Las
bandas de música de Cádiar, Lanjarón,
Órgiva y Pitres actuarán en un encuentro en
Pórtugos
Rafael Vílchez
Pórtugos, 15 de septiembre de 2021
En
La Alpujarra, desde tiempos inmemoriales, existe mucha
afición a los instrumentos de viento, cuerda
y percusión
Trompetas, saxofones,
clarinetes, platillos, requintos, tambores, bajos, flautas,
fagotes, etcétera. Pórtugos, uno de los
pueblos más maravillosos y saludables de la comarca,
celebrará en la plaza el Encuentro Musical de La
Alpujarra, el día 19 de septiembre a partir de
las once de la mañana. Lo organiza la Mancomunidad
de Municipios de La Alpujarra Granadina, presidida por
Juan David Moreno; la Diputación de Granada, presidida
por José Entrena; el Ayuntamiento de Pórtugos,
presidido por el célebre y entrañable José
Javier Vázquez (bombero forestal de la Junta de
Andalucía) y las asociaciones de las bandas de
música de Cádiar, Lanjarón, Órgiva
y Pitres. Todas ellas muy importantes y de mucha calidad
desde tiempos lejanos. En La Alpujarra existe mucha tradición
a las bandas de música. Por muy pequeño
que sea el pueblo, cuando se celebran las fiestas patronales
los mayordomos contratan una banda de música para
las dianas, conciertos y tocar en la misa y en las procesiones.
Hace unos días, Lanjarón perdió a
Mariano Soto, el que fuera director de la banda de música
de Lanjarón durante cuatro décadas.
Banda
de Lanjarón. Rafael Vílchez
Pórtugos ama la
música, la cultura, la gastronomía, el senderismo
y el turismo rural, la naturaleza, las tradiciones, etcétera.
También este bendito pueblo ama y atesora la ancestral
arquitectura morisca, principalmente, situada en la parte
más antigua del Barrio de Churriana. Se caracterizan
por presentar una tipología alpujarreña
con muchos siglos de historia. Por ejemplo, la casa del
célebre Antonio ‘El Rulo’ es del tiempo
de los árabes y lo mismo le pasa a la ‘Casa
de la Pólvora’, entre otras moradas. Son
edificaciones de varias plantas donde la colocación
de las crujías paralelas o perpendiculares a fachada,
viene condicionada por la ubicación de la parcela
en la trama urbana. Las antiguas casas están provistas
de cuadra, leñera, granero, cocina, comedor y dormitorios,
principalmente. Algunas dependencias de estas viviendas
centenarias se han suprimido. Antiguamente no existían
aseos en las moradas, utilizándose el corral como
espacio de servicio.
La carpintería
de las antiguas casas de Pórtugos suele ser de
madera de castaño. En Pórtugos existen castaños
impresionantes. Algunas puertas suelen estar partidas
horizontalmente, manteniéndose durante el día
normalmente abierta la parte de arriba y cerrada la de
abajo, lo que posibilita ventilación y control
del acceso de pequeños animales a la vivienda.
Los balcones suelen ser de proporción rectangular,
aunque existen varios modelos, que le dan a la calle cierta
variedad formal: balcones sin voladizo, sobre la calle,
y enrasados con un paramento de fachada; todos ellos tienen
la típica carpintería de castaño,
con postigos. En Pórtugos hubo un excelente maestro
carpintero de madera conocido en La Alpujarra alta como
Luis ‘El Viruta’. Las barandillas suelen ser
suelen ser bastantes variadas, siendo las más comunes,
las realizadas a base de herrería vertical. En
Pórtugos se trabaja muy bien el hierro y la chapa
a la entrada del pueblo.
En cuanto a los porches;
existen de dos tipos; aquellos que constituyen un hueco
arrebatado a la casa, el cual es el concepto más
clásico de porche y los que además de servir
de anexo a las viviendas se usan de calle de paso y tras
el techo del mismo reposa parte de la casa. Las chimeneas
constituyen unas formas muy importantes en el ambiente
urbano generado por las casas. Suelen ser altas para superar
las cotas razonables, debido a las pendientes. Quizás
sea la chimenea el elemento arquitectónico que
se muestra con menor pudor obedeciendo exclusivamente
a criterios funcionales: cilindro de obra, salida de humo
mediante tabiquillos de ladrillo que sostiene la tapadera.
Interiormente las antiguas
viviendas de Pórtugos se caracterizan por ser una
arquitectura blanca; tanto las paredes como el techo (rollizo
de madera, ripias de laja de pizarra) se blanquean periódicamente,
de tal forma que las sucesivas capas de cal configuran
una textura blanda muy agradable a la vista. Los suelos
antiguamente estaban formados por lajas de pizarra y tierra.
Las recientes construcciones intentan imitar la tipología
de las viviendas tradicionales. En Pórtugos se
respetan también los tinaos y terraos de las casas.
Por sus condiciones geográficas
e históricas, Pórtugos es un filón
cultural ramificado en vetas de gran pureza en el más
amplio sentido antropológico. En la zona más
antigua de Pórtugos las casas están pegadas,
‘apretujadas’ las unas a las otras, en algunos
casos, sin guardar alineación. Entre cada conjunto
de ellas aparecen calles y plazoletas de trazado irregular
separando los barrios. Las calles son blanqueadas con
cal y ‘azulete’ sin que predomine la tonalidad
azul. Las paredes de las antiguas viviendas son de un
grosor de 60 a 80 centímetros, incluso las interiores,
pues todas sirven para sujetar los techos planos denominados
terraos.
El terrao es también
parte aprovechada de la casa: se utiliza para secar y
almacenar algunos productos agrícolas y para hacer
en él parte de la vida. Aunque algunas casas sean
pequeñas en ellas siempre se alberga todo lo necesario
para el trabajo del campesino. A los Reyes de Bélgica,
don Balduino y doña Fabiola les encantaban visitar
La Alpujarra cuando veraneaban en su mansión de
Motril, y una de las cosas que más les gustaba
era la arquitectura tradicional alpujarreña. En
más de una ocasión don Balduino y doña
Fabiola pasearon por el Barrio de Churriana de Pórtugos
acompañados por el Padre Ferrer.
También se acercaban
los Reyes de Bélgica a un bar que había
en la plaza frente a la casa del ya desaparecido Celedonio.
Y lo mismo pasó con Andrés Segovia y Tico
Medina. Siempre que podían viajaban a La Alpujarra,
empezando en Pampaneira y terminando en Pórtugos
en la casa de un amigo. Lo que más les gustaba
era comer jamón casero a tacos acompañado
de pan casero y vino de Albondón. Tico Medina,
hasta poco antes de su muerte no perdió el contacto
con esta zona. Hace poco tiempo estuvo en Lanjarón
y, entre otras cosas, conoció a Federico ‘El
Curandero’, y a varias personas mayores que había
sentadas en los bancos de la plaza.