Dios
me
permitió
el
privilegio
de
ser
padre
y
de
cuidar
de
una
de
sus
criaturas
a
quien
puedo
llamar
"mi
hijo".
Es
tierno,
un
manojito
de
llanto
apenas,
unas
cuantas
libras
que
caben
en
mis
dos
brazos
sin
ocupar
espacio
casi,
es
la
inocencia
que
echa
chispas
de
curiosidad
a
través
de
sus
dos
ojitos
que
te
ven
sin
entender
qué
sucede
a
su
alrededor.
Y
aquí
te
lo
traigo.
A
Tí
te
lo
ofrezco,
a
Tí
te
lo
presento,
a
Tí
te
lo
dedico.
Quizá
dormirá
entre
mis
brazos,
posiblemente
llorará,
tal
vez
irá
muy
despierto
descubriendo
lo
que
suceda
a
su
alrededor,
pero
en
mi
turno
me
acompaña
y
te
acompaña,
y
su
espíritu
está
recibiendo
un
místico
baño
de
bendiciones
que
Tú
le
prodigas
abundantemente.
Tu
dijiste
"Dejad
que
los
niños
vengan
a
mí
"
y
el
viene
a
Tí,
prendidito
de
mis
brazos
Veo
a
varios
niños
que
también
acompañan
a
sus
padres
en
su
respectivo
turno,
algunos
que
van
en
sus
brazos,
otros
caminando
agarrados
de
la
mano,
y
algunos
más
bajo
el
anda,
como
buscando
la
sombra
protectora
y
bendita
de
tu
imágen
y
pienso
que
el
que
a
buen
madero
se
arrima,
bendita
sombra
le
cobija,
porque
Tú
eres
la
sombra
que
los
protegerá
de
todo
mal
Tú
eres
la
luz
que
lo
ha
de
iluminar,
y
ese
momento
en
que
me
acompaña
mientras
te
llevo
en
mis
hombros,
quedará
grabado
en
él,
como
un
bautismo
de
fe,
una
señal
que
lo
marcará
para
siempre
como
auténtico
cristiano
Señor,
bendice
a
mi
hijo,
y
permíteme
enseñarle
correctamente
el
camino
que
lo
ha
de
llevar
hacia
Tí.
Permítele
crecer
en
fe,
y
envíale
los
dones
del
Espíritu
Santo.
El
crecerá
físicamente
y
el
próximo
año
ya
no
lo
llevaré
en
mis
brazos,
pronto
caminará
a
mi
lado,
después
te
llevará
en
sus
hombros,
algún
día
transmitirá
a
sus
hijos
esta
herencia,
pero
siempre
te
llevará
en
su
corazón.
Permíteme
Señor,
guardar
este
grato
momento,
siempre
en
mi
alma.