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Margarita Martín Villanueva

A Jesús en el Huerto de los Olivos

Después de haber celebrado la Pascua
Te marchaste a un huerto
Y Seguido de algunos discípulos
Te internaste entre olivos,piedra y romero.

¡Qué soledad silenciosa!
¡Qué solitarios momentos!

Ellos, al lado, cual frágiles sombras
dieron rienda suelta al sueño
y Tú, Jesús, de rodillas
junto a una piedra sudabas sangriento.

¡Qué soledad silenciosa!
¡Qué solitarios momentos!

Al Padre, en la noche
Orabas diciendo:
Padre, si es posible
Aparta de mi este caliz amargo y tremendo
Pero no se haga mi voluntad
Porque la Tuya yo acepto.

¡Qué soledad silenciosa!
¡Qué solitarios momentos!

Un Angel llega hasta Ti,
Te conforta y te da aliento
Y Tú, Jesús, sin palabras,
dices: ¡Padre, ya estoy presto!

¡Qué entrega tan generosa
y qué expresivo silencio!

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