La
fuerza de la tradición
Miles
de paduleños invaden los montes del municipio para llevar
el tradicional haz de leña para las hogueras de San Sebastián
Quienes
duden que las tradiciones poseen una fuerza extraordinaria no
tienen más que darse una vuelta por El Padul el 19 de enero.
Haga sol, frío, llueva o nieve los paduleños de
nacimiento, así como aquellos que sin ser nativos de nuestro
pueblo se sienten como si lo fuesen, se echan al monte para hacer
su haz de leña.
No
hay viejos ni jóvenes que en la medida de sus posibilidades
no aporten su granito de arena o en este caso su puñado
de tomillos, romeros, jaguarzos, etc. Enormes montones de leña
se forman en los sitios que la costumbre ha marcado. Cada uno
tiene costumbre de depositar su haz en una de las hogueras y resulta
extraño que alguien cambie de lugar.
Este
año la Asociación Cultural Al-Agia ha recuperado
simbólicamente una costumbre que estaba muy arraigada entre
la juventud de hace algunos años. Consistía en ir
a las acequias o fincas en las que hubiese zarzales, cuanto más
grandes mejor, y armados con horquillas hoces y lazos ir cortando
cada uno de los brotes a ras de suelo. Aunque no lo parezca esta
práctica ancestral, que además de procurar leña
para las hogueras de San Sebastián dejaban limpios algunos
cauces de riego, tenían una bien estudiada técnica
que hacía posible terminar haciendo con el zarzal una masa
bastante compacta y fácil de transportar. Algunos zarzales
eran de tales dimensiones que eran necesarias varias yuntas de
mulos para poder arrastrarlos hasta el lugar en que serían
quemados.
Cualquier
Paduleño que sea preguntado sobre el sentido de las lumbres
de San Sebastián contestará indefectiblemente lo
mismo “Son para calentar al Santo”. La razón
de esta respuesta viene de la tradición que dice que cuando
San Sebastián fue recogido por una piadosa mujer, tras
su primer martirio, fue calentado por esta en una hoguera.
La
noche del 19 de enero, como de costumbre a las nueve, el Santo
es bajado a hombros desde su ermita hasta la iglesia. Siguiéndole
los pasos una diminuta imagen de la Virgen de los Remedios, es
como siempre portada por mujeres, para hacer honor a la tradición.
A su paso arden grandes pilas de leña y multitud de disparos
de escopeta o pistola le rinden honores, como viene siendo la
norma desde que Don Juan de Austria auspició el patronazgo
de esta Villa por San Sebastián. El día 20, sale
en procesión por las calles de la población siendo
en esta ocasión mayos el recorrido, número y dimensiones
de las hogueras y cantidad de disparos al aire efectúan.
Tanto
a la salida como a la llegada de la procesión se interpreta
por la banda de música el himno de San Sebastián
el cual es acompañado con la letra que J. Diego Martín
compuso para el mismo por la multitud que se congrega cada año
durante esta procesión.
Para
aquellos que no la sepan la letra del himno de San Sebastián
es la siguiente:
Como Soldados de Cristo
lucharemos por la paz
y tú serás nuestro Jefe
glorioso San Sebastián
En tu martirio hay ejemplo
de fe valor y humildad.
En Padul los corazones
en tus filas morirán,
en tus filas morirán.
No quisiste gozar en la tierra
ni en festines del mundo brillar.
Dedicaste tu vida de apóstol,
mostrando al mundo la luz del altar.
Si la hoguera de amor de tu pecho
en el mío consigue abrasar,
al martirio yo iría satisfecho
y contigo de Dios a gozar,
y contigo de Dios a gozar.
Con anterioridad a este se cantaba otro himno, y durante algún
tiempo coexistieron los dos, no obstante fue la versión
que aquí se recoge la que arraigó con más
fuerza y es la que actualmente perdura.
F.
Molina |