Procesión
de la palmas de El Padul 2003

Un
año más se vuelve a repetir la tradición.
Un año más Jesús entra en Jerusalén
entre palmas y olivos. Un año más los paduleños
dan la bienvenida a Jesús.
No
obstante muchos han sido los fieles que como en años anteriores
se han quedado sin palma.
¿Qué
ha ocurrido? ¿Ha habido falta de previsión en cuanto
al número de palmas adquiridas por el Ayuntamiento para
su reparto?
Yo
me inclino a pensar que no es así, ya que se de primera
mano que la cantidad adquirida es elevada y más que suficiente
para la ocasión.
Entonces
¿Por qué en la procesión eran visibles apenas
una treintena palmas?
La
solución a esta extraña situación la aportan
los vecinos que se quejan abiertamente. Hay mucha gente que año
tras año se dedica a acaparar palmas, no se sabe con que
objetivo, y que tras llevarlas a sus domicilios ni aparecen por
la procesión.
La
gente se queja, y con razón, de la actitud de todos aquellos
que practican lo arriba reseñado, ya que restan vistosidad
al acto con el que se rememora la entrada triunfal de Jesús
en Jerusalén, y dice poco a favor de los que acaparan palmas.
Don
Cristóbal Sánchez Liñán, párroco
de El Padul, ha hecho alusión a lo sucedido diciendo que
el acto que allí se celebraba no era una representación
teatral y que se trataba de escenificar la entrada de Jesús
en Jerusalén. Dijo recordar que cuando era pequeño
los niños iban todos con una rama de olivo y que hoy volvía
a sentirse como un niño al haber vuelto a coger otra vez
una rama de este árbol tras renunciar a llevar una palma.
Pidió
que para acabar con la situación tan anómala y lamentable
que se ha planteado este año, como en anteriores ocasiones,
el próximo Domingo de Ramos todos asistan a la procesión
portando una rama de olivo en sus manos.
Yo
por mi parte ofrezco mi humilde solución al problema, para
no tener que llegar a algo tan radical como lo que se ha propuesto.
Básicamente consistiría en poner un precio simbólico
a cada palma (dejo a criterio de otros cual podría ser
este precio) y que solo pudiese adquirirse una por persona.
De
esta forma se podrían conseguir dos objetivos, primero
disuadir a los acaparadores y segundo destinar el importe recaudado
a alguna obra benéfica o de carácter social. Como
en el caso anterior dejo que sean otros los que dispongan lo más
conveniente.
F.
Molina |