José Guillermo Rodríguez Escudero
Santa Cruz de la Palma, mayo 2008
El 15 de mayo de 2008 se cumplen 403
años de la llegada del Santísimo Sacramento a la
hoy parroquia de San Blas del pintoresco municipio de Villa de
Mazo.
Los vecinos de los catorce barrios sienten algo más que
una tradición por estas entrañables “Fiestas
Mayores”. Éstas constituyen un profundo sentir que
inunda las escarpadas y empedradas calles de un disperso y orgulloso
pueblo que sabe mostrar, como pocos, lo mejor de sus tradiciones
y su cultura. La Villa entera se une complaciente para crear una
de las más espectaculares celebraciones de toda la Isla
de La Palma. Fervor y arraigo popular se funden y dan como resultado
unas espectaculares formaciones: arcos, tapices y pasillos, que
tienen como objeto ensalzar y glorificar al “Cuerpo y la
Sangre del Señor”. Son las emblemáticas y esperadas
fiestas del Corpus Christi en la Villa de Mazo.
Esta primigenia celebración en la Cristiandad parte en
1264 cuando el Papa Urbano IV promulga una Bula Pontificia por
la cual se concede indulgencia plenaria a cuantos tomaran parte
en la elaboración de altares y monumentos para dignificar
la procesión pública del Santísimo. En nuestra
Isla esta importante festividad fue tutelada por el antiguo Cabildo
en las ordenanzas insulares de 1611. De esta forma, proliferó en
todo el territorio palmero un bello y artesanal arte efímero,
consistente en altares, alfombras, descansos y arcos triunfales.
Entre estos regocijos populares dejaron de representarse los sentidos
autos sacramentales y las admiradas danzas en la vía pública
al paso del Santísimo en “el segundo jueves más
bello del año”.
Desde el siglo XVII ya hay constancia de un fervoroso culto al
Sagrado Sacramento en el municipio macense, mientras que el empleo
de arcos triunfales se inicia el 18 de septiembre de 1774, con
motivo de la entronización de la preciosa talla mejicana
de la Virgen de Los Dolores en su ermita de Lodero: “se hizieron
varios arcos con todo aseo vestidos”. Según las actas
municipales, sin embargo, no se les considera como “Arcos
del Santísimo” hasta 1895. En las del 18 de agosto
de este año se reflejaba un gasto por “un arco y composición
de otro para colocar en la plaza, el día del Corpus Christi”.
Estas manifestaciones han ido evolucionando a través de
los tiempos. Desde 1954 ya tenían un aspecto parecido al
actual. Entonces se erigió una sencilla estructura adintelada
en el Barrio de La Sabina. Pero, a partir de la sencillez de las
primeras formas, es en 1965 cuando se puede hablar de unas peculiares “Fiestas
del Corpus” casi como las apreciamos hoy. En palabras de
Cirilo Velázquez, han llegado a convertirse en complicadas
estructuras, en verdaderas “joyas singulares de la tradición
popular canaria”.
En 1605, hace ahora cuatrocientos tres años, se fundó la
cofradía y se colocó el Santísimo en la iglesia
de San Blas. En 1680 el visitador Pinto de Guisla ordenó que
se hiciera la solemne procesión el tercer domingo de cada
mes y se celebrara la fiesta del “Cuerpo de Cristo”.
El carácter singular del Corpus de Mazo quedó patente
de forma oficial cuando fue declarado, por resolución de
23 de diciembre de 1985 de la Secretaría General de Turismo,
como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Una semana
después, sin embargo, se promulgó un polémico
decreto, el 650 de 30 de diciembre, en el que la Conserjería
de Trabajo del Gobierno de Canarias fijaba como festivo para el
año siguiente, el Día de Canarias, en sustitución
del Corpus. Esto no fue óbice para que la Corporación
de la Villa, en sesión extraordinaria, declarara su importante “Jueves” como
fiesta local. Así ha sido hasta nuestros días.
Las semanas previas a la anhelada festividad han sido de mucho
trabajo desinteresado e impagable esfuerzo. Para la exquisita confección
artesanal de estas impresionantes formas verticales, llamados arcos,
se han invertido muchas horas; ratos alegres y divertidos, pero
también penosos y sacrificados. Se endulzan los momentos
de trabajo y tertulia con bizcochones y mistelas caseras. Muchos
vecinos traen de sus casas postres, chocolate, café, galletas...
