Jesús
se
detiene
en
una
calle
cualquiera,
donde
un
grupo
de
enfermos,
de
discapacitados
lo
esperan
para
darle
su
sencillo
homenaje.
Ellos
nunca
podrán
cargar
al
Señor,
porque
están
en
una
silla
de
ruedas,
están
atados
a
unas
muletas,
están
deformes
de
sus
piernas
o
de
sus
brazos,
o
están
limitados
en
sus
capacidades
mentales.
Pero
están
ahí,
esperando
el
momento
de
poder
rendirle
su
sencillo
y
humilde
homenaje
al
Señor,
a
través
de
un
canto.
Jesús
está
frente
a
ellos,
y
con
una
profunda
emoción
empiezan
a
entonar
el
"Perdón",
quizá
desafinado,
quizá
sin
ritmo,
pero
con
el
corazón
en
cada
sílaba.
No
podemos
estar
indiferentes
ante
este
cuadro
que
se
nos
presenta.
No
podemos
dejar
pasar
esta
oportunidad
de
unirnos
a
ese
coro
de
voces
que
dejan
salir
toda
la
pureza
y
la
inocencia
de
su
alma.
Ese
es
el
cuadro
que
Jesús
siempre
buscó
en
nosotros.
Esa
es
la
esperanza
que
tiene
de
que
seamos
como
ellos,
que
tengamos
la
fe
depositada
en
Él,
como
ellos
la
tienen,
de
que
les
consuele
en
su
amargura
y
que
les
alivie
las
penas
que
cargan
como
una
cruz
que
Él
les
ha
dado,
para
que
sean
sus
Sirineos
caminando
a
su
lado.
¿Por
qué
nosotros
no
podemos
también
ser
Sirineos
en
ese
momento?
Porque
nos
creemos
sanos,
porque
tenemos
limpio
el
cuerpo
aunque
tengamos
el
alma
mucho
más
enferma
que
ellos
Señor,
esta
es
la
oportunidad
que
estábamos
esperando,
ese
es
el
momento
que
quieres
que
aprovechemos
para
que
por
un
instante
nos
sintamos
como
ellos,
enfermos,
impotentes,
limitados,
para
que
nos
aferremos
a
tu
túnica,
a
tus
pies,
a
tu
cruz,
y
te
sigamos
por
el
camino
que
Tú
nos
señalaste
para
llegar
hasta
la
luz
de
Dios.
Déjanos
Señor,
ser
por
un
momento
como
ellos,
y
realiza
en
nosotros
el
milagro
de
levantarnos
de
nuestros
males,
de
hacernos
caminar
hacia
Tí,
de
volver
a
ver
la
luz
de
tu
amor,
de
enderezar
nuestra
alma
gracias
a
tu
generoso
perdón.
Seremos
por
un
momento
como
ellos,
para
que
Tú
nos
conviertas
en
lo
que
Tú
has
deseado
siempre
que
seamos.