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Las
exequias del Papa, su ceremonial y datos más relevantes

Las ceremonias previstas
a la muerte de un Papa siguen un reglamento incluido en las normas
vaticanas, con algunos aspectos que tienen siglos de historia
y otros más recientes, y prescriben un luto oficial de
nueve días.
No antes de cuatro días ni más allá de seis
el Papa muerto debe ser enterrado en la cripta de la basílica
de San Pedro y, a no ser que el Pontífice haya dispuesto
otra cosa en su testamento, el Colegio Cardenalicio se encarga
de cumplir con las exequias.
Estas ceremonias están recogidas en el capítulo
V de la Constitución Apostólica Dominici Gregis,
promulgada por Juan Pablo II en 1996.
"Tras la muerte del Romano Pontífice, los cardenales
celebrarán las exequias en sufragio de su alma durante
nueve días consecutivos, según el Ordo Exequiarium
Romani Pontificis, cuyas normas cumplirán fielmente",
dice el texto constitucional en su artículo 27.
En la cripta vaticana están ya enterrados los restos de
Pío XII, Pablo VI y Juan Pablo I, así como los de
otros muchos papas habidos en la historia de la Iglesia, aunque
los de Juan XXIII fueron trasladados en 2001, por decisión
de Juan Pablo II, de la cripta a una capilla de la propia basílica.
El rito que rodea a la muerte de un Papa prevé que un cardenal
que puede confesar y absolver en nombre del Pontífice,
el Penitenciario Mayor, le vista con los hábitos pontificales
para la celebración del entierro.
Una vez vestidos los restos mortales del Papa se instalan en un
catafalco, en una de las salas del Palacio Vaticano, y de allí
se trasladan a la Basílica de San Pedro, donde son expuestos
para recibir el homenaje de los creyentes, antes de la celebración
del solemne funeral.
El Camarlengo, administrador apostólico de la sede vacante,
debe velar por que no se tomen imágenes del Papa "si
no está revestido con los hábitos pontificales".
El mismo cardenal es quien tiene que asumir la tarea de destrucción
del anillo del Pescador, utilizado desde Eugenio IV (1431-1444)
como sello que da autenticidad a los documentos papales, que pesa
onza y media de oro fino (unos 38 gramos), tiene grabado el nombre
del Papa que lo usa y lleva en relieve la figura de San Pedro,
pescando en la barca.
El Papa es enterrado con otro anillo, de uso habitual y de oro,
liso o con algún camafeo o gema tallada, que lleva en la
mano derecha; el Pontífice usa en grandes solemnidades
otro, el anillo Pontificial: el actual, que pasa de unos papas
a otros, lo mandó hacer Pío VII en los primeros
años del siglo XIX.
Antes del sepelio, el cuerpo del Papa se deposita dentro de tres
ataúdes, metidos uno dentro de otro; el exterior es de
madera de olmo pulimentada, el de en medio es de plomo, y el interior
es de madera de ciprés, considerada incorruptible y forrado
en terciopelo carmesí.
Antes de proceder al cierre del ataúd, que por lo general
se hace en la basílica de San Pedro, se introduce un pergamino
en el que va escrita, en latín clásico, una relación
de los hechos más destacados del Pontificado.
Asimismo, y junto al cadáver, se depositan tres bolsas
de cordobán (piel curtida) de color rojo con las monedas
de oro, plata y cobre acuñadas durante su Pontificado.
Posteriormente, los ataúdes de ciprés y de plomo
se atan una vez cerrados con cordones de seda morados, cuyos extremos
se unen con una cera derretida en la que el cardenal camarlengo
imprime el escudo de armas del Pontífice.
Finalmente es competencia, también del cardenal camarlengo,
que "después de la sepultura del Sumo Pontífice
y durante la elección del nuevo Papa, no se habite ninguna
parte del apartamento privado del Sumo Pontífice".
Los Papas son enterrados tradicionalmente en la basílica
de San Pedro, salvo que el Pontífice en su testamento establezca
otro lugar.
San Pedro es el mayor templo de la Cristiandad y está ubicado
en el Estado más pequeño del mundo, sobre la colina
del Vaticano, en Roma, y a la orilla derecha del río Tíber.
No obstante, hay Papas enterrados en las catacumbas, así
como en diversas iglesias de Roma y de Italia.
En su suelo y capillas reposan los restos de numerosos pontífices,
además de los 49 mausoleos o monumentos funerarios que
acogen restos mortales de Papas de la cristiandad, como los de
Inocencio III, Urbano VIII, y Clemente XIII.
En la cripta están además los restos mortales de
más de un centenar de papas, entre ellos los de San Pedro,
el primer Pontífice de la cristiandad, así como
los de San Gregorio Magno, San Leo, San Pío X, Pablo VI
y Juan Pablo I, estos dos últimos fallecidos en 1978.
Además, en las grutas vaticanas reposan los cuerpos de
los dos papas españoles emparentados con la familia Borgia,
Calixto III, fallecido en 1458 y Alejandro VI, Rodrigo Borgia
que falleció en 1503. En estos casos, y aunque en el sarcófago
consta "aquí están enterrados dos papas españoles",
al parecer sólo hay restos de uno de ellos, por lo que
el sarcófago español es objeto de estudio e investigación.
Fuente:
Agencia EFE |
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