cantos
cantos del costalero,
costaleros que a la Virgen
llevan, costalero
que mide sus pasos,
mientras la voz del capataz
ordena: ¡menos pasos
y a rachear!
Se escucha el martillo,
y se vuelve a escuchar
delante de la Señora
la voz del capataz,
se marcha la Madre,
caminando despacio
parece que quiere volver,
lleva paso racheado,
una lágrima
y un puñal.
Llora la Virgen del Valle,
su rostro es un rosal
mojado por el rocío
de una noche templá.
Se despide del Valle
un año más,
mas como siempre
seguro regresará
con su lágrima
y su puñal.