CUANDO EL SENTIMIENTO COFRADE SE HACE VERSO Y PROSA
Pilar García Santiago: Pasión en El Padul Ha llegado la primavera, ya huele a azahar y nuestro Señor en el Huerto orando está. Que suenen cornetas, que suenen tambores, que su pasión está en nuestros corazones. Ya eres preso, ya eres flagelado, y cada uno de los latigazos se clavan en tu costado. Te nombrarón Nazareno, te clavaron espiunas, y te cargaron madera, pero tus fuerzas fallaron a la tercera. Tres caidas te bastaron, para llegar al calvario y ser crucificado. Tu madre en su regazo tellora y, con la angustia de tu muerte, los ángeles le adoran. Soldados romanos, escoltadlo hacia el sepulcro. Y entre sábanas blancas los Nicodemus te llevan con mucho gusto. Madre he aquí a tu hijo, hijo he aquí a tu madre, pero tu, San Juan, no te separaste de su lado ni un instante. Virgen de los Dolores, Madre de Dios, reina de los cielos, no llores más, porque tu hijo, el amado, pronto estará a nuestro lado. La cruz que sola se queda, que vacía está ya, pero no importa si nuestro Señor ha resucitado ya. Que suenen cornetas, que suenen tambores, su resurrección está en nuestros corazones.
Pilar García Santiago:
Pasión en El Padul
Ha llegado la primavera, ya huele a azahar y nuestro Señor en el Huerto orando está.
Que suenen cornetas, que suenen tambores, que su pasión está en nuestros corazones.
Ya eres preso, ya eres flagelado, y cada uno de los latigazos se clavan en tu costado.
Te nombrarón Nazareno, te clavaron espiunas, y te cargaron madera, pero tus fuerzas fallaron a la tercera.
Tres caidas te bastaron, para llegar al calvario y ser crucificado.
Tu madre en su regazo tellora y, con la angustia de tu muerte, los ángeles le adoran.
Soldados romanos, escoltadlo hacia el sepulcro. Y entre sábanas blancas los Nicodemus te llevan con mucho gusto.
Madre he aquí a tu hijo, hijo he aquí a tu madre, pero tu, San Juan, no te separaste de su lado ni un instante.
Virgen de los Dolores, Madre de Dios, reina de los cielos, no llores más, porque tu hijo, el amado, pronto estará a nuestro lado.
La cruz que sola se queda, que vacía está ya, pero no importa si nuestro Señor ha resucitado ya.
Que suenen cornetas, que suenen tambores, su resurrección está en nuestros corazones.