La Virgen de los Dolores de Padul luce espléndida tras su restauración a la espera del Viernes Santo
José Miguel Puerta Villanueva
Padul, 30 de marzo de 2023
Restauración de Nuestra Señora de los Dolores. Una maravilla digna de ser admirada por todos
Llego la mañana del 31 de diciembre del pasado año. Cuando bajé a verla y ya estaba todo preparado para que Nuestra Madre se fuera al taller de Lucía para su restauración.
Cuando llegó D. Carlos, nuestro párroco, me preguntó, ¿has dormido esta noche? Así me vería. Le respondí que no pude pegar ojo por lo nervioso que pensando que la Virgen iba a salir de Padul. Era una sensación que no sabría cómo explicarla. Siempre la he visto en la iglesia, en mi casa y el Jueves Santo en el lugar de donde cada año sale en la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo paduleño. Cuando se fue hubo lágrimas que se asomaron a mis ojos y que, una vez rebosaron, rodaron por mi rostro sin que yo hiciese nada por disimularlas.
Cada semana hablaba con Lucia interesándome por los progresos y pormenores de la restauración. Ella, Lucía, con paciencia franciscana me ponía al corriente de cada avance, grande o pequeño, que se iba produciendo.
Tengo que decir que puntualmente recibía fotografías que Lucía me enviaba, pero hasta que no la vi en persona en su taller no aprecie el cambio que se ha obrado. Estando ya promediada la restauración, cuando la vi por primera vez, fue tal cambio que, de no llevar toda mi vida viéndola, hubiera dicho que era otra imagen distinta, han sido tres meses de restauración, pero han merecido la pena. Ni una pega al gran trabajo que Lucía ha realizado en su taller granadino. Solo un inmenso agradecimiento.
Recomiendo a todos que se fijen en la cara, porque es su primitivo color, sus cinco lagrimas nuevas y por supuesto sus manos. Ha sido la parte de la restauración más complicada dado el gran deterioro que tenían. Me quedo con una frase que me ha dicho una persona que ha venido a verla: “jamás pensé que la vería tan linda como esta”.
La vestimenta de este año, realizada primorosamente por el vestidor Óscar Rodríguez, es muy especial, ya que, se trataba de una ocasión única en la que Nuestra Madre Dolorosa debía verse como nunca tras su restauración.
Luce un rostrillo color blanco marfil bordado y dos broches de plata sobredorados de orfebrería. Su nombre y un corazón de Jesús han sido donados a la Virgen por una hermana que desea permanecer en el anonimato.