Así es más llevadera la labor y la espalda duele
un poco menos. En las trabajosas tertulias se informan unos a otros
de las noticias frescas, de los incidentes, de política,
de Venezuela, del Pueblo, de las recientes muertes y bodas, de
lo cara que está la vida, de cómo está quedando
el arco... Es un pueblo vivo y unido para la ocasión.
No existen productos químicos o artificiales. Todo proviene
de la naturaleza: musgo, pétalos, semillas, hojas... Incluso
el pegamento utilizado es una mezcla de harina, agua y sal: la
popular “poliada”. El color de los rostros de los personajes
representados, sus vestimentas, los paisajes de fondo, los adornos,
etc. viene dado por esos ingredientes naturales. Se trata de un
monumento a la Fe, pero también lo es a la Naturaleza.
En los cuatro días principales de las fiestas, de Jueves
a Domingo, tiene lugar un nutrido programa de actos: pregón,
conciertos de música, competiciones deportivas, tómbolas,
exposiciones de todo tipo, concursos de dibujo, títeres,
juegos infantiles, teatro, verbenas, festival folclórico,
homenajes y actos litúrgicos.
Este año, como todos, la preciosa parroquia de San Blas
- origen y fin del recorrido triunfal de la procesión- se
cubrirá de miles de perfumadas flores rodeando al tabernáculo
donde se entronizará la valiosa “Custodia de San Miguel”.
Un impresionante enrame que varía cada edición. Por
doquier flota el olor a flor fresca, a reluciente limpieza, a espirales
de incienso y a ocultos nervios, a devoto fervor, a orgullosa tradición,
a agotador trabajo, ojos cansados... Todo está a punto para
celebrar dignamente una fiesta especial, elaborada con las manos
artesanas de un pueblo, que ya piensa en las del año próximo.
No hay descanso en Mazo.
La custodia de plata sobredorada, usada para las solemnidades
del Santísimo, perteneció a la orfebrería
del extinto cenobio dominico de San Miguel de Las Victorias, hoy
templo de Santo Domingo de la capital palmera. Al ser suprimido éste
por la desamortización de las clausuras en 1836, pasó a
formar parte del tesoro de San Blas. El sol está sostenido
por una imagen del Arcángel San Miguel. Es el símbolo
del Corpus.
Tras la solemne “Celebración de la Eucaristía
del Cuerpo y la Sangre de Cristo” el Jueves de Corpus, concelebrada
por los sacerdotes de la Isla, con la asistencia de las pías
hermandades, autoridades de todo rango, un satisfecho pueblo fiel
con sus mejores galas, coros de ángeles... da comienzo la
suntuosa Procesión. Acompaña a la “Custodia
del Arcángel”- protegida bajo palio granate y oro-,
la banda de música “Arecida”, la Hermandad con
los faroles encendidos, el estallido de los fuegos de artificio,
la admiración ante pasillos empinados y arcos “plantados” con
lágrimas de emoción, agradecidos descansos y profundas
genuflexiones, abrazos de los reencuentros y sentidos recuerdos
por los ausentes... La procesión camina dificultosamente
entre alfombras de pétalos, musgos y plantas. Asciende tradicionalmente
hasta la Plaza Mayor y allí tiene lugar la Bendición
con el Santísimo con los acordes de la Marcha Real. A partir
de allí, las cuestas, hacia abajo, resultan más llevaderas
y se palpa un gran alivio general porque no ha llovido y nada se
ha deslucido. Termina la procesión pero continúan
las fiestas.
Son catorce los barrios de Villa de Mazo: Lodero, Callejones,
San Simón, Tiguerorte, Montes de Luna, Malpaíses,
Tigalate, Monte Breña, La Rosa, Monte, Monte Pueblo, Poleal,
La Sabina y el Pueblo. Son catorce orgullosos trozos de un gran
municipio que los une en sus Fiestas Patronales. Celebraciones
especiales y añejas que cumplen los 403 años de un
importante pretexto al ritmo de la naturaleza y el color de las
flores, el aroma de un campo verde y fértil que glorifica
a Dios, agradecido por tantas bondades recibidas.
Ésta es, en definitiva, una auténtica manifestación
artística de la cultura popular en la que lo divino y lo
humano, lo sagrado y lo profano, se funden en síntesis armoniosa
en Villa de Mazo.