“Un corazón tan grande
como las arenas de las playas”
Ángel
León
Mañana
sábado 31 de enero, la Iglesia celebra (Memoria
obligada) la fiesta litúrgica de San Juan Bosco
y como es lógico, José Miguel Núñez,
SdB, nos envía desde Roma, una nueva entrega
dedicada al “Padre y Maestro de la Juventud”
Don Bosco y nos habla hoy de su gran corazón,
destacando dos dones de los muchos que Dios, le concedió
al fundador de la Congregación Salesiana, nos
dice que, “Como el corazón de Dios,
el corazón de Don Bosco es misericordioso y
compasivo. San Juan Bosco tenía “Un corazón
tan grande como las arenas de las playas”…
Antes de esta nueva entrega
de “Palabras al oído”, me van a permitir
querido amigos que les ofrezcamos unos datos estadísticos
y actualizados de la Congregación Salesiana a los
más de 121 años de su muerte el 31 de enero
de1888, hasta ahora se nos invita a todos los miembros de
la Gran Familia Salesiana, también a soñar
y contemplar el gran desarrollo actual de la obra salesiana,
a Dios gracias, extendida en todas parte del mundo:
1.268 Oratorios y Centros Juveniles.
2.993 Escuelas de Primaria.
1.028 Centros de Secundaria y Formación Profesional.
399 Residencias e Internados.
158 Obras especiales de asistencia a jóvenes
con dificultad.
2.513 Parroquias.
718 Núcleos de Actividad Misionera.
27 Emisoras de Radio.
224 Centros de Comunicación Social: Editoriales,
Librerías, centro de audiovisuales, etc.
227 Centros Vocacionales (Aspirantazos, seminarios,
comunidades vocacionales…).
Los Salesianos están presentes en 123 países,
distribuidos por los cinco continentes.
16.000 Salesianos en total son los que atienden el conjunto
de estas obras.
Tenemos que reconocer que
el esfuerzo de Don Bosco mereció la pena y también
el de todos sus seguidores que se “arremangaron”
para trabajar en pro de los jóvenes, siguiendo fielmente
el “surco” dejado por este cercano y hombre
santo que supo atender a tiempo la “llamada”
del Señor.
Y ahora nos quedamos
con esta nueva entrega de...
“Palabras
al oído” Año IV – Núm.
58 SEMANA 6/2009
"Un corazón tan grande
como las arenas de las playas"
Mis
queridos amigos:
Como el corazón
de Dios, el corazón de Don Bosco es misericordioso
y compasivo.
Con su mirada penetrante,
sintió lástima de los jóvenes olvidados
en el despoblado de la historia, desguarnecidos, abandonados
a su suerte. ¡Cuántas veces resonaría
en sus oídos la Palabra: “Vio Jesús
un gran gentío, sintió compasión de
ellos, pues eran como ovejas sin pastor” (Mc
6, 34).
Su corazón de Buen
Pastor le llevó a buscar soluciones creativas: “Dadles
vosotros de comer”. Y Dios multiplicó muchas
veces aquellos pocos panes y aquellos pocos peces que Don
Bosco repartió a manos llenas.
Corazón
misericordioso y compasivo que le llevó
a gastarse sin guardarse nada para él. Corazón
bondadoso y amable que expresaba acogida
y benevolencia para todos; corazón
entusiasta, lleno de Dios, que contagiaba
ilusión y confianza; corazón
grande y generoso sostenido por la mística
de la urgencia del amor de Dios; corazón
magnánimo que le llevo a acometer
grandes empresas y afrontar grandes retos; corazón
fraterno y bueno que supo insuflar el mismo
aire que respiraba a sus propios muchachos; corazón
apasionado que amó con total entrega.
Así es el corazón de nuestro padre.
Así quiere ser el corazón del
salesiano.
Pero la mística del
da mihi animas está sostenida por la ascética
del cetera tolle. ¡Llévate lo demás!
Corazón libre y desprendido que le llevó a
vivir hasta la heroicidad el olvido de sí mismo.
¡Qué difícil
es hoy hablar de ascética y sacrificio! Sin embargo,
no se entiende la vida de Don Bosco sin estas realidades
necesarias e inevitables para su compromiso con adolescentes
y jóvenes. Juan Bosco se educó desde los primeros
años en I Becchi en la renuncia y supo vivir toda
su vida, desde la opción evangélica, con las
manos muy libres y el corazón desapegado de todo
lo que pudiera suponer un obstáculo a su entrega.
Recio en sus convicciones,
llevó siempre una forma de vida sencilla
y austera. La pobreza fue siempre compañera
de viaje y la esencialidad un estilo querido y buscado.
Cetera tolle!
Son memorables las palabras
de Mamá Margarita el día
de la ordenación de su hijo:
“Recuerda siempre
esto, Juan: si algún día llegases a ser rico,
no volvería a poner el pie en tu casa”.
Madre e hijo compartirán, años más
tarde, las páginas más hermosas de la experiencia
de Valdocco contagiados por una común sencillez y
en un ambiente de pobreza solidaria y exigente.
Sencillez
de vida, corazón disponible para servir a los
últimos, a los más vulnerables,
a los que no importan a nadie, a los que están
en el margen de la historia. En el descampado, perdidos
y abandonados, muchos jóvenes esperan hoy una
palabra de aliento, motivos para esperar, razones para
seguir creyendo que hay un futuro más pleno para
todos. Con el corazón de Don Bosco,
queremos seguir siendo signos y portadores de la bondad,
el amor y la misericordia de Dios. Hemos de seguir impulsando,
150 años después, un
proyecto apostólico que ha dado vida a un vasto
movimiento de personas comprometidas, en el nombre de
Jesucristo, en la salvación de los jóvenes
más necesitados. “Solo deseo una cosa”,
decía Don Bosco a sus muchachos, “que seáis
felices aquí y en la eternidad”.
¡Da mihi animas,
cetera tolle! Don Bosco nos compromete. Su corazón,
tan grande como las arenas de las playas, es una invitación
a beber de las fuentes, siempre puras, del manantial del
Espíritu.