UN APUNTE SOBRE LA DEVOCIÓN
A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO DE ALBUÑUELAS
Manuel Romero
Castillo
Albuñuelas, marzo 2013
La
imagen de Nuestro Padre Jesús
Nazareno en Albuñuelas siempre ha tenido una
gran devoción, incluso más que el propio
patrón San Sebastián, el motivo es una
vinculación total, que desde generaciones pasadas
se hizo a la sagrada imagen y que redundó en
una unión total con cada fiel. El origen de
dicha unión fueron los milagros que la imagen
ha ido realizando a lo largo de los años y que
la han hecho merecedora de un fervor muy intenso.
Hay bastantes momentos
en los que se expresa esa intensísima
unión con una imagen tan querida, venerada y
tan recurrente. Uno de estos momentos es cuando las
mocitas se dejaban largos cabellos, se los cortaban
y donaban para hacerle pelucas. En la actualidad tiene
una de pelo natural y otra de sintético. Los
motivos son varios.
En
primer lugar, las muchachas que regalaban su pelo
lo hacían por orgullo, el
orgullo de la familia, el orgullo ante la sociedad,
el orgullo para con la sagrada imagen. Era un grandísimo
orgullo saber que cuando Nuestro Padre Jesús
Nazareno salía a la calle lo hacía con
una parte pequeña de ti, era una forma de vincularte
a lo que representaba, era también, una forma
de dar gracias por la gracia recibida o implorarla.
En
segundo lugar, la tradición
familiar se afianzaba sobre la sagrada imagen, era
el centro de la vida de la persona, se la tenía
en gran estima y se la veneraba con respeto, constancia
y amor. Se acudía en tiempo de sequia extrema,
cuando había peligros, etc., era una imagen
a la que implorar para alejar todo peligro físico
o espiritual. Siempre se le tenía en los labios,
se le invocaba persistentemente generando una especial
vinculación paterno-filial.
En
tercer lugar, porque era costumbre ponerle pelo,
al igual que posee la barba tallada la costumbre
es ponerle pelo. Es una costumbre impuesta por el
autor de la talla, así aumenta el impacto
que recibes al observarte en sus ojos morenos, en
ver su sufrimiento interno-externo, en observar que
va vestido, etc., es pues, una hombre ante los ojos
de quien lo observa.
En la actualidad
sigue formando parte de los emblemas propios de los
albuñolenses, se ha convertido en una seña
de identidad. Aunque su culto ha decaído, ha
decaído porque han caído los efectivos
demográficos. Antaño los hombres eran
quienes impulsaban su devoción, los pater familiae
eran quienes introducían en el núcleo
familiar las prácticas religiosas, sobre todo
si estaban vinculados o insertos en alguna asociación
confraternal. Era cuando se “respiraba” el
sentimiento religioso.
El actual
laicismo y la semi descristianización de la
sociedad han provocado que decayesen algunos cultos
en el olvido, aunque en el caso del nazareno bien es
cierto que hay fases, es decir, si nos acercamos durante
la Semana Santa, o las fiestas de agosto, que es cuando
sale la imagen, observamos que sigue teniendo un poder
de convocatoria y de atracción impresionante,
sobre todo porque es una figura que está muy
metida en la médula albuñolense y que
se afianza con el rescate de algunas prácticas
como envolver a los niños en su manto, es pues,
una costumbre que empieza a generarse y que a su vez
genera nuevos vínculos devocionales.
Agradezco
las fotos prestadas, a la familia Jiménez Jiménez,
a la familia del “palmito”, a Ica Sáez,
a la familia “Lucena” del barrio alto.
Gracias a todos ha sido posible tener estas imágenes
tan antiguas y tan nuevas para quien las ve